Capítulo 14

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Al verlo ahí parado, no sabía cómo reaccionar. Le sorprendía que estuviera ahí, pero lo más importante, ¿Qué debía hacer?. Tanta era su incertidumbre, que se quedó congelada a unos pasos de la entrada. Carlos la vió, y se acercó a ella para abrazarla y darle un beso en la frente.

- Hola, amor- Decía Carlos con dulzura a la vez que le quitaba la mochila de los hombros- ¿Cómo te fue en la escuela?
- Bien- Dijo sin saber cómo reaccionar.
- ¿Estás bien?- Agregó preocupado- Te escuchas rara.
- Sí, es sólo que me sorprende que estés aquí.
- ¿Te molesta?
- ¡No, no!, ¡Para nada!
- Vine para llevarte nuestro ensayo en el parque.
- Es algo temprano, ¿No?- Una pequeña risa salió de él, luego continuó.
- Lo sé, pero te extrañaba- Alejandra lo miró confundida y él añadió- Solo extrañaba ver tu hermoso rostro- Carlos acarició la mejilla de Alejandra mientras estas de tornaban rojizas.
- Es muy dulce de tú parte, Carlos. Pero aún debo cambiarme y comer.
- Ve a cambiarte, aquí te espero- Dijo con una radiante sonrisa en el rostro- Después de ensayar, te invito algo de comer.
- Está bien- Dijo algo insegura- ¿Quieres entrar?
- ¿Segura que está bien?
- Sí, mi mamá aún no llega.

Carlos asintió y entró, para sentarse en el sillón y esperar que Alejandra de cambiara. Ella subió a su habitación, y tomó su atuendo habitual para los ensayos, un mallón negro, una blusa de tirantes y unos tenis. A la vez que sacó una pequeña mochila donde guardaba sus zapatos de danza. Rápidamente bajó y lleno una botella con agua, le ofreció un vaso de agua al chico que la esperaba en la sala, él lo rechazó y se fueron al parque en el que ambos acostumbraban practicar.

El camino fue corto y silencioso, y la práctica, mantuvo ese ambiente. Tardaron aproximadamente una hora en repasar algunos pasos. Luego de esa pequeña práctica, Carlos llevó a Alejandra a una cafetería local. A Alejandra aún le parecía una situación extraña, pero no renegaba ni mostraba indiferencia. Pronto regresaron a la casa de Alejandra.

- Ten- Decía Carlos a la vez que le ofrecía su sudadera a Alejandra- Póntela si no te quieres resfriar.

Alejandra recibió la sudadera y continuó caminando. Estaba tan metida en sus pensamientos, confusiones y presiones, que por un momento olvidó lo que había a su alrededor. Caminaba cabizbaja y sin prestar mucha atención, cuando de la nada, escuchó un frenético sonido de un claxon, y Carlos jaló su brazo. Al reaccionar, se dió cuenta que estaba parada en medio de una carrera, y que pudo haber sido atropellada.

Cuando lo notó, Carlos ya estaba llamando su atención esperando una respuesta de Alejandra. Sin embargo, ella estaba confundida e intentando descifrar cómo había sucedido. Ella se encontraba en los brazos de Carlos.

- ¿Estás bien?- Preguntó preocupado.
- Sí
- ¿Qué pasó?- Continuaba preocupado- Te estuve hablando y no me escuchabas.
- No lo sé. Solamente no sé que sucedió o que estaba pasando.
- Vamos a sentarnos un momento

Alejandra asintió y ambos se sentaron en una banca cercana. Ella de veía pensativa.

- ¿En qué piensas, amor?
- En que pude haber muerto.
- Pero eso no sucedió
- ¿Y si hubiera pasado?- Preguntó consternada- ¿Qué habrían recordado de mí?
- ¿A qué te refieres?- Preguntó confundido
- ¡Mírame!- Exclamó consternada- ¡No he hecho nada en mi vida- Carlos la miró y dijo:
- Alejandra, ya has hecho algo.
- ¿Qué?- Preguntó confundida.
- Ayer hiciste una excelente presentación.
- Pero eso no es nada.
- ¿Y como te sentiste?
- Ayer- Dijo recordando- Ayer fue un gran día. Fue la primera vez que puse un escenario, me olvide de todos mis problemas por un momento y pude sonreír como no lo había hecho en mucho tiempo... Ayer sentí la música caminando por mi cuerpo, sentí la satisfacción de haber ensayando por meses y que haya salido bien- Dijo con un brillo en los ojos
- ¿Y como te sentiste al estar bailando?
- Esa fue una sensación indescriptible- Decía mientras una sonrisa aparecía en su rostro- Me sentí viva por primera vez en mucho tiempo.
- ¿Aún así crees que no has hecho nada?- Alejandra lo miró confundida, mientras él añadió- La vida no se trata de dejar una huella, no se trata de reconocimiento, de poder o de gloria; se trata de encontrar el amor y de ser felices.
- No entiendo, ¿Qué tiene que ver la presentación con eso?- Carlos le dedicó una sonrisa y agregó.
- ¿No te das cuenta? Al hablar de la presentación de ayer, tu mirada se iluminó y sonreíste. Se nota a leguas que disfrutaste bailar.
- Sí lo disfrute.
- Dime, ¿Quieres seguir bailando en 5 años?
- Sí- Dijo entusiasmada- Quiero bailar hasta que deje de respirar.
- ¿Lo ves?. Has encontrado tu vocación. Ahora, te daré un consejo; aférrate a la danza, nunca la dejes ir.
- ¿Por qué?
- Porque antes, no conocías la sensación que tuviste ayer, y cuando no la tengas, te sentirás muerta en vida.
- ¿Quieres decir que nunca deje de bailar?
- Sí y no
- No entiendo- Dijo confundida.
- Voy a confesarte algo- Alejandra lo miró atenta mientras él continuaba- Empecé a bailar hace cuatro años, recuerdo que esperaba ansioso los ensayos, las presentaciones y me la pasaba bailando todo el día. Pero por el trabajo de mis padres, nos mudamos. Llegué a este grupo, y ya los conoces. Les importa brillar y sobresalir por su cuenta, no quieren nada más que ser el centro de atención. El otro grupo era diferente, se ayudaban entre todos y no les importaba un lugar en el escenario.
- ¿Eso que tiene que ver?
- A eso voy- Alejandra asintió y el continuó- Cuando llegué aquí, deje de preocuparme por disfrutar de la música y por disfrutar lo que hacía, porque si quería un lugar, debía hacerlo perfecto, no importaba que lo disfrutara. Pronto, perdí toda la pasión que había en mí. Me convertí en un gran bailarín, pero perdí mi motivación- Alejandra lo miró sorprendida, el añadió- lo que quiero decir es que nunca pierdas tu brillo. Desde el primer momento en el que llegaste al grupo, mostraste una dedicación y pasión que contagia. Me recordaste la razón para bailar. El día que pierdas el amor hacia la danza, perderás una parte de ti- Alejandra de quedó callada, él respiro y dijo- Es hora de regresar.

Alejandra asintió y caminaron hasta su casa. Las palabras de Carlos se grabaron en su mente, ahora lo conocía más. Le sorprendía que en algún momento, él se quedará sin motivación. Ver a un bailarín como él la inspiraba, pero jamás pensó que ella lo inspiraba a él.

Por otro lado, Carlos tenía razón. Había encontrado lo que la hacía feliz, y si sus días eran cada vez más complicados, tendría el deseo de vivir para poder asistir a su ensayo y bailar. Viviría solo para poder llegar al Sábado y librarse de la pesada carga que llevaba sobre sus hombros todos los días.

El Nacimiento De La PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora