Capítulo 10: Unas monedas; un Tulipán.

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Los días pasaron muy rápidos, pero finalmente me adapté al trabajo, claro llevándome de los consejos de Billie que me repetía cada vez que podía «Con café todo resulta mejor», y sí que tenía razón.

Recuerdo que una noche, mientras íbamos en su tan reconocido bus —el cual no conocí hasta que viajamos a Chicago— le dije entre risas que tiene una pequeña adicción al café, ella solo rió y me cantó entre risas una pequeña parodia de una de sus canciones. «Te miento si te digo que no. —dijo pensando en lo que le había dicho. —Coffee are, my strange addiction. —Tarareó. Prosiguió imitando la música de la canción mientras movía los hombros.»

Una mañana desperté encontrándome con una elevada cantidad de seguidores en Instagram. Al principio no entendía el porqué, pero al entrar a los stories de Billie lo comprendí, esta publicó un corto vídeo donde me caía torpemente de su patineta mientras ella, Andrew y Finneas se reían, al principio me enfadé pero luego me reí de mí misma mientras lo recordaba al día siguiente, «No tiene nada de ciencia Alison. —Dijo Billie sosteniéndome con una de su manos mientras la otra agarraba la manija. —Solo te impulsas con un pie, entonces cuando tengas gran velocidad lo subes junto con el otro.
—Me caeré Billie. —Murmuré. Pero lo intenté aún apoyada en ella. Tras varios intentos ella me soltó, me impulsé y al momento de levantar el pie perdí el control, al principio con tambaleos para finalmente chocar con algunos equipos que aún estaban en sus maletas. Escuché la risa de Billie mientras corría junto a Claudia en mi dirección esta última con el móvil de su cuñada en manos.
—No tuviste infancia Alison. —Comentó Billie sin dejar de reír.»

No fue la primera vez que estuve en sus historias, puesto un día mientras se grababa yo la regañaba por no dejarme aplicarle bien el maquillaje ya que no paraba de llevarse comida a la boca.

No volvimos a dormir juntas, la mayoría del tiempo el día concluía y si quedábamos de vernos era imposible, porque no despertabamos hasta el día siguiente luego de llegar a la habitación y pegar la cabeza a la almohada por el cansancio.

Aterrizamos en Italia, un miércoles a medio día, en pleno verano, por lo que el calor estaba presente. Cuando llegamos al hotel no dudé en meterme inmediatamente a la ducha.

Unas horas después de descansar me encontraba en la camioneta junto a Billie, la ojiazul me había dicho que quería caminar un poco por las hermosas y antiguas calles del país, no me negaría, de hecho no me negaría a cualquier cosa que me pidiera.

«Suelo disfrutar al doble el tiempo que pasamos juntos, aún sean varios minutos.» «Tómalo en cuenta». Eran las palabras de Claudia que no habían parado de retumbar en mi cabeza las últimas semanas. Y claro que las tomaría en cuenta.

—Es mi primera vez aquí. —Murmuré mientras miraba a través de la ventana las estructuras de la ciudad que estaban iluminadas por los faros.

—¿Quieres ir a algún lugar en específico? —Sonreí ante su pregunta.

Lo pensé bien. Si bien nuca había estado en Italia nunca me antes me había planteado un lugar en específico para visitar en Roma.

—La verdad no. —La miré soltando un pequeño suspiro. —¿Y tú?

—No. —Dejó un tierno beso sobre mi mejilla. —Pero podemos visitar la fontana di trevi es hermosa a estas horas, visitar las plazas, beber un café o cualquier otra cosa.

—Como usted diga señorita O'Connell. —Le dije tras guiñarle un ojo.

Cortos minutos después bajamos de la camioneta seguidas por dos guardaespaldas, no tomó mucho tiempo el que Billie comenzara a llamar la atención de las personas, quienes tímidamente se le acercaban. Al principio estaba bien, pero luego me empecé a irritar un poco, Billie lo notó y se disculpó amablemente diciéndoles que quería pasear con tranquilidad.

En mi pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora