Capítulo 7

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Las horas pasaban, y Alejandra continuaba en su habitación, afrontando la dura realidad. Pronto sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido del timbre de su casa, así que se asomó por la ventana de su habitación para ver quién era, ya que si se trataba de su padre, no se acercaría siquiera a la puerta. Para su suerte, vió que en frente de la reja estaba su mejor amiga, Tamara.

Tamara era una chica que había conocido cuando entró a la secundaria, tenía cabello negro y unos hermosos ojos grises, era alta y tenía una piel clara y brillante. Ella tenía una personalidad cálida y divertida, si bien, era muy responsable y dedicada a sus estudios, también disfrutaba de jugar y hacer otras cosas que no fuera estudiar. Alejandra admiraba su manera de ser, esperaba algún día ser tan despreocupada como ella. La base de su hermosa amistad era que, constantemente, Tamara le ayudaba a no estresarse tanto en la escuela. El simple hecho de verla en la puerta de su casa, le causaba alegría. Bajó rápidamente de su habitación, y le abrió la gran reja de su casa, para así, darle acceso.

- ¡Tamy!— Decía Alejandra entusiasmada— Me alegra tanto que estés aquí.
- Suenas demasiado formal, Ale— Dijo riendo— ¡Déjate de eso y abrázame!

Alejandra sonriendo, la abrazó, soltando algunas lágrimas, las cuales, no podía saber si eran de alegría o tristeza.

- Mejor entra, Tamy— Dijo separándose de aquel abrazo.
- ¡Vale!— Dijo Tamara entrando a la casa. Una vez en el jardín, preguntó— Entonces, ¿Ahora me dirás qué tienes?— Alejandra la miró confundida mientras Tamara continuaba— No me mires así, sabes a lo que me refiero. Hoy en la escuela estabas muy mal, ¡Así que dime qué te pasa!
- Oh, eso— Dijo Alejandra agachando la cabeza.
- Sí, eso— Respondió Tamara con firmeza— La maestra me dijo que te envió a casa para que descansaras, pero tienes los ojos hinchados, es obvio que no lo hiciste.
- Tienes razón, Tamy. No lo hice.
- ¿Por qué?, ¿Qué sucede?
- Pasa que acabo de descubrir que viví una mentira toda mi vida.
- ¿Por qué dices eso?
- Mis papás están pensando en divorciarse.
- ¿¡Qué!?— Exclamó desconcertada— ¡Pero nunca los he visto pelear, ni mucho menos!
- Yo tampoco, pero mi mamá me dijo ayer que es muy probable que pase.
- No puedo creerlo— Agregó Tamara empatizando con la tristeza de su amiga— ¿Hay algo que pueda hacer por ti?
- Es suficiente con que estés conmigo ahora— Dijo acompañado de una sonrisa social— Al parecer, mis padres han estado pensando en divorciarse desde hace tiempo— agregó con seriedad.
- Lo lamento, Ale. No tenía idea.
- Y no eres la única— Dijo volviendo a agachar la cabeza— En realidad... Algo pasó el fin de semana, pero no te había dicho nada.
- ¿Qué pasó?— Preguntó Tamara intrigada.

Alejandra comenzó a narrarle su caótico fin de semana, uno a uno, iba desglosando sus terribles días. Desde el momento en que llegó aquel Viernes a su casa y su padre no estaba; hasta aquel momento, horas antes, donde había encontrado a su padre. Contar tales sucesos era demasiado difícil para ella, tanto, que no puedo evitar llorar. Tamara la abrazaba y la consolaba, no podía imaginar que tantas cosas tan terribles pasarían en tan poco tiempo. No soportaba ver a su amiga sufrir.

Tamara estaba inmersa en la narración, bajo su punto de vista, Alejandra era gran mujer, fuerte y decidida, que no merecía pasar por todo eso.

- Lo lamento mucho, Ale— Decía intentando consolarla— Quisiera decir más, pero no sé que decir. Estoy impactada.
- Lo sé, siempre he visto a mis papás como mis ideales, personas que me guiarán y estarán ahí siempre— Se estrujó entre sus brazos, y continuó— Pero ahora no sé que pensar de ellos, siento que me han estado engañando toda mi vida.
- Entiendo como te sientes, pero no te des por vencida.
- Es imposible no hacerlo, siempre confíe en ellos más que en nadie. Me pregunto, si no puedo confiar en ellos, ¿En quién podré hacerlo?
- En mí— Dijo Tamara firme— Siempre que lo necesites estaré aquí para ti. Nunca lo olvides.
- ¡Gracias Tamy!— Dijo Alejandra para luego darle un abrazo cálido, Tamara correspondió el abrazo y a los pocos segundos, agregó.
- Deberías descansar, Ale.
- No, Tamy. Quiero que estemos así un poco más, no quiero estar sola.
- Está bien— Dijo Tamara acompañado de un suspiro.

Se quedaron abrazadas durante un rato. El silencio reinaba, pero era un silencio que le daba seguridad y tranquilidad a Alejandra. Por primera vez en días, se sentía tranquila. Pronto, Alejandra cortó el silencio.

- El día en que hablamos por primera vez, ¿Lo recuerdas?
- Sí— Dijo algo confundida, no sabía por qué sacaba ese tema de la nada.
- Estaba sentada en una banca del patio, sola, como siempre. De pronto, llegaste y me saludaste— Dijo melancólica— He de admitir que fuí muy cortante.
- Sí, lo fuiste. Estuve todo el receso intentando hablar contigo— Dijo entre risas.
- Nunca te he preguntado, ¿Por qué decidiste hablarme?
- Me parecías una persona intrigante. Siempre te la pasabas callada en las clases, leyendo siempre algo diferente. Pero cuando se daba la oportunidad nos dejabas a todos callados con tus ideas y forma de pensar— Respondió nostálgica— Recuerdo el debate donde hablamos de los suicidios, tus palabras fueron directas y contundentes.
- Pero no dije nada interesante— Dijo mientras intentaba recordar las palabras que usó aquel día.
- Dijiste: " La vida es algo efímero, que se nos concedió para disfrutar. En el momento en el que no somos felices, tenemos dos opciones; rendirnos y arrojar todo el progreso a la basura, o luchar para salir de los malos momentos".
- Tienes razón, eso dije— Agregó reflexionando.
- Desde ese momento, supe que eras más que una chica callada que disfrutaba de la lectura.
- ¿Y por eso decidiste acercarte?
- Sí— Decía mientras una sonrisa aparecía en su rostro. El recuerdo era agradable— Desde ese momento, comencé a preguntarme qué otras ideas había en tu mente, qué te hacía pensar así.
- Pero ese debate fue a principios del año, y nuestra primera conversación fue casi al final del ciclo escolar, ¿Por qué no me habías hablado antes?
- La verdad, me intimidabas un poco.
- ¿Por qué?
- Siempre fuiste muy reservada, y vi cuando aquel chico te pidió ser tu novio, ¡Casi matas al pobre con tus palabras!
- Pero solo le dije lo que pensaba— Tamara comenzó a reír.
- Sí, pero tus pensamientos son muy directos.
- ¡Él me preguntó por qué no quería estar con él!
- ¡Claro!, y sacaste una lista con casi 100 razones para no estar con él— Decía aún riendo.
- Pero, ¿Eso que tiene que ver?
- Pues me daba miedo terminar como ese chico.
- Pero mira, no terminó así.
- ¡Por fortuna!, mi autoestima hubiera estado por lo suelos— Dijo riendo.
- Me alegra que hayas tomado la iniciativa. ¡Eres muy importante para mí, Tamy!— Trás unos segundos de silencio, Tamara agregó:
- Te admiro, Ale— Alejandra la miró confundida, mientras ella continuaba— Eres una persona persistente y decidida, nunca te dejas derrumbar por los retos de la vida. Para ti, siempre hay una alternativa.
- Gracias por pensar así.
- No es solo un pensamiento, Ale— Dijo sonriendo— Es la verdad.
- Ojalá y tengas razón.
- Ale, puedes permitirte llorar todo lo que quieras hoy, llora hasta que no haya ninguna lágrima. Pero mañana, mañana te levantarás, pondrás tu mejor sonrisa, para enfrentar al mundo, como siempre lo haces.
- No es tan fácil— Decía Alejandra cabizbaja.
- Nadie dijo que lo fuera, pero como tú misma dijiste; tienes dos opciones, rendirte y echar tu progreso a la basura, o luchar para salir del mal momento.
- Eso lo dijo la Alejandra que pensaba tenía todo bajo control, no la Alejandra que sabe que su vida es una mentira.
- Quizás tu vida haya sido una mentira, pero ahora que lo sabes, te toca seguir para afrontar la realidad.
- ¿Pero y si fallo?
- Si fallas, te levantarás y continuarás, como siempre lo haces.
- Eso lo hacía la otra Alejandra— Decía renegando.
- ¡Qué bueno que lo admitas!
- ¿Por qué?— Dijo confundida.
- Porque ahora que sabes cuál es la Alejandra de antes, podrás decidir cuál es su herencia para la nueva Alejandra— Dijo con suavidad, para luego agregar— Amiga, te acabas de quitar una venda de  los ojos, y con ella, derrumbarse una imagen. Pero siempre habrá algún trozo que puedas rescatar— Alejandra se quedó callada, reflexionando cuidadosamente las palabras de Tamara.
- Creo que es hora de irme— Dijo levantándose de su asiento— Tienes mucho en qué pensar.

Así, Tamara se retiró, y Alejandra mantenía sus palabras en mente. Tamara tenía razón, una nueva etapa comenzaba en la vida de Alejandra, una etapa en la cual decidiría su camino. Ahora pensaría cuando y como dar un paso. Sus decisiones ya no eran víctimas de las circunstancias, ahora, las circunstancias eran víctimas de sus desiciones. Aquel títere manipulable, de nombre "Alejandra", había desaparecido de la faz de la Tierra. Se había ido para nunca volver.

El Nacimiento De La PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora