Capítulo 23: La persona correcta.

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—No sabes como odio amarte. —Dijo antes de dar media vuelta e irse.

No, no, no.

Estaba destrozada, hecha polvo y ni siquiera podía imaginarme como estaba ella.

No podía dejarla ir sin que me perdone, la necesitaba, la necesitaba más que nunca.

Me solté de las manos de Kayla y tiré de una de las prendas del armario, me la puse mientras escuchaba como agarraba sus llaves, cogí uno de los shorts comenzando a deslizarlo por mis piernas.

—¡Alison! —Me llamó Kayla cuando atravesé el pasillo. —Déjala Alison.

La ignoré por completo, ¿cómo podía pedirme eso?

Corrí al ascensor pero ella ya iba bajando al estacionamiento, luché con el insoportable dolor de mi cuerpo y corrí por las escaleras de emergencia.

Cada pisada era un dolor agudo en mi bajo vientre, estaba mareada y tenía ganas de vomitar, pero no me detuve hasta empujar con todas mis fuerzas la puerta de metal. Busqué por todo el estacionamiento hasta que di con su auto, ella estaba adentro y al acercarme lentamente a la puerta la vi, tenía la cabeza apoyada al sillón mientras lloraba apretando los párpados.

Puse mi mano sobre el cristal, al principio no notó mi presencia, llevó una de sus manos a sus labios los acarició suavemente y terminó por cubrir su rostro.

—Billie. —Susurré con la voz quebrada por el llanto.

Ella movió la cabeza en mi dirección y clavó sus ojos en los míos. Una corriente eléctrica atravesó mi espina dorsal, el dolor de mi pecho incrementó cuando noté el odio y la desilusión en esos hermosos ojos azules.

Secó las lágrimas de su rostro bruscamente con las palmas de sus manos, mirándome con resentimiento.

—Billie, por favor.

Giró la llave encendiendo el auto al instante. Dejó de mirarme para ver al frente y aceleró sin moverse aún. Golpeé el cristal en un intento fallido de que volviera a mirarme, en lugar de eso salió a toda velocidad, llevándose consigo lo único que me hizo volver, su amor.

La había perdido.

Lo tenía todo y de pronto me quedé sin nada.

Ella era todo lo que necesitaba.

No logré soportar más el dolor de mis piernas y caí sobre el asfalto, la piel me ardía y el dolor en mi bajo vientre aumentó, levanté un poco la sudadera para ver la herida, la sangre me manchó la mano izquierda cuando la presioné para detener el sangrado.

Dolía, pero no más que la herida que tenía por dentro. Necesitaba a Billie, a mi Ángel.

Necesitaba sus labios y sus brazos para levantarme.

Comencé a toser una vez tras otra sin poder controlarme, me dolía la cabeza y sentía como un ardor subía desde mi estómago hasta mi garganta hasta terminar dejando un horrible sabor amargo.

Uno, dos, tres.

Entonces lo hice, la bilis subió por mi garganta y terminé por vomitarla en el asfalto.

—Vamos Alison. —Susurró Kayla detrás de mí, ni siquiera me había percatado de que había estado a mis espaldas.

Quité rápidamente la mano de la herida, bajé el jersey y limpie mi mano con el short. No había devuelto nada más que sangre junto a la bilis, ya que no había comido en tres días, tal vez Kayla no se percató de la sangre porque no mencionó nada al respecto, solamente me ayudó a levantarme y llevarme al ascensor.

En mi pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora