Capítulo 6

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Al despertar, Alejandra fue al baño que estaba en su habitación, comenzó a arreglarse para el colegio, y se dirigió a la cocina por una manzana. A la vez que se la comía, esperaba pacientemente a su madre, no pasaron más de 5 minutos para que Ruth,su madre, llegara, tomara las llaves de su vehículo e invitará a su hija a subirse al mismo. Alejandra no dijo nada y simplemente se subió al auto.

Su madre, en reiteradas ocasiones, intentó entablar una conversación con su hija, pero todos sus intentos fallaron, ya sea porque no sabía que decir, o porque Alejandra no contestaba. Pronto, llegaron al colegio, todo el camino había guardado silencio, y tener una actitud tan indiferente con su madre no le agradaba en lo absoluto, así que bajó del carro, y con un tono entre enojado y amable, dijo:

- Gracias por traerme.
- No tienes que agradecer, nos vemos en la cena.

Dijo su madre sintiéndose algo aliviada por el comentario de su hija, sin embargo, Alejandra se fue sin decir nada más.

Ruth se dirigió a su oficina, permanecía en silencio pensando en el bienestar de su hija. Las palabras que Alejandra le había dicho el día anterior, la hacían sentir culpable. Pensaba que ella tenía razón, en cierta forma, el divorcio afectaría directamente a su hija, aunque ella estaría feliz.

- Como siempre, Alejandra tiene razón- Decía para sí misma en voz alta- Pero... No podemos continuar con esta farsa, ya no puedo.

Añadía mientras conducía. Se notaba la frustración en sus palabras, intentaba entender como se sentía Alejandra, pero la relación entre Ruth y Maximiliano era una complicada maraña de tropiezos, una horrible maraña que ninguno estaba dispuesto a desenredar. Pronto, llegó a un enorme edificio, en el cual trabajaba desde hace 10 años, cuando su hija comenzó su escolaridad.

Estacionó su vehículo y caminó a la entrada del mismo, donde un hombre rubio, de ojos claros, aparentemente de ascendencia Alemana, la esperaba.

- ¡Hola, Ruth!- Dijo él sonriendo.
- No estoy de humor, Ángel.
- ¿Sucedió algo?- Preguntó preocupado- ¿Ya le diste la noticia a Alejandra?
- Sí, y no sé cómo se lo tomó.
- Dime qué sucedió, ¡Puedo ayudarte!
- Ángel, de verdad no estoy de humor. Por favor, ¡no hagas más preguntas!
- Está bien, te dejaré sola.

Ruth, yendo al vestíbulo, firmó su hoja de asistencia y fue al elevador, dispuesta a irse a su oficina. Mientras tanto, Alejandra entró a la escuela, ingresó a su salón, y de forma poco habitual, buscó el lugar más apartado que pudo encontrar, el cual, fue una esquina del salón. Saco su cuaderno y comenzó a jugar con sus plumas, nadie notó que estaba ahí, ya que siempre se sentaba al frente de la clase y en medio. Siempre pensó que al estar sentada ahí los maestros la verían con facilidad, y eso era justo lo que quería evitar.

Pronto, llegó su maestro, la clase comenzó, Alejandra no estaba prestando atención, en cambio, jugaba con sus bolígrafos, a la vez, se mantenía callada. Unos minutos antes de que terminará la clase, su profesor comenzó el pase de lista. Al nombrar a Alejandra, ella contestó con un simple "presente", al tiempo que levantaba su brazo, todos estaban sorprendidos al ver qué estaba presente, además en un lugar que ella odiaba. Su profesor hizo una breve pausa debido a su sorpresa, pero sin preguntar nada, prosiguió. Al terminar el pase de lista, salió del salón, mientras que Tamara, su mejor amiga, se acercó a ella, esperando que Alejandra se encontrará bien.

- Ale- Decía angustiada- ¿Estás bien?
- Lo estoy- Decía Alejandra sin expresión - No te preocupes por mí, estoy bien.
- ¿¡Cómo puedes decir eso cuando tus acciones demuestran lo contrario!?

Alejandra guardó silencio, tenía la mirada perdida en el piso, Tamara se recostó sobre la mesa, intentando estar dentro del campo visual de su amiga.

El Nacimiento De La PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora