Capítulo 22

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La curiosidad la carcomía, porque era él un fantasma de su pasado, pasado que recién había dejado atrás.

- Ale, no tengas miedo. ¡Ven, abre la puerta!
- ¿Por qué habría de abrir?- Dijo con seriedad.
- Ale, cariño, no pensarás dejar a tu padre afuera, ¿O si?
- Tú no eres mi padre.
- Ale, pero si soy yo. Maximiliano, ¡Tú padre!
- Los padres no le guardan secretos a sus hijos ni los abandonan.
- No te abandoné.
- No te he visto desde hace dos meses.
- Nos divorciamos, ¡es normal!
- ¡Dijiste que eso no nos afectaría!- Exclamó frustrada- ¡Pero lo hizo!, me dejaste aquí a penas tuviste la oportunidad ¿y te atreves a decir que no me abandonaste?
- Ale, por favor, déjame entrar y te explicaré todo- Algo insegura, Alejandra se acercó lentamente y le abrió la puerta- Gracias hija.
- No me digas hija...

Dijo con una actitud firme, él, algo sorprendido, entró el lugar y tomó asiento. Sin embargo, Alejandra se quedó parada frente a él, con una mirada seria, sin mencionar palabra, y sin mostrar sensibilidad o debilidad ante él. El silencio reinaba y la idea de entablar una conversación no estaba en la mente de Alejandra. Su padre, algo tímido, miraba a su alrededor mientras pensaba en un tema de conversación, cuando vio unas fotos rotas en el suelo, de inmediato se acercó a ellas, y al verlas, una gran expresión de sorpresa se dibujó en su rostro, a la vez que un sentimiento de tristeza lo embargaba.

Conocía muy bien las fotos y supo que todas esas eran las fotos del álbum familiar, ese preciado tesoro de la familia, que representaba todos los momentos hermosos que pasaron. Atónito y confundido, Maximiliano exclamó:

 - ¡Alejandra!, ¿¡Qué hiciste!?- Alejandra lo miró tranquila y con la misma actitud, respondió:
- Las quemé.
-¿¡Por qué hiciste eso!?
- ¿Para que guardarlas?, solo son basura.
- ¡Estos son recuerdos, Alejandra!- Exclamó aún frustrado.
-¿Ah si?, ¿recuerdos de qué?, ¿de los momentos donde me mintieron, donde me decían que eran felices pero solo fingían? Pues no, no quiero esos recuerdos.
- Alejandra, ¿de que hablas?
- ¡Ahora no lo sabes!- Dijo enojada- ¿Acaso olvidaste los años en que me decían que se amaban, cuando todo era mentira?
- Ale, eso no -Alejandra lo interrumpió, con un tono de enojo.
- ¿No es verdad? ¡Estoy harta de escuchar que no es verdad!, todo lo que dicen es que no es verdad, ¡pero con ustedes nada es verdad!
- Ale, cálmate, no hay razones para que actúes así.
- Si las hay, pero no estás aquí para saber eso.
- Ale, siempre he estado aquí.
- ¿Dónde estabas el día de mi primera presentación?
- ¿Qué?- Preguntó confundido?
- Que dónde estabas el día de mi primera presentación, te invite con anticipación, ¿dónde estabas?
- Yo... lo olvidé -Dijo bajando el tono.
- Lo único que te pedí es que fueras y no estuviste.
- Lo lamento.
- No lo hagas, pero así como no estuviste, no quiero que vengas a exigirme algo que sabes nunca tuviste el privilegio.
- Pero, Ale, no fue mi intención.
- Tampoco fue tu intención ir.
- Ale, perdóname.
- No quiero que estés aquí, vete.
- Pero, Ale...
- ¡Vete!

Dijo enojada, y su padre, antes de decir palabra, se fue. No dijo nada más, y ella se quedó parada en la sala, con un gran sentimiento de impotencia e ira. No concebía la idea de pensar que aquella persona que tanto quería y apreciaba la tratara así. Podía perdonarle el tiempo que le mintió, pero no que después del divorcio se olvidara completamente de ella, de su existencia y de lo que le había prometido...

Subió a su cuarto, y con el afán de continuar deshaciéndose de su doloroso pasado, fue a su armario a buscar una caja donde guardaba todos sus diarios. Toda su vida estaba registrada en esas hojas, todo lo que le había sucedido desde los 7 años, cuando su madre le dio su primer diario, estaba ahí.

Estaba indecisa, quemar esos diarios era quemar por completo toda su historia, al hacerlo, no podría regresar jamás; hacerlo significaba que borraría por completo todo lo que era y comenzaría de cero todo. El pasado, las historias, lo malo y lo poco bueno se irían en la nada.

Antes de quemarlos con el resto de cosas, decidió sentarse y leer un poco de lo ahí contenía, empezando por su primer diario, escrito a los 7 años, con una chispa y tono que era imposible no saber la edad a la que lo había escrito. Esta primera página narraba el día de su cumpleaños, donde su madre le había dado ese cuaderno, y ella veía como algo inútil registrar todo lo que le sucedía en un cuaderno, que al final se perdería.

Le causaba mucha risa a Alejandra saber que al final, había hecho muchos diarios y que le encantaba hacerlo, en realidad hacia no mucho había escrito por última vez en un diario. Ella continuó leyendo, pero se fue unas páginas adelante, cuando había regresado a la escuela. Narraba lo feliz que estaba por hacer nuevos amigos, y lo feliz que sería al poder jugar en los recreos, el tiempo que pasaría conociendo gente y todas las personas que serían sus amigas. El entusiasmo que había en esas páginas era increíble. 

Una sonrisa se dibujó en su rostro al leer tanta energía, así que decidió continuar. Sin embargo, de haber recordado lo que en esas páginas había, hubiera dejado de leer en ese momento. Aunque al leerlo, lágrimas corrieron en su rostro, junto a un sentimiento de impotencia que pensó había dejado atrás, pero no era así.  

El Nacimiento De La PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora