Capítulo 40: Nadie es mejor que tú.

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Enumero los pasos de primeros auxilios en mi cabeza, el primer paso no puedo hacerlo puesto mi teléfono está en auto así que prosigo:

Compruebo si está respirando pero me alarmo al notar que no, tampoco late su corazón.

—Maldición. —susurro mirando a todos lados con desesperación, tengo que hacer algo, ella no está consciente así que no puedo pedirle toser.

Intento humedecer mis labios y luego tumbo su cabeza hacia un lado para comenzar a hacerle compresiones en el pecho, casi un minuto después y no responde, aún no respira y sus labios están azul al igual que sus uñas.

Intento aumentar las fuerzas de las compresiones luchando con el agua que se escurre junto con mis lágrimas desde mi cabello.

Cálmate Billie.

Cálmate Billie.

¡Maldición se está muriendo!

Le traspaso oxígeno por cada diez compresiones recordando las clases de RCP pero no funciona.

—Vamos Alison. —murmuro poniendo más fuerza y constancia. —Oh dios. —susurro cuando su pecho se alza tras inhalar ruidosamente y luego empieza a toser. Se agita mientras expulsa toda el agua por varios segundos. Suspiro llena de alivio y quito el cabello de mi cara.

Sollozo cubriendo mi cara, por un momento creí que la perdería una vez más.

Ella se queda inmóvil por unos pocos segundos antes de comenzar a llorar luchando con la tos. Está bien, supongo que es normal en estos casos.

No. —Susurra con los ojos cerrados.

—Alison. —Intento consolarla pero niega y cubre su rostro con sus manos. —Debemos ir al hospital.

Está llorando desconsoladamente, sus hombros se agitan a causa de esto y por más difícil que se le hace respirar no retira sus manos de su rostro. Estoy intentando levantarla pero no para de decir que no una vez tras otra, me está asustando. De momento me empuja con fuerza y se levanta torpemente de la arena así que me pongo de pies para guiarla al auto, pero me detengo cuando comienza a correr en dirección al mar nuevamente.

—¡¿Qué estás haciendo?! —me ignora y no se detiene, pretende repetir lo de hace unos minutos.

Siento que el corazón se saldrá de mi pecho por el miedo y la angustia. El agua ya cubre mis caderas y es entonces cuando me aferro a las de ella para detenerla.

—¡Déjame! —Grita entre forcejeos para liberarse pero aumento la fuerza. —¡Que me dejes! ¡Maldición! ¡Basta!

—¡No Alison! ¡Tú detente! —Le grito intentando darle la vuelta y cuando lo logro me encuentro con sus ojos. —¡¿Que demonios crees que haces?!

—¡Eso no te importa!

—¡Claro que me importa! ¡¿A caso perdiste la cabeza?!

No sé cómo pero ha conseguido zafarse y hundirse en el agua pero alcanzo a agarrar sus tobillos devolviéndola a la superficie.

—¡Déjame en paz! —Suplica. —¡Déjame irme! ¡Por favor, necesito terminar con esto!

Siento como un nudo se forma en mi garganta al escucharla intento entenderla pero no puedo. No podría dejarla ir, no podría vivir sin ella.

—Alison, por favor. —la abrazo con fuerza sintiendo mis ojos arder. —No hagas esto otra vez.

—No debes pedirme eso. —Murmura. —Te fuiste cuando te necesitaba, te pedí perdón, te rogué que no lo hicieras. Me mentiste Billie, dijiste que estarías conmigo por sobre todas la cosas, pero me dejaste.

En mi pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora