Capítulo 3: ¿Trabajarías para mí?

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Pensé seriamente escribirle a Billie, pero al momento de entrar al chat terminaba por salir a los diez segundos, y seguido apagaba la pantalla del móvil.

Sí, hacía unos días me había prometido no pensar en ella y convencerme de que no la volvería a ver, pero por más que me obligaba a sacarla de mi mente más le pensaba. El día anterior YouTube me mostró uno de sus videos en sugerencias y por miedo no lo vi, no debía hacerlo.

Mi móvil comenzó a sonar, vi la pantalla y leí Mamá sabiendo lo que me tocaba escuchar. Lo más seguro es que Zeth ya le contó que terminamos. Suspiré profundamente y contesté.

—Hola mamá. —Susurré.

—¿En qué estabas pensando Alison? —Soltó de inmediato.

—¿Qué?

—¡¿Qué?! ¿Eso me dices? ¡¿Qué?! —Gritó por lo que alejé el móvil de mi oído.— Zeth llamó, está devastado Alison y preocupado a la vez.

¡Bien Zeth!

—Mamá...

—Él ha sido muy bueno contigo Alison, peleó con su familia por ti, te ha cuidado y apoyado en todo. —Estaba segura de que no sabe lo demás.

—No entiendes nada mamá, las cosas no son como crees y lamento decirte que no volveré con él, lo siento mucho. —Di por finalizado el tema.

La escuché suspirar y me la imaginé pasando su mano por su cabeza por la desesperación. Zeth supo ganarse el corazón de mi familia, ¿y cómo no? Tiene dinero, es guapo e idiota.

—También me contó de la chica. —Al escuchar eso entré en pánico.

—¿Qué te dijo? —Le pregunté a un paso de ponerme histérica.

—Has estado saliendo con ella y no es buena, Zeth nos dijo que no es buena compañía y que no sería bueno que mantuvieran una amistad. —Al escuchar eso solté un suspiro de alivio.

—Mamá, escucha, ni tú ni Zeth me dirán que hacer ni con quien juntarme. —Murmuré entre dientes.

—Pero es una drogadicta, alcohólica y tiene pinta de lesbiana. —Lo último me golpeó, no era la primera vez que hacía ese tipo de comentarios.

—¿Y Zeth no? —Solté furiosa.—¿Te contó Zeth que se la pasa drogado todos los malditos días?

—Alison... —No la dejé continuar y colgué.

Me eché a llorar por la rabia, tenía que aguantar lo mismo siempre. Sí, quise a Zeth pero no de la manera en la que debía hacerlo, me había acostumbrado a estar con él, mi familia también lo había hecho, y la costumbre es lo peor que puede pasar en una relación. Pero las cosas habían cambiado y no podía seguir con él, no más.

Estaba harta de dejar que los demás decidieran por mí o que estén todo el tiempo diciéndome lo que está bien o no. Ya no era una niña y al parecer mis padres aún no querían aceptarlo. Admito que lo de ser actriz y viajar a Los Angeles fue parte de mi estrategia para alejarme de ellos, no podía soportarlos más, ni sus reglas y tampoco su religión. Realmente no podía durar seis meses más viviendo bajo el mismo techo que ellos.

Miércoles, 9:25 am.

Desperté a eso de las seis y comencé a alistarme para otra entrevista de trabajo. Cuando llegué al lugar eran al rededor de las ocho y me recibieron inmediatamente, pero una vez más recibí la misma respuesta “Te llamaremos”.

Sí vuelvo a escuchar eso por tercera vez me cambiaría el nombre.

Llegué al departamento y lo primero que hice fue desatar la coleta que llavaba, ¡Dios! Sentía que me iba a estallar la cabeza. Fui a la cocina por galletas y me senté frente al Vanity mientras me miraba con lástima en el espejo.

En mi pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora