Capítulo 26: Limbo.

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Respiré profundamente, tiré todo al suelo y corrí hasta Alison. No sabía que hacer, ni que decir, quería tocarla pero ni siquiera sabía donde hacerlo.

—A-amor. —Susurré pasando finalmente mis manos por su cabeza. —Amor, ¿qué-

Me reí irónicamente, tal vez iba a despertar al llamarla, ella me iba a explicar porque estaba ahí, pero todas las esperanzas se fueron cuando toqué su cara pálida y fría como el hielo.

—No. —Susurré palpando su abdomen y su cuello. —No, no, no. Alison, por favor, no, tú no.

El hoddie que llevaba estaba lleno de sangre y lo levanté para ver el porqué, pero un vendaje me prohibía ver la posible herida. Mis manos temblorosas intentaba darle alguna especie de calor que su cuerpo necesitaba.

Eso debía ser una maldita broma, alguna forma de hacerme pagar por tratarla de aquel modo. Ella no podía dejarme así, teníamos tanto que hablar y disculparnos, necesitábamos tiempo para recuperarnos, ella no podía irse, no ahora.

—Amor, vamos Alison. —Agarré su rostro entre mis manos pero terminé pegándola a mí con fuerza. —¿Qué pasó?

—Las drogas. —Dijo su madre entre tartamudeos y con la voz quebrada. —Sabrina la encontró en su habitación.

Sentía que me quemaba internamente, y un vacío insoportable se centró en mi pecho. No quería soltarla, no, la necesitaba conmigo.

—Al parecer se hirió con algo y...

—¡Mamá ya basta! —Gritó Sabrina sentada junto a la puerta.

Abrí los ojos por unos pocos segundos para ver el rostro de Alison.

—Yo se los dije, les dije que ella nunca estuvo bien, ¡nunca me creyeron! —Prosiguió Stella con desesperación.

—¡Que te calles mamá! —Volvió a gritarle su hija.

—¡No! ¡Todos sabíamos de su maldita adicción a las drogas! ¡De como era Alison! —Miré fijamente a Stella, le pedía con los ojos que no siguiera, era suficiente. —¡Se lo buscó! ¡Y tú fuiste la culpable!

Contuve la respiración y devolví mi atención al cuerpo sin vida de mi novia.

¿Stella tenía razón?

Tal vez sí.

—Stella no digas eso. —Intervino el señor Mathew. —Es suficiente.

De haberme quedado con ella, tal vez no lo habría hecho.

—¡No es suficiente! ¡Ya que nunca hablamos de ello en casa, debemos hacerlo ahora!

—¡MAMÁ! —La voz de Brian retumbó en toda la habitación. —¡YA BASTA! ¡NO ES EL MALDITO MOMENTO PARA ESTO! ¿No lo ves? ¡Está muerta! ¡Mi hermana está muerta! ¡¿A caso no lo ves?!

Muerta.

Muerta.

¿Alguna vez han sentido como si se ahogaran? ¿La sensación de desesperación conjuntamente con el dolor y un inmenso vacío?

Así me sentía.

Amaba a Alison y la había perdido.

Dejé a Alison en la camilla y la besé en los labios con las lágrimas cayendo sobre su rostro.

—Te voy a extrañar. —Acaricié suavemente su mejilla. —Nunca pude decirte que tú también fuiste mi ángel. Te amo Alison.

Fue entonces cuando no logré retener mi peso más y caí al suelo con los dedos enredados en mi cabello dejándome consumir por el llanto.

En mi pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora