Capítulo 12

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Alejandra quería preguntar que había sucedido segundos antes, pero estaba sintiendo conducida por la música y el baile, simplemente no podía pensar en nada más. La situación solo se complica más al pensar que él estaba frente a ella. Todo era incómodo para Alejandra. Siempre bailaba con un amigo, pero ahora, no podía verlo de la misma manera.

Por fin había terminado el cuadro de Chihuahua, dispuesta a hablar con él lo siguió. Sin embargo, los apresurados cambios de vestuarios, arruinaron sus planes.

Otra vez regresaba al escenario, y todo en lo que podía pensar era en lo rápida y espontánea de su propuesta. Lo miraba, y él a ella. Siempre que se cruzaban miradas, Alejandra se sonrojaba, mientras Carlos actuaba de manera normal, como si nada hubiera sucedido. Cada vez que se encontraban, las palabras no salían de la boca de Alejandra,es como si se hubiera enmudecido de la nada. El baile la llevaba, y los nervios, la hacían regresar a la realidad.

Por fin, después de tanto, era el intermedio de la función. Nada le impediría hablar con Carlos.

- Hola— Decía Alejandra tomando del brazo a Carlos— ¿Podemos hablar?
- ¡Por supuesto!- Decía él tranquilo. Luego de ir  a un lugar más privado, Alejandra habló.
- ¿Qué fue eso?
- ¿Qué cosa?— Preguntó confundido.
- Hace unos minutos me preguntaste si quería ser tu novia. ¿Hablabas en serio?
- ¿Por qué no lo haría?
- Carlos, por favor, contesta mi pregunta.
- La verdad sí— Dijo mientras un color rojo aparecía en sus mejillas— Quiero que seas mi novia.
- ¿Entonces por qué no me volviste a preguntar?
- Por tu reacción, asumí que no querías nada conmigo.
- Solo me sorprendió- Dijo Alejandra apenada.
- Entonces, ¿aceptas?
- No lo sé, Carlos— Dijo con nervios— No sé como lo tomarían mis padres.
- ¿Crees que les importe?
- Tal vez.
- En serio, Ale. Después de lo que me contaste, no creo que les importe.
- ¿Por qué piensas eso?
- Te han estado engañando, y luego dicen todo como si fuera cualquier cosa— Carlos se acercó a ella, la abrazó, y dijo con dulzura— Has estado toda tu vida pensando solo en ellos, mereces pensar en tu felicidad por un momento.
- Pero ni si quiera sé si te amo— Decía renuente.
- Necesitas ser feliz, Ale. Y si me concedes el honor de ser tu novio, te prometo que te haré la persona más feliz del Universo.
- ¿En serio?
- Jamás he hablado más en serio en toda mi vida.

Alejandra dudaba, no sabía que hacer. Carlos era un gran amigo para ella, y estaba muy agradecida por su apoyo. Pensaba que de rechazarlo, perdería a la única persona que la ayudó y confió en ella, cuando nadie lo hizo.

- Está bien. Acepto.

Dijo con un tono que denotaba sus dudas y miedos. Carlos al verla así, se acercó a ella y la abrazó, para luego agregar.

- Te prometo que serás la persona más feliz a mi lado.

Alejandra solo correspondió el abrazo, y le dijo que debían ir a cambiarse, ya que casi terminaba el intermedio. Ambos se fueron a sus camerinos. Alejandra decidía si había tomado la decisión correcta o no. Pero Carlos; Carlos irradiaba una felicidad que contagiaba a todo aquel que se le acercara. 

La función no tardó más de unos minutos para acabar. Todos guardaron sus cosas, y salieron del teatro. Alejandra esperó que sus padres la recogieran a la salida. Llamó a ambos, pero no tuvo respuesta de ninguno. Dejó un mensaje voz, y esperó que alguno regresara la llamada. A penas habían pasado unos cuantos minutos cuando Carlos se ofreció a acompañarla a su casa. Ella aceptó algo tímida, y ambos se dirigieron a la casa de Alejandra.

El camino era silencioso, ninguno podía pensar en algo para decir. Carlos llevaba la maleta de Alejandra y una mochila donde guardaba sus cosas. Pasaron alrededor de 20 minutos para que llegaran al hogar de Alejandra.

- Mañana tenemos práctica, ¿Verdad?
- Sí- Dijo automáticamente— Nos vemos en el parque de siempre.
- Claro.

Dijo Carlos para darle su maleta y verla entrar a su casa. Sin duda, había sido un incómodo viaje, pero eso no era motivo suficiente para borrar la sonrisa del rostro de Carlos. 

Minutos después, llegó la madre de Alejandra. Ella había visto a Carlos con Alejandra frente a la puerta de su casa. Jamás lo había visto, y exigía una explicación. Saludo a su hija, y preguntó de inmediato.

- ¿Con quién estabas hace rato?
- Con Carlos— Dijo con seriedad. Estaba enojada porque no fueron a verla bailar.
- ¿De dónde lo conoces?
- Él es mi compañero en el grupo. Lo sabrías si hubieras ido a verme.
- Ya te dije que tenía mucho trabajo.
- Lo sé— Dijo enojada— El trabajo siempre es más importante que yo.
- Sabes que no es así.
- Pues tus acciones dicen otra cosa.
- Ale, por favor. No discutamos de nuevo— Dijo suplicando— Mejor dime, ¿Qué relación tiene contigo ese chico?
- Es mi novio— Dijo sin dudarlo.
- ¿¡Qué!?— Exclamó sorprendida— ¿Desde hace cuanto?
- ¿Ahora si te importa mi vida?— Dijo molesta— Me temo que ya no tienes el derecho de preguntar. Te pedí por años que te interesaras por mí, y lejos de hacerlo, me alejaste.
- Ale— Dijo angustiada— De verdad quiero conocerte mejor.
- Ya es demasiado tarde.

Sin decir más, Alejandra tomó su maleta y se fue a su habitación. Una parte de ella, deseaba contarle todo; pero otra parte, estaba molesta y solo quería dejar de buscar la aprobación de sus padres. Aprobación que la aprisionó durante toda su vida. En ese preciso momento, no sabía lo que quería. No sabía si alejar de su vida a sus padres, sería la decisión correcta. Sin embargo, era lo que resultaba más fácil y menos dañino para ella.

Por otro lado, no sabía que sucedería entre ella y Carlos. Ella pensaba que Carlos era un chico dulce, gentil, bondadoso, caballeroso y atento, pero no sabía si era razón suficiente para ser su novio. Estaba muy agradecida con él por todo lo que hizo por ella, y no quería arruinar su amistad. Cuando aceptó, solo pensaba en conservar a la única persona que la ayudó cuando incluso ella tenía dudas de lo hacía. ¿Qué pensaba de Carlos?, era una pregunta interesante que se repetía sí misma para saber si había tomado la decisión correcta.

- Quizás con el tiempo termine amándolo.

Decía en su mente intentado convencerse que sería así. Las dudas inundaban su mente, pero ya estaba acostumbrada a ese tormentoso estado.   

El Nacimiento De La PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora