Cap. 16

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  • Dedicado a Cituju Alvarez
                                    

Me despertaron los trinos de los pájaros y el sol que entraba por la ventana y me desperecé hasta notar un cuerpo a mi lado, parpadeé confusa y miré a su dueño.

-Buenos días preciosa – sonrió Ablace apartándome el pelo de la cara, estaba recostado mirándome.

-Buenos días ¿llevas mucho despierto?

-Bastante – asintió

-¿Y por que no te has levantado?

-No quería despertarte, estabas tan tranquila… me gustaba mirarte ¿no te acordabas que estabas aquí, no?

-Primero no – admití con una inocente sonrisa.

-¿Tienes hambre?

-Un poco. Ablace, ayer yo…

-No te preocupes, creo que tendremos que hablarte de algo, pero ahora ve a cambiarte, te esperare a bajo.

-Vale.

 Me levanté y me puse una camisa que Ablace me dejó y me fui a cambiar tras una ducha y bajé al comedor. Lo primero que hice fue buscar a Azrrael a él no le vi pero si volví a sentir que me vigilaban y eche un vistazo por todo el comedor y algunas caras me parecían sospechosas.

Tras un par de días presté atención y veía sombras torcer cuando giraba la cabeza, no lo comenté con nadie, ni siquiera a Azrrael al que no veía desde que volvimos pero dejo una nota para mí diciendo que en unos días estaría de vuelta, la reunión con Ablace y mi tío se pospuso ya que tuvieron que atender unos asuntos urgentes y yo me sumí en mi trabajo hablando de vez en cuando con Ezequiel que quería estar al día, comimos juntos un día. Estaba bloqueada frente a la pantalla azul del ordenador, tenía que salir del hotel para evadirme, además tenía que ir a la biblioteca para comprobar unos datos, así que cogí el coche y me fui hacía la ciudad. Al cabo de un rato tuve la certeza de que me estaban siguiendo, era un jeep negro con las lunas tintadas, aceleré y me metí en un hueco para despistarles pero justo cuando salía el jeep enfilaba hacía arriba de nuevo y al ver mi coche paro en seco y giró, volví a acelerar y juro que vi brillar un arma por la ventanilla medio bajada, no espere a oír el disparo iba sin control carretera abajo rezando para que ningún coche se cruzara conmigo de subida pues en las curvas invadía toda la calzada, el latir de mi corazón me golpeaba las sienes, ya tenía el coche pegado atrás y me envistió, el golpe fue fuerte, grite y aferré el volante, el otro vehículo acelero y se puso rueda a rueda, esquivé el primer golpe, pero el segundo casi me echa fuera de la carretera, volanteé, el cuello me dolía del golpe, aceleré y justo cuando volvía para embestirme frene y pasó de largo perdiendo el control al golpear yo su lateral trasero, aproveche para sacar ventaja ya que colisionó con una roca y quedo parado, creía que su radiador sacaba humo, pero no iba a esperar a comprobarlo, aceleré todo lo posible, miré por el retrovisor y durante un rato no hubo señales de mi perseguidor, suspiré relajándome hasta que por el rabillo del ojo pude ver el auto negro acercándose. 

-¡Joder!

 Ni siquiera recordaba haberme salido de la carretera ni haber tenido el accidente, solo notaba el sabor de la sangre, cuando abrí los ojos tan sólo veía hierros y la tierra arenosa del camino, el coche había volcado y olía a gasolina derramada, tenía que salir de ahí, me solté el cinturón como pude y me golpeé contra el techo, me dolía todo el cuerpo, intente sacar las piernas pero tenía el pantalón enganchado, tire ahogando un grito de dolor y volví a tirar con todas las fuerzas que pude y pateé lo poco que quedaba de la luna del coche y como pude salí reptando, el dolor me sacudió, intente ponerme en pie apoyándome en la pared de roca, ahogue un grito, estaba mareada, el móvil no funcionaba y no había nadie en quilómetros (que no fueran los que me perseguían) así que debía andar bajo el sol abrasador, no se cuanto conseguí andar, pero si se que me desplomé y quede sin conocimiento.

De vuelta a la Tierra - IntroducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora