Las cosas que nunca te dije

Tienes perlas en la cara.

¿Sabes esa sensación cuándo ves o haces algo por primera vez? Cómo...no sé, tu primera palabra, la primera vez que viste una flor, que probaste el chocolate o que dibujaste tu primera letra y todos te aplaudían. En realidad nadie recuerda eso. Demasiado tiempo y poca conciencia de por medio.

Pero esa sensación es la más bonita del mundo y yo lo sé a ciencia cierta. Lo sé porque es la que tuve cuando te vi por primera vez, estoy segura de que no hay nada igual, que nada se puede comparar a ello. Yo con una camisa oversize verde, y tu allí enfrente, sentada en un cajón tocando las palmas. Sonriendo como no. Qué preciosa estabas. Lo recuerdo y sólo me sale llorar. Estabas guapa a rabiar, aunque yo te repitiera una y mil veces más que las fotos no te hacen justicia, porque no te la hacen, eres increíble en persona. Aún más a centímetros de mi cara, sonriendo, pidiéndome un beso más antes de dormir. Creo que me he estancado y ya sólo sé escribir sobre ti.

No eras la más guapa o eso decías tú, pero las estrellas se apagaban si tu sacabas a pasear tu sonrisa por las noches. Y siempre sonreías, siempre con las perlas en la cara. No tenías un cuerpo escultural, pero que bien te quedaban mis camisetas anchas para dormir aunque siempre amanecieras desnuda. No eras una persona seria y de hecho te excedías con el cachondeo, pero qué falta hacen en este mundo más personas como tú, que no se tomen la vida tan en serio. No eras perfecta ni para el mundo ni para ti, pero sí para mí.

Debería haber tenido la brújula preparada para cuando decidieses huir, porque ahora he perdido el norte y no sé encontrarlo sin ti.