Capítulo 36: En dos días.

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Billie ha estacionado el auto frente a la casa de sus padres y antes de que baje le arreglo un poco el cabello a Arya.

—Te comportarás bien, ¿entendido? Como siempre lo haces. —Ella asiente con la cabeza y sonríe tiernamente. —Volveremos pronto, cualquier emergencia puedes llamarme y a Billie por igual, ¿entendido?

—Sí. —Afirma y extiende sus manos hacia Billie quien la pasó a los asientos delanteros. —Hasta luego mami y Kayla.

Cuando bajan del auto la puerta principal de la casa se abre dejando a la vista a los padres de Billie, quienes miraron hacia el auto pero por el cristal polarizado no lograron vernos. Un enorme perro se lanza hacia Billie y esta lo acaricia por pocos segundos, la madre de la ojiazul toma la mano de mi hija y le sonríe antes de entrar nuevamente.

—Bien, ¿ya tienes su dirección? —Pregunta Billie a lo cual Kayla asiente.

—Está viviendo en la misma casa desde que fuimos la última vez a buscarlo, ¿la recuerdas? —Responde y voltea para regalarme una tierna sonrisa.

—La casa de su padre. —Dice Billie mientras vuelve a poner el auto en marcha.

Tal vez le habría prestado más atención a las calles si no tuviera todas estas cosas en mi cabeza que están a punto de volverme loca. No sabemos cómo vaya a reaccionar Zeth, ni qué dirá, tal vez diga la verdad como puede ser que no.

Hace unas horas hablé con Freya y no pude evitar llorar mientras la escuchaba decirme cuanto me ama, ella ha hecho tanto por mí y solo le he pagado de mala forma.

Casi una hora después Billie se estaciona frente a una gran mansión, en los jardines delanteros se encuentran varios trabajadores y un guardia de seguridad en el portón. Antes de que Kayla baje del auto una camioneta está por salir de la propiedad y al pasar por nuestro lado baja el cristal del conductor dejándonos ver a un hombre posiblemente de mi misma edad.

—¿Billie? —Dice confundido es entonces cuando caigo en cuenta de quien se trata. —¿Qué haces aquí?

—Hemos venido por ti, Zeth. —Le informa la ojiazul.

—¿Qué? —Pregunta aún más confundido que antes.

El cristal del lado de Kayla comienza a bajar y al verla Zeth abre la boca para decir algo pero vuelve a cerrarla, entonces me asomo por detrás de la chica y puedo notar como la sangre desaparece de su rostro que se deforma aún más por su expresión perpleja.

—Hola, Zeth. —Digo.

Se queda estático por varios segundos sin pestañear ni moverse solamente mirándome como si estuviera viendo un fantasma, lo cual teóricamente es cierto. Billie y Kayla rápidamente abren la puerta al ver que él hace lo mismo y al salir de su camioneta empuja suavemente a la ojiazul para entrar quedando junto a mí.

—¿A-a-lison? ¿En se-se-serio eres tú? —Tartamudea llevando su mano a mi rostro. Las lágrimas comienzan a salir de sus ojos y me abraza con fuerza. —Lo siento mucho, de verdad, lamento mucho todo lo que te hice; el daño que te causé, el sufrimiento que provoqué por mi egoísmo, no puedo dormir tranquilo sabiendo que no me vas a perdonar nunca.

Intento empujarlo pero su abrazo es demasiado fuerte hasta el punto de provocar que no respire con regularidad. Billie lo toma por el cuello del traje y lo saca del auto separandolo así de mí.

—Ya sabemos lo que le hiciste. —Le habla Billie poniéndolo de frente a ella. Lo sacude con fuerza y él no hace nada más que llorar.

—Pero lo siento, estoy muy arrepentido.

—¿Por qué no fuiste a la policía entonces? —Le pregunta Kayla.

—¿Qué? ¿Por dejar droga en su departamento? —Pregunta confundido y voltea a mirarme. —Solo quería molestarte y provocar que Billie se alejara de ti, solo eso, cuando te envié la foto antes de tu desaparición sabía que irías rápidamente y que probablemente no resistirías la tentación.

En mi pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora