Capítulo 8

5 1 0
                                    

Es así, que la visión de Alejandra se conflictuaba. Si bien, Tamara le había dado una nueva perspectiva, sería difícil borrar de la noche a la mañana, 14 años de ideas, de actitudes, de hábitos y de pensamientos. Quería cambiar, la vida le pedía a gritos que cambiara, pero era más fácil ignorar esos llamados que hacer algo para lograrlo.

¿Qué debía hacer?, llorar y derrotarse, fingir que todo estaba bien, o dar lo mejor de sí misma, sin llegar a los extremos. La respuesta parecía obvia, pero a la vez, difícil de aceptar. Era difícil para ella derrumbar lo que se construyó en 14 años, pero más que eso, tenía miedo. Miedo de perder el amor y orgullo de sus padres. Miedo de ser tan diferente que nadie la aceptaría. Miedo de cambiar tanto que ni siquiera se reconocería a sí misma.

Las dudas atacaban su mente, y una pequeña llama de positivismo, amenazaba con extinguirse. El cambio estaba a la vuelta de la esquina, sin embargo, no quería caminar por esa empedrada calle.

Los minutos se hicieron horas, y su madre, cruzaba el marco de la puerta, anunciando su llegada. Alejandra estaba confundida, pero quería respuestas. Respuestas que solo su madre le podría dar.

- Ale, cariño. ¡Ya llegué!— Decía su madre con la mejor sonrisa que podía dar en ese momento, anhelando una repuesta.
- Hola, mami. ¿Cómo te fue?— Ruth, un tanto sorprendida, contestó.
- Bien, hija. Gracias.

Alejandra se sentó en el sofá, sin pronunciar palabra. Cruzada de brazos, espero que su madre tomara la iniciativa de sentarse, para así comenzar una conversación. Al cabo de unos segundos, Ruth tomó asiento. Su rostro proyectaba seriedad, y poniendo sus manos sobre su barbilla, comenzó a hablar.

- Dime que sucede.
- Es lo mismo que quería preguntar— Dijo Alejandra algo altanera— Ya sé lo del divorcio, ahora, pido una explicación.
- No hay nada que explicar, Ale— Dijo cansada de tocar el tema— Tu padre y yo no podemos continuar juntos. Eso es todo.
- ¡Claro que no!— Exclamó Alejandra cambiando rápidamente a un tono de enojo— Sé que hay más.
- ¿Qué te hace pensar eso?— Decía Ruth intentando que lo olvidara.
- Encontré a papá esta mañana, y adivina qué. No estaba en un viaje de negocios— La expresión en el rostro de su madre, cambió de inmediato ante tal anuncio. Con sobresalto, agregó:
- ¿Dónde lo viste?
- Eso no importa, lo que importa es que sé que me han estado mintiendo.
- No es lo que crees— Dijo persuasiva.
- ¿Entonces dirás qué no me han mentido?— Dijo Alejandra desafiante. Antes de que su madre dijera algo, Alejandra continuó— Creo que es obvio que lo han hecho, mejor dime, ¿Por qué?— Replicaba Alejandra con dolor— ¿Por qué me hicieron creer esto durante toda mi vida?, ¿Por qué fingieron amor en donde claramente no lo había?, ¿Por qué pintaron una realidad tan falsa?
- Porque queríamos que fueras feliz— Dijo Ruth cabizbaja— Ale, lo único que tú padre y yo compartimos, es el amor que te tenemos. Pensamos que si hacíamos esto, serías feliz. Pero no pudimos mantener mucho tiempo esa mentira— Decía Ruth intentando justificarse. Alejandra, no pudo evitar llorar.
- Quiero que me expliquen lo que pasó.
- Claro. Lo haré ahora mismo.
- No— Dijo Alejandra con dolor— Quiero que lo hagan ambos, quiero ambas partes de la historia.
- Está bien— Dijo con sumisión— Le diré a tu padre que venga mañana a esta hora. Entonces, te explicaremos todo.

Trás decir eso, su madre se levantó del sofá, y salió de la habitación sin decir más. Alejandra secó las lágrimas que salieron de improviso, mientras se mantenía pensativa, para luego retirarse a su habitación. No sabía de dónde salieron sus palabras, pero sabía que se sentía más ligera. La presión que acongojaba su pecho, había disminuído. Pensaba que había dado un paso, que bien, no era hacia adelante, pero si a un lado. Lo cual, cambiaba un poco su forma de ver las cosas.

Así, se quedó dormida. Era una noche tranquila, inusual en sus últimos días. Pero pronto, la mañana llegó, y con su habitual rutina, se retiró a la escuela. Todo transcurrió de manera tranquila, Tamara solo le preguntó sobre su bienestar. Alejandra, estaba en una actitud más normal en ella, así que solo confirmó sus hipótesis.

Las clases continuaron como de costumbre, Alejandra ansiaba que la noche llegará. Al término de las clases, Alejandra se dirigió a su casa, comió algo ligero e intentó estudiar, sin embargo, no se pudo concentrar.

Al cabo de un rato, la noche llegó. Se escuchó el sonido de la puerta abriéndose, inmediatamente, se dirigió a la sala de su casa, esperando a sus padres. Primero, entró su madre, se le veía enojada y algo tensa. Seguido de ella, entró su padre, se apreciaba nervioso e inseguro. Ambos se sentaron, en lugares opuestos, y Alejandra quedó atrapada en el medio.

- Los escucho— Dijo Alejandra con seriedad y firmeza.
- Pregunta lo que quieras, linda. Te diremos lo que quieras saber— Decía sumiso su padre.
- Quiero saberlo todo. Desde el momento en el que se conocieron, hasta el día de hoy— Ambos se miraron con nervios y miedo. Ruth, agregó.
- Es momento de que sepas toda la verdad— Suspiró y continuó— Todo comenzó hace 18 años, cuando mis padres aún estaban vivos. Ellos tenían una pequeña empresa, necesitaban un socio para que la empresa sobreviviera.
- Nuestros padres querían herederos— Interrumpió Maximiliano— Mis padres querían comprar acciones, y tuvimos una cena todos para cerrar el trato. A mitad de la noche, mi padre, sugirió un matrimonio entre ambos, y tu abuelo acepto sumiso. Ninguno de los dos queríamos casarnos, pero fuimos obligados por nuestros padres.
- Al final, la empresa de mis padres murió con ellos. Lo único que quedó de esa asociación, fue este matrimonio— Dijo Ruth melancólica— La empresa de tu padre era muy grande y poderosa, nada le afectó perder la inversión.
- ¿Eso es todo?— Preguntó Alejandra inconforme. Ambos se miraron y Maximiliano, agregó.
- No, hay algo más— Su madre lo interrumpió y dijo de la nada.
- Él no es tu padre.
- ¿¡Qué!?— Exclamó Alejandra confundida.
- Cuando eso sucedió, ya tenía un novio. Teníamos casi un año de relación. Se lo dije a Maximiliano, pero ninguno podía cancelar el compromiso, así que acordamos que yo seguiría en mi relación y con este matrimonio— Empezó a jugar con sus manos por los nervios y continuó— Esperamos que con los años el matrimonio se cancelará. Pero un día, de la nada, nos anunciaron fecha para la boda, y no pudimos hacer nada para impedirlo. Pocos días después, me enteré que estaba embarazada de ti. Maximiliano y yo, pensamos que sería suficiente para no casarnos, pero adelantaron todos los preparativos.
- Entonces, ¿Quién es mi padre?— Preguntó Alejandra agobiada— ¿Se desentendió de mí y me abandonó?
- No— Dijo Maximiliano firme— Los tres acordamos que sería yo quién te criaría, él siempre estuvo cerca, solo que de manera silenciosa.
- ¿Y cuándo pensaban decirme esto?
- Cuando cumplierás 18— Dijo Ruth segura de sí— Pensábamos en esperar casados hasta que cumplirás los 18, pero no pudimos soportarlo más. Era inevitable.
- Entiendo— Decía con seriedad— Que pasen una buena noche.

Sin decir más, se retiró hacia su habitación. Sus padres estaban atónitos, no esperaban una reacción tan tranquila, parecía que no había sucedido nada. Pero en realidad, Alejandra estaba confundida, destrozada, agobiada. Le asombraba como el tiempo había cobijado tal mentira como una realidad. La luz de cada día, solo de enfocaba en una pequeña parte del escenario, mientras las sombras alojaban las mentiras envueltas en la sumisión. Una falsa sensación de felicidad que gobernaba, pero que solo mostraba un lado de la historia.

Alejandra no quería pensar más en eso. Todo lo que deseaba era descansar, esperando que esa anhelada plática no fuera más que un horrible sueño. Quizá, sí se trataba de sueños, de una pesadilla que la perseguiría por el resto de su vida.

El Nacimiento De La PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora