La estación

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Cuántas paradas tenemos que hacer en nuestro viaje para encontrar nuestro destino. A veces pienso que alguien se equivocó cuando me dió el billete que yo compré directo, porque nunca llego, nunca llega, nunca llegas. Y nunca digas nunca y nunca digas siempre, porque todo es posible, menos tú. Tú no estabas en mi lista de paradas, y sin embargo yo quise que aparecieras en algún lugar. Quise hacerte destino sin ni siquiera mirar. Qué predecible es el final de las cosas que se fuerzan aunque no queramos creerlo así.

Me equivoqué al no revisar el billete, ya me dijeron que este despiste que tengo algún día me pasaría factura, y ahora nadie puede devolverme el dinero y empeño que puse en él. Y mira que me advirtieron que la chica de ventanilla se suele equivocar aposta, que procura dar mal los billetes para que nos esforcemos en buscar el nuestro y no tener que parar, y no tener que tardar. Pero aquí estamos, yo tan de echar a correr, tú tan de ponerme la zancadilla cuando ves que he cogido carrerilla y casi echo a volar.

Pero todo es temporal, todo, y por eso debemos, al menos, elegir bien las paradas que vamos a hacer, que haga calor y los días sean soleados, que sepamos que ahí vamos a estar bien. Ya que paramos, que no sea para jodernos. Y por eso hablo de ti, porque en tu parada llueve, que caen granizos como piedras y tú no quieres que pare la tempestad, y yo no traigo chubasquero ni paraguas que aguanten tanto tormento.

Merezco días de sol, necesito un poco de calor que me obligue a quitarme las capas de miedos que llevo y que me pesan pero no me abrigan nada, aunque yo quiera engañarme pensando lo contrario. Necesito luz y tú, cariño, eres otro túnel más. Otro túnel oscuro al que se le fundieron las luces y nadie vino a cambiarlas porque no quiso avisar. Y por eso hay un accidente en tu interior que nadie pudo socorrer. Y yo así no puedo.

Gracias a la chica de la ventanilla por seguir jodiéndome la vida, gracias a ti por hacerme aprender un poco más (que algo bueno tenía que sacar de aquí) y gracias a mí, sobre todo a mí, por recordarme ahora sí, que merece la pena esperar un poco más dentro del tren si la parada no es como esperábamos.

Ojalá algún día haga sol en ti y alguien decida hacerte destino.

Todo es cuestión de suerte.

Las cosas que nunca te dijeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora