Capítulo 2: La ruptura.

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Sábado , 11:43 AM.

Aún podía escuchar el retumbar de la música en mis oídos y sentía que mi cabeza podría estallar en cualquier minuto. Moví las mantas a un lado y me senté. Aún llevaba puesta el top de la noche anterior, tenía el cabellos atado en una coleta, o al menos eso era cuando la hice.

Entré al baño y largos minutos después salí en mejor estado, me vestí con algo cómodo y fui a por algo de comer para poder tomar alguna pastilla. Preparé una tostada de pan integral rellena con nada más que queso, e hice un batido verde.

Mi teléfono comenzó a sonar, y no pensaba contestar, sabía que era Zeth y después de lo de anoche no tenía ganas de hablar con él. Minutos después continuaba sonando, lo tomé y efectivamente era él, así que decidí apagar el móvil.

Sábado, 3:00 PM.

Estaba revisando las noticias de Instagram cuando la vi, era una simple foto y se veía tan diferente a la noche anterior, era como ver a dos personas completamente distintas, la que vi anoche reía a todo pulmón, mientras que la que veía en la pantalla de mi móvil llevaba esa expresión de tristeza.

Aún no podía creer que la había conocido y peor aún que mi novio me había golpeado frente a ella.

Sus ojos estuvieron en mis sueños y continuaron acompañándome durante el resto del día, intentaba reprimir aquello pero sentía que la llevaba clavada en la cabeza y no era bueno, no podía pasar por lo mismo una vez más, me lo había prometido, jamás volvería a pasar.

Domingo, 4:30 PM.

Zeth no había parado de llamar, por suerte no había ido al departamento. En los periódicos no encontré empleos a los que pudiera adaptarme, por lo ocurrido el viernes decidí no asistir a las audiciones del sábado y me quedé el resto del día viendo cualquier cosa en la televisión, o eso creía, porque a la vez estaba pegada al móvil viendo el instagram de Billie.

Miércoles, 10:40 AM.

Dejé el edificio completamente decepcionada. Había aprendido a no tener muchas ilusiones luego de recibir un “Te llamaremos” como respuesta. Créanme, nunca lo harán.

Decidí caminar un poco, pasé por una cafetería, luego me detuve en una tienda y me arriesgué al comprar un Jersey que me enamoró a los segundos de ver. Finalmente me senté en la acera y me dispuse a encontrar algún Úber, el más cercano estaba a diez minutos, así que me tocaba esperar.

Unos tres minutos después un auto completamente negro matte se detuvo en frente de mí, al principio no le di importancia hasta que el cristal del copiloto bajó. Sonreí y levanté mi mano derecha para saludarla.

— ¿Esperas a alguien? —Me preguntó Billie sonriendo ampliamente. Llevaba gafas puestas y no permitía que viera sus ojos azules.

— Úber. —Le dije mientras retiraba algunos cabellos de mi rostro.

— ¿A cuántos minutos está? —Soltó el volante y se quitó las gafas.

— Seis. —Le dije y vi el móvil.

Asintió y se inclinó al asiento de copiloto para abrir la puerta. Alcé las cejas y apreté los labios.

— Sube, te llevo. —Dijo. Dudé y ella lo notó.— Sí te hace sentir mejor puedes pagarme lo del Úber.

Reí y tomé mis cosas para luego subir a su auto. Dentro olía súper agradable, tanto que podía durar días ahí dentro. Dejé mis bolsas atrás junto con la chaqueta que llevaba y me ajusté el cinturón.

En mi pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora