Capítulo 41: Trato.

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New York,
Octubre 29, 2021.
10:01 a.m.

No me sentía bien, casi no podía respirar y mis latidos eran muy lentos. Quería despertar, pero a la vez prefería quedarme así para siempre y no volver jamás.

Sentí como tiraron de mí con fuerza y me dejaron caer sobre algo blando. Lo último que recordaba era a mi madre, bueno a Stella, intentando suministrarme una cantidad excesiva de drogas.

Finalmente mis latidos se volvieron estables al igual que mi respiración, intenté hacer algún movimiento hasta que abrí los ojos bruscamente. Lo primero en ver había sido el techado de un auto y lo siguiente que apareció en mi campo de visión fue el rostro del señor William, el asqueroso bastado que me torturó y abusó de mí durante tres largos y fatídicos días.

—Ya has despertado. —Dijo tras sentarme en el asiento. —Bienvenida a tu nueva vida.

No podía hablar mi garganta estaba tan seca que ardía. Él lo notó y sonrió con malicia.

—Te informo. —Dijo sacando algo de su bolsillo y terminó dándome un móvil con una fotografía en la pantalla. —Eso que ves ahí es tu funeral, pasó hace unas pocas horas así que Alison Martínez no existe.

Mi expresión se volvió de horror, eso debía ser una broma. Sí me imaginé que luego de lo que había hecho Stella podría morir, pero no fue así, ¿por qué me hicieron un funeral?

—Le dije a Stella que debía estar aquí para que te lo explique ella. —Se quejó cubriendo su rostro. —Verás. Todos te han dado por muerta, creen que cometiste un suicidio por una sobredosis de drogas y te mutilaste parte de tus órganos.

Quería salir de esa Camioneta y alejarme lo más posible de él y de Stella. Quería estar con Billie, sentirla, abrazarla mientras ella susurraba cosas bonitas a mi oído.

—El punto es que, para todos los demás tú, Alison, estás muerta. Así que te quedan dos opciones para elegir. —se acomodó en el asiento para hacerme frente. —La primera es, cambias tu identidad, te vas lejos y lejos me refiero a otro lugar del mundo, no vuelves aquí nunca y podrás quedarte con ese niño que ahora crece en su vientre.

¡No! ¿A caso estoy embarazada de ellos?

La otra opción es quedarte, abortar y poner en peligro la vida de tu Billie. —Sonrió. —Tú decides.

—¿Por qué? —logré preguntar.

—¿Por qué? —repite y mira el móvil. —Una de las razones es que no puedes quedarte, podrías en algún momento abrir esa hermosa boca que tienes y meternos en problemas, y la otra razón la sabrá tu madre. Es extraño ¿no?, el que tu madre te quiera hacer desaparecer.

—No diré nada, ya te lo juré antes. —Dije intentado salir de esto.

—Pero rompiste tu juramento y le dijiste a Stella. —Se encogió de hombros y miró al frente. La camioneta estaba detenida en medio de la carretera y en medio de ella había otro vehículo volcado a causa de un notable accidente. —Así que a partir de ahora eres Lea, Lea Wilson. —Salió y dió media vuelta para sacarme. —Tu esposo era un Noruego amante a las apuestas y en un viaje a América lo perdió todo,m quedando sumido en deudas, ante esto no soportó más y se accidentó intencionalmente con su esposa.

—¡No! —Grité intentado soltarme pero él era más fuerte que yo y su agarre me dolía. —¡Por favor no! ¡Por favor!

—¡Cállate! ¡Si dices algo sobre esto al despertar mataré a Billie y no me importará el trato con tu madre y también le quitaré la vida a Mathew! —Me soltó para que uno de sus hombres lo hiciera en su lugar. —Te irás a Noruega, allí comenzarás una nueva vida, solo tú y tu hijo, agradece que no dejaré que estés sola.

—No metas a Billie ni a mi padre en esto. —es absurdo. —¿Por qué mejor no me disparas y terminas con esto? De igual forma, ya me dan por muerta.

—Stella no quiere. —Respondió frustrado. —Tú vives y ella no cuenta nada de lo que te hicimos.

Sentía como se me revolvía el estómago y lo siguiente que hice fue vomitar salpicando sus zapatos, William gruñó y retrocedió al instante.

—¿Te da miedo que sepan de tus asquerosos fetiches? ¿De tu pedofilia? ¿Le temes a eso? —Intenté burlarme pero no pude. —Tal vez yo no sea quien lo saque a la luz, pero alguien más lo hará, viejo asqueroso.

Sus penetrantes ojos verdes me miraron con ira y luego sentí como estampó su mano contra mi mejilla. Mi vista se volvió borrosa por unos segundos y gemí por el dolor.

—Suficiente. —Dijo y le hizo señas al hombre quien comenzó a llevarme hasta el auto hecho añicos.

Sin esperarlo el hombre me lanzó con fuerza al suelo por lo que caí de rodillas rasgando mi piel, él volvió a levantarme y luego me tomó del cabello y lo último que recuerdo de ese día fue quedarme inconsciente al golpearme la cabeza contra el auto.





Octubre 30, 2021.
7:34 a.m.

Lo primero que vi al abrir los ojos fue el techo blanco, así como estaba mi memoria en ese momento. Sentía que flotaba aún cuando estaba acostada sobre la camilla.

Me tomó segundos darme cuenta de que no estaba sola en la habitación, había un doctor y una enfermera que medía el suero intravenosa.

—Soy el doctor Michael. —se presentó mirándome con cautela, parecía nervioso. —¿Podría decirme su nombre?

Intenté hacer memoria pero no podía, no recordaba nada, absolutamente nada.

—¿Recuerda el accidente? —preguntó acercándose lentamente a mí.

¿De que me estaba hablando este hombre?

—¿Podría decirme su fecha de nacimiento? —Sus preguntas me desconcertaron e irritation porque no sabía la respuesta. —¿Me reconoce?

¿Por qué tendría que conocerlo?

Lo miré fijamente y luego negué con la cabeza.

Él asintió sorprendido y tras un chequeo superficial salió de la habitación sin decirme nada.

A los pocos días me diagnosticaron perdida completa de la memoria, mi mente había perdido el 98% de sus recuerdos, según el doctor se debía a un bloqueo por trauma y la posibilidad de recuperar mis vivencias eran nulas. Tal vez debía sentirme mal por la muerte de mi esposo, pero no podía si ni siquiera lo recordaba. Al menos tenía algo bueno, estaba embarazada, lo cual resultaría difícil de tratar puesto tenía algunas heridas en mi útero por lo que luego de un mes de atención me enviaron a Noruega.

En mi pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora