Capítulo 31: Ser.

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Acabo de despertar con la misma sensación que siento al soñar con unos ojos azules y unas manos tocarme delicadamente por todo el cuerpo, en algunos sueños veo muchos tulipanes y esto no es extraño porque aquí en Noruega hay de esas flores por todas partes. Pero lo que no logro encajar bien en lo otro, podría ser Freya a quien veo en ellos.

—¿Estás despierta? —me pregunta Freya mientras me abraza por detrás.

—Sí. —Respondo acariciando sus manos. —Debo alistarme y a Arya por igual.

—No vayas hoy. —suplica apretando más su abrazo. —Quédate, por favor.

—Estaré mañana todo día libre. —le recuerdo e intento zafarme de su gancho. —Vamos cariño, debo irme.

—Cásate conmigo. —Me pide y me lo tomo como broma. —Es en serio, cásate conmigo Lea.

Sonrío al imaginarlo, sería maravilloso pero aún no estoy lista.

—Sabes que te quiero, pero ahora tengo muchos problemas por resolver Freya. —Le digo volteando para quedar frente a ella, acaricio su rostro y luego beso su frente.

—Excusas. —brama y hace una mueca. Me río ante su gesto y aprovecho para levantarme de la cama.

Voy a la habitación en la que están mus cosas y no veo a Arya dormir, me retiro la bata de baño y la cambio por una bata de dormir, al salir Freya también lo hacía por lo que bajamos juntas.

Hay murmullos en la cocina y los más fuertes son los de Arya. Freya se ríe a la vez que me mira. Apresuramos los pasos y en cuestión de segundos entramos a la cocina encontrándonos con Dagny susurrando algo al oído de la menor.

—¿Qué es tan interesante? —Pregunta Freya interrumpiendolas.

—No es tanto como lo de ustedes. —Comenta Dagny como si nada.

Freya se pone pálida y Dagny suelta una ruidosa carcajada yendo por el café.

—Descuiden no escuchamos nada, ¿verdad Arya? —La niña la mira dando a entender que a penas y sabe su nombre. —¿Ven? Está tan pura como la leche recién salida de la vaca.

No puedo evitar reír y me acerco a mi hija para dejar un tierno beso en su frente, ella levanta la cabeza y me mira con sus hermosos ojos verdes.

—Vamos a darte un baño, debes ir al Jardín y yo debo trabajar. —La tomo entre mis brazos.

—Ya mismo preparo el desayuno. —Avisa Dagny.

—No es necesario Dagny, pero gracias; desayuno en la cafetería y Arya siempre tiene listo su almuerzo allá. —Le informo algo apenada. Dagny es muy dedicada y servicial, yo no me aprovecharía de eso. —Pero sé que Arya le gustaría llevarse un poco de pastel de almendras

—¡Sí! —Afirma la pequeña alzando las manos.

—Bueno, está bien, ahora mismo te lo empaco mi pequeña. —Dice la mujer con emoción.

Suspiro al notar que he llegado a tiempo pero el alivio se esfuma al ver a los dueños de Fuglen en la puerta. Como aún no es mi horario de entrada me quedo en la parada de autobús escolar hasta que este se detiene frente a nosotras. Por suerte Dagny insistió en prepararle el almuerzo a Arya porque según puedo notar lo más seguro es que no abrirían a las ocho el café. Hago una pequeña mueca y me agacho a la altura de mi hija.

—Te comportarás muy bien hoy, y serás buena e obediente, ¿bien? —Ella asiente con la cabeza. Sonrío y beso su frente por sobre su flequillo. —Te amo.

Yo también te amo mami. —responde en inglés y me besa en la mejilla antes de subir corriendo al autobús. —Hola señor Daven, hola seño...

En mi pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora