Capítulo 31

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Me mantuve despierta hasta comprobar que Zac no se despertará, me levanto despacio y me dirijo al baño para poder lavarme y vestirme además de acomodar algo de ropa en un bolso, salgo de la habitación y entro a la de Tyler, el se alza de su cama de inmediato al verme, él tampoco estaba dormido y lo entiendo perfectamente, es díficil para él tomarse todo tan deprisa, ha pasado la mayoría del tiempo soñando y llorando por Math, él realmente le gusta...

- Iré a salvar a mamá - abre sus ojos sorprendido - te prometo que la salvaré.

Se queda quieto para luego asentir y sollozar un poco, pasa su brazo por sus ojos anunciando sus lágrimas por busca retenerlas, me abraza fuerte y le correspondo antes de salir de su cuarto e irme, paso por entre mi padre y Math que están profundamente dormidos, ningún sonido es emitido de mi parte, si quiero hacer esto debo hacerlo bien.

Abro la puerta y la duda me asalta, quizás esto sea una locura, quizás Zac tenga razón y si voy sola sólo será para que me maten o me dejen igual que mamá y no pueda hacer nada... pero la imagen de mi madre humillada y en peligro me hace enfurecer y ninguna inseguridad me hace dar paso atrás.

Voy hacia el establo que construimos con Zac donde están los caballos que usamos para escapar aquella vez, solo tiene espacio para ellos dos y algo de heno y agua, ellos siguen siendo fuertes animales, aún me dan miedo pero no tengo tiempo para eso, bufan un poco al verme y temo que despierte a los demás pero tomo al que me llevaré de las riendas y lo acerco a mi rostro para que guarde silencio, voy hacia la bodega que tenemos y lleno una mochila de comida, tanto para mí como para el animal, también llevo mantas gruesas, es un viaje largo... Mi celular lo dejé junto a Zac, quiero que se de cuenta de que nada me hará volver.

Me subo en el caballo junto a mis bolsos y me pongo en marcha, corriendo durante largo rato hasta el límite del animal, trato de no sobre exigirle para que no se enferme, así que a ratos lo dejo galopar y caminar, el sol comienza a salir y ya estoy bastante alejada, nos detenemos cerca de un río para poder beber ambos agua y continuar al viaje.

[...]

Hemos viajado durante 10 días y me pregunto cómo estarán en casa, quizás Zac estará furioso conmigo, pero en serio espero que no haya salido tras de mí, pensar en eso me hace seguir avanzando más rápido, al menos le llevo bastante ventaja en caso de que en realidad haya venido, quizás ya ni siquiera quiera verme...

Llego a la que solía ser la casa de Jeanin, hace mucho que no estamos en esta casa, al pórtico de ella habían guardias de mi mad... Del reino custodiando, al verme se sobresaltan y buscan atraparme a lo que no pongo resistencia, la idea es que todos sepan que llegué, aunque la verdad no sé qué tan buena idea sea, solo quiero salvar a mamá.

Me esposa ambas manos y así me llevan por el reino llamando la atención de todos y cuando pasamos por la plaza es cuando se me parte el corazón, está mamá desnuda y desnutrida puedo notar claramente sus costillas, su rostro está desgastado y pegado a sus huesos, su piel está gris y en algunas partes alcanzo a ver moretones casi azulados, son recientes, a penas cubierta por una especie de manta, está toda sucia y su cabello perdió el brillante dorado que tenía y se cambió por un amarillo pálido parecido al heno que comen los caballos además de estar mal cortado hasta la altura de sus orejas, encerrada en una jaula igual que un animal enfermo y sobre los delgados barrotes pusieron un cartel de madera donde estaba tallada la palabra traidora.
Vi como un niño pasaba acompañado de su madre y llevaba una cesta con duraznos, ya se estaban pudriendo, de un momento a otro se los comenzó a lanzar a mamá mientras que la mujer que lo acompañaba reía y la llamaba traidora y ramera, eso bastó para encenderme, me solté de los guardias muy fácil pues también se estaban riendo de la escena, me acerqué al niño estando a escasos centímetros de él con mis llamas encendidas hasta la altura de mis hombros, estuve a tres segundos de arrancarle la cabeza y ver como moría desangrado y aún más quería ver la expresión que tendría su mamá, pero mi instinto no me lo permitió, es solo un niño ingenuo que no sabe lo que hace ¿En que estaba pensando? La madre del pequeño grita asustada y toma a su hijo para correr de ahí, dejando caer la cesta con los duraznos, al menos saber que la asusté me calma un poco, pronto correría la voz de que estoy aquí.

Mi madre se ve perpleja al verme y comienza a llorar, cubriendo su desnudez, pasó de ser la reina amada y adorada a la burla de todo su pueblo, esta raza es despreciable...

- Acabas de llegar y estás causando problemas - se escucha una voz a mis espaldas.

La misma repugnante voz que dijo que me acostara con mi hermano para experimentar con mis genes y poderes.

- Mamá prometo que te sacaré de aquí - ella no responde y solo sigue llorando avergonzada.

Me volteo a ver quién me hablaba y me encontré con ese hombre, ese viejo asqueroso, su sola voz, su sola presencia me da asco.
Los guardias que traían me volvieron a tomar de los brazos, el señor hace una seña con su mano para que lo sigamos, ellos hacen un movimiento brusco y me llevan a la fuerza.

Una vez estamos en el salón reunidos con los otros señores, no entiendo que tanto poder tengan estos ancianos.

- Nos alegra que estés aquí querida - habla uno de ellos.

- Por supuesto - habla otro - esperábamos tu regreso.

- Aunque creíamos que volverías antes - habla un tercero - hace dos años que tú guardia y amigo huyeron también de aquí.

- Debieron estar muy bien escondidos - se coordinan para hablar, creyendo que así se ven más imponentes.

- Espero que pronto traigas a nuestro príncipe nunca vienes sola así que deben estar cerca escondidos - habla quien me trajo desde el centro.

- Estoy aquí sola - busco apagar sus enfermas esperanzas, pero a juzgar por sus rostros, pareciera que no les importa.

- Pero no estás del todo sola - ladean una sonrisa todos al mismo tiempo. - llevenla al laboratorio.

Los guardias de antes me vuelves a tomar de ambos brazos, aunque esta vez me vendas los ojos, dándome la razón de que no pueden correr el riesgo de que descubra donde está su lugar de experimentación.

Damos bastantes pasos, vueltas, subidas y bajadas antes de poder llegar, aunque creo que lo han hecho a propósito para confundirme, traté de memorizar la ruta por donde me llevaban, pero fue inútil fueron demasiadas vueltas.

Al final se que cruzamos una puerta y de inmediato bajamos por unas largas escaleras, se siente la humedad en el ambiente hasta cuando pase mi mano por el barandal para no tropezar, sentí el musgo acumulado en este.
Bajamos un buen rato hasta llegar al final y me quitaron la venda de los ojos... Es una escena horrorosa, hay elfos mutados por todas partes encerrados en jaulas de cristal, algunos tenían toda su piel quemada, casi que parecía un cuerpo asado, otros que se les caía de a poco soltando pus y otros fluidos asquerosos, había una chica que la acaban de inyectar y al segundo su piel comienza a derretirse, no quiero seguir mirando y cierro mis ojos con fuerza es demasiado hasta para mí que solía alimentarme de sangre.

Entro a una sala blanca y limpia totalmente distinta a lo anterior, hay algunos instrumentos comunes de hospital sobre una bandeja al lado de una camilla, me piden que me recuste y con algo de resistencia termino sediendo.

- Tranquila solo tomaremos algo de sangre - me sacan sangre con una pequeña aguja y se retiran dejándome ahí.

Estuve al menos veinte minutos sentada esperando alguna respuesta, hasta que un elfo vestido de una bata blanca entra con una hoja impresa y me mira como si fuera una paciente cualquiera de un hospital cualquiera.

- Dio positivo - habla despectivo - felicidades niña, esperas un bebé.

Errores PerfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora