Capítulo 27

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Tras esa conversación, la curiosidad de Alejandra solo aumentaba, y con el paso de los días, Liliana había mostrado una actitud única y sincera, con ella no había ni la más mínima oportunidad de duda, cada palabra la hacía confiar en ella, contrario a la sensación que todos a su alrededor le causaban.

Pasada una semana de su llegada, ambas se habían hecho muy cercanas y Alejandra sentía una conexión especial, sentía que era necesario tenerla en su vida, aunque era incapaz de saber exactamente el motivo. Sin embargo, la palabras de Liliana eran profundas y la sumergían en sus pensamientos, no había frase dicha por ella que pasará desapercibida. Liliana la hacía cuestionarse sobre cómo veía su vida, tenía una perspectiva especial sobre el cambio, lo veía como una oportunidad para crear una vida feliz y diferente y, tratándose de otras personas, la contrariaría de inmediato, pero ante sus palabras no podía objetar nada, era como si tuviera a su lado a un libro lleno de sabiduría que llegaba a su vida en el momento más oscuro.

A pesar de sus largas conversaciones en la última semana, Alejandra desconocía mucho acerca de Liliana pese a su cercanía. Así que un día le preguntó sobre su vida, como había llegado ahí y como había sido ella. No le causaba ningún problema, así que decidió narrarle su vida.

Liliana había nacido en Campeche, sus padres recién habían llegado de Colima cuando ella nació, pero, gracias al trabajo de su padre, solo se quedó 3 meses en Campeche. Los lugares donde había estado eran confusos para ella, pero sabía que había estado en muchos lugares del país e incluso en países como Alemania, Autralia, Francia, Estados Unidos, Colombia y Ecuador.

Hasta donde ella recuerda, en sus primeros años de vida, cada viaje era complicado, ya que implicaba dejar un lugar donde ya había formado buenas relaciones para ir a un lugar donde no la conocían, y ser otra vez la nueva con la que nadie quería hablar, incluso era objeto de burlas y tormentos, era señalada como la rara que no tenía una buena vida y por eso cambiaba constantemente lugares. Decían también que sus padres no la querían y por eso le hacían eso.

Liliana solía quedarse callada, pero un día, harta de las burlas, fue con sus padres y los culpó. Ellos esperaron a que se calmara, y le dijeron que le preguntara a todos ellos si sabían hablar otro idioma, o que otros lugares conocían además de donde vivían. Era una pequeña de apenas 7 años, pero conocía diferentes países y eran incluso capaz de hablar otros idiomas. Llegó a su casa y compartió con sus padres los resultados de su investigación, ellos le hicieron ver qué había algo bueno dentro de su ajetreada vida y que todos la juzgaban porque conocían solo una pequeña parte de la historia, era el fascinante cuento de su vida. Ella pensó por un par de meses sobre el tema y entendió que a su corta edad había tenido la oportunidad de vivir muchas cosas.

- No entiendo —Replicó Alejandra— ¿Qué tiene que ver eso con lo que me dices siempre? Te molestaban y nadie te quería.
- Es sencillo, en ese momento entendí que no podía vivir miserable por un momento de tristeza, cuando he vivido muchas mejores cosas. Los pequeños cambios en mi vida me dieron tanta felicidad como retos, pero al final de cada momento, siempre era feliz —Alejandra continuaba sin entender— Ale, me quedaré poco tiempo aquí, no sé cuánto tiempo esté aquí, pero sé que antes de irme, estaré calmada, los cambios sirven para mejorar nuestra vida porque lo que tenemos no nos sirve para crecer.
- ¿Pero como hago para llegar a ese final feliz?
- Llegarás ahí cuando aceptes que estás caminando ese camino.
- No te entiendo jamás.
- No puedes llegar a un destino al que no sabes que llegarás. Hasta que no veas a tus problemas como el camino a la felicidad, padecerás el viaje.
- Creo que ya te entiendo, pero es complicado.
- Pero créeme, es más fácil que sufrir cada cosa que te pasa.
- Tienes razón.
- Ale, en este poco tiempo me di cuenta de que eres una chica maravillosa, pero te estás hundiendo por un momento que solo te llevará a algo mejor, si sigues así, ni siquiera vas a disfrutar el éxito.

Continuaron conversando por un rato hasta que llegó la hora de la partida, ambas se fueron a su casa y Alejandra repasaba la conversación. Su vida en los últimos meses había estado llena de cambios, sobre su identidad, su vida, su sentir y su realidad.

No confiaba realmente en nadie porque sentía que le mentían, pero era un camino muy solitario el que recorría. No hablaba con sus padres, algunas veces estaba alerta con su novio y su única amiga se había alejado de ella, solo tenía a Lili, pero como se lo había dicho antes, no sabía en qué momento se alejaría de ella.

Al día siguiente, tras mucho pensar y tras estar en silencio, decidió tocar el tema que para ambas era común: los cambios. Alejandra quería conocer la poética y filosófica manera que tenía Liliana de ver ese fenómeno tan normal en la vida, quería saber que opinaba ella sobre el caos que ahora concebía como vida.

- ¿Para qué quiero el cambio? —Comenzó Alejandra.
- Para aprender y mejorar.
- Mejorar ¿Qué?
- Tu vida.
- Mi vida no parece mejorar con el cambio.
- Podrás no verlo, pero es mejor.
- ¿Cómo puedes saberlo?
- Porque ahora sabes la verdad, y eso siempre es mejor.
- ¿Por qué?
- La mentira te limita a qué actúes como la persona que mintió quiere, la verdad te deja juzgar por ti misma y actuar de acuerdo a lo que decidiste mejor, no a lo que otros quieren que hagas.
- Pero eso complica vivir.
- Yo creo que más bien es el comienzo de vivir.
- No entiendo.
- ¿Realmente vives si no eres tú quién decide? Es decir, ¿Cómo vivir si nunca has decido que harás para vivir?
- ¿Pero qué no vives desde que naces?
- Tienes vida desde que naces, pero vives en el momento en el que decides que hacer para vivir..
- Pero estoy sufriendo la mayoría del tiempo.
- Vivir es de las cosas más complicadas, pero no tienes que ser siempre feliz o tener una sonrisa. No huyes de la lluvia, aprendes a bailar en ella.
- ¿Cómo lo hago?
- Aprendiendo
- ¿Qué tengo que aprender?
- Eso solo lo puedes saber tú, nadie te dará la respuesta.
- Pero no sé que tengo aquel aprender.
- Lo sabes, ¿Pero alguna vez te has escuchado? ¿Has escuchado lo que tienes que decirte?
- No hay tal cosa
- ¿No hay o has decido ignorante toda tu vida? —Guardó silencio unos segundos y continuó— Alejandra, la única que va a vivir siempre contigo eres tú, y si no te escuchas a ti, es como si jamás escucharás a nadie.

Alejandra no dijo nada más, le parecía una locura hablar con ella, ¿Era eso posible o solo era una locura? La respuesta era confusa, pero nada parecía tener sentido últimamente. El mundo cambiaba y ella se resistía al cambio, quizás su abstinencia era más absurda que la idea de escucharse, quizás y solo quizas, las respuestas que buscó por tanto tiempo siempre las tuvo y jamás las escuchó.

Todo era cada vez más confuso, y constantemente se sentía desafiada y humillada por no tener sentido de seguridad en su propia vida.

El Nacimiento De La PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora