Para evitar meterse más en sus pensamientos, decidió leer algo para alejar de su mente las ideas tan destructivas. Sin embargo, no podía dejar de pensar en una razón que justificara sus actos. Tenía muchos recuerdos de su madre diciéndole que no importaba la casa en donde vivían, la escuela donde estudiaban o el dinero que tenían; pero la información que ahora tenía, demostraban todo lo contrario. Ella deseaba enfrentar a su madre y preguntarle todo lo que la consternaba, pero simplemente no tenía el valor de sacar todos sus miedos y dudas ante tal persona que antes, le daba tanta seguiridad, y de la nada, había destruido su vida entera.
¿Era tan difícil pararse frente a una persona y decirle el daño que le había hecho? Tal vez antes era diferente, pero en ese momento, quería proyectar seguridad y fortaleza, pero le era imposible hacerlo en ese momento. Sabía que decirle todo a su madre, sería la causa de su llanto. No toleraba un segundo más al lado de personas que le mintieron toda su vida, pero tampoco imaginaba una vida sin ellos.
Para ella, su familia era todo lo que tenía, porque tenía una incluso antes de nacer. Pero, ¿De verdad tenía una familia?. Le guardaron secretos durante 14 años; por ejemplo, el padre que la vió crecer, no era la persona con quien compartía sangre, y la persona con quien compartía su ADN, no representaba una figura paterna en su vida porque solo tenía unos días de conocerlo.
¿Cómo elegir a alguien para llamar padre?, ¿Cómo saber si le decían una mentira o le decían la verdad?. Deseaba que todo fuera un sueño, deseaba que todo se tratara de una pesadilla de la cual despertaría pronto. Tristemente, todo era verdad, cada segundo era parte de sus realidad.
Con el deseo de mitigar un poco su dolor, fue a dormir. Su madre aún no llegaba, pero no tenía la intención de esperarla, simplemente no quería hablar con ella ese día.
Unos minutos más tarde, Alejandra ya se encontraba dormida, y su madre recién había llegado. Ruth la buscó por todos lados, ya que quería hablar con ella sobre su reciente encuentro con Ángel, sin embargo, la encontró dormida. Algo triste, se acercó, se sentó en la orilla de la cama, y le susurró con suavidad:
- Ale, hija mía, perdóname por la horrible vida que te he dado- Comenzó a acariciar se tranquilo rostro, y continuó- Cuando naciste y te tuve en mis brazos por primera vez, prometí hacerte la persona más feliz del mundo, prometí ser la mejor madre y darte lo mejor de mí, así yo fuera infeliz, pero fallé. Hoy entiendo que para que seas feliz, debí serlo yo también. Mi deber como madre es que tú seas feliz, pero jamás te pude transmitir esa energía- Una pequeñas lágrimas comenzaron a correr por su rostro mientras continuaba con la voz entrecortada- Eres la hija perfecta, eres una persona maravillosa, eres la clase de persona que todos desean tener en sus vidas, pero te fallé. Y espero que algún día, puedas entender que solo era yo tomando decisiones por impulsos... Pero más que eso, espero que algún día puedas perdonarme- Se inclinó hacia ella, y dándole un beso en la frente, concluyó- Te amo, Ale. Por favor no dejes que lo que te estoy haciendo cambie el gran ser humano que eres.
Trás decir eso, se quedó mirando dormir a su hija por unos segundos. Sabía el gran daño que le estaba causando, y verla dormir tan tranquilamente, la hacía pensar que eran los únicos momentos de tranquilidad que le quedaban a su hija.
Ella se levantó y se fue a su habitación, se tiró en la cama y suspiró. Se sentía culpable. Todos los días desde que se casó con Maximiliano, eran difíciles y grises, pero Alejandra le recordaba que debía ser fuerte por y para ella. Porque, según Ruth, Alejandra merecía el Universo entero, y ella era su Universo. Sentía que la había decepcionado. Y esa idea venía con el deseo de retroceder en el tiempo para hacer todo diferente. Pensaba que de regresar, sería firme con sus decisiones y tendría la fortaleza de enfrentar a sus padres, que podría tener una vida con la persona que ama, y que la ama; podría ser feliz y hacer feliz a su hija. No deseaba más que terminar con el sufrimiento de ambas.
Se preguntaba también, qué hubiera sucedido si no se hubiera divorciado de Maximiliano. Probablemente, ella seguiría siendo infeliz, pero quizás su hija podría ser feliz. Quería a la Alejandra de antes, la niña dulce, tierna e inocente que hablaba con ella, la Alejandra decidida y fuerte, que le diría todo lo que pasaba a su alrededor; no quería a la Alejandra que ella había destrozado con todos los secretos y mentiras, no quería a la chica fría distante que se había vuelto.
Pese a su gran anhelo, estaba consciente de lo infantil y poco realista que era. No le quedaba más que intentar salir de ello, solo debía intentar restaurar su relación.
La noche transcurrió, y pronto, la luz del día llegó, y ambas hicieron su rutina y se dirigieron al colegio de Alejandra, con un silencio sepultal que no era más que lo habitual. Sin embargo, Alejandra iba más callada y sería de lo normal, se veía agotada, desanimada y un tanto triste.
Al llegar, Alejandra bajó del vehículo y se dirigió a su salón sin pronunciar palabra. Pocos podían notar su cambio de actitud, pero aún existía alguien que notaría eso y más; Tamara. Al verla, de inmediato se dirigió hacía ella. Al principio, Alejandra negaba su malestar, pero al ser incapaz de mentirle a esa persona que la conocía tan bien, dijo lo que le sucedía.
- Ale, dime qué secede. Sé que no estás bien- Repetía Tamara angustiada.
- Estoy harta, Tam. Estoy harta de vivir entre mentiras y secretos, estoy harta de descubrir el fraude que es mi vida.
- Tranquila, aquí estoy. Yo te protegeré.Decía Tamara para intentar calmarla, aunque las palabras que Alejandra estaba por decir, la paralizarían por completo...
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El Nacimiento De La Pasión
RomanceAlejandra es una joven de 14 años sobresaliente en la escuela, ella era la chica perfecta, pero todo se vino abajo el día que los secretos que la rodeaban se descubren. A la par, su carrera en el mundo del folklor comenzaba, pero, ¿será esto sufici...