El duelo

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En mitad de la discusión, mientras yo cogía mis cosas con la intención de no volver más, me dijo que me quería justo después de dejarme claro que debería haberme sacado de su vida hace tiempo. Irónico, ¿verdad? que la misma persona que te daña sea la misma que te quiere curar, que el individuo poseedor de la pistola crea que su bala no será la que impacte en el blanco que él mismo ha fijado.

Tiene gracia pensar que aprendes algo de una situación que se sigue reproduciendo de la misma forma, ya que lo único que puedes concluir de ella es la evidencia de que, aunque falten o cambien factores, el final siempre es el mismo por mucho que quieras cambiarlo. Solo cambia el desgaste, que cada vez es mayor. Quizás por eso no era ese nuestro momento, ni este, ni ninguno. Tal vez nunca estemos preparados para ser algo el uno para el otro que no nos haga daño.

Hay personas que simplemente no están destinadas a estar juntas aunque quieran, que se perjudican más estando cerca, que aunque su energía sea suficiente para hacer brillar toda la habitación, es la misma que les hace consumirse por dentro. Hay drogas duras menos destructivas que esto. Hemos pospuesto el momento demasiado tiempo como para que ahora lo sea y hoy en esta cita solo hay una mesa decorada con flores secas, velas apagadas y dos sillas vacías y llenas del polvo que deja todo el tiempo que hemos perdido esperando a que el otro llegara a tiempo.

Ya lo dije una vez, nunca será suficiente con querer mucho a alguien, si no sabes quererle bien, ni tampoco quererte a ti.

Las cosas que nunca te dijeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora