Cap. 13

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Sus palabras me agitaron, fue un aguijonazo directo a lo más profundo de mi alma iba a hablar cuando Baistet, la anciana a la que no había prestado atención expulso el humo que había aspirado frente a mi cara, este me rodeó, olía extraño y me mareo al instante, tosí mientras ella seguía expulsando el humo que aspiraba de una pipa sobre mi mientras me iba rodeando, estaba aturdida, los músculos perdieron toda rigidez y las piernas me fallaron cayendo de rodillas pues me había levantado, a lo lejos escuchaba una flauta y percusión algo rítmico y soporífero, las mujeres se dieron las manos y giraron en corro al mi alrededor, no entendía nada, no podía moverme, estaba paralizada, hechizada por aquellas notas y no era capaz de apartar la vista de ellas mientras daban vueltas, extendí la mano abriendo la palma hacia Azrrael, Abraham que estaba situado junto a él situó una mano frente a su pecho haciéndole permanecer en su sito, se dijeron algo pero no lo podía oír, tan sólo escuchaba las voces a coro de ellas pero no entendía que decían, cada vez giraban más deprisa, mi cuerpo se estremecía, quería gritar, las mujeres alzaban más las voces y la música hacía lo mismo, se que gruñí, quede tendida en el suelo, me agitaba intentado luchar contra sus voces, luchaba por no cerrar los ojos, sabía que estaban efectuando un ritual, quede boca arriba y vi sobre mí la estrella, me incorpore un poco y arqueé la espalda, la blusa se abrió y la falda estaba tan revuelta que dejaba ver uno de mis muslos, bufe, hasta diría que parecía un vampiro de las películas con los ojos brillantes y los colmillos afilados, era la sensación que me daba, no era yo, no controlaba mi cuerpo, gemí, miles de imágenes incomprensibles se agolpaban en mi cabeza sin orden ni concierto, sentía miles de punzadas por el cuerpo, todo era irreal, lejano y etéreo, no estaba simplemente, era como estar fuera de mi cuerpo viendo que sucedía desde fuera como un espectador en el cine.

-Es demasiado poderosa Hat’Dor y esta descontrolada, no podremos retenerla mucho más así esposo.

-Sí, no debéis olvidar quién es querida, pedirle amablemente que coopere, necesitamos un poco más de tiempo. Con la fuerza no conseguiremos nada.

-¡Ahora no está precisamente en su lado bueno para pedirle un favor Hat’Dor! Hay que imponerse.

-Déjame a mí – reconocí la dulce pero firme voz de Bashy, mis ojos se clavaron en los de ella que pareció soportar un dolor inmenso pero hizo que mi cuerpo se relajase y el movimiento de mi respiración era ahora rítmica. Desconocía que me estaban haciendo.

-Mi Brujita de ojos de gata… te han querido dejar a oscuras pretendiendo tu bien y te han hecho un mal peor. No sabe nada de su poder, sólo lo que el instinto animal puede liberar, su energía esta encerrada y debe ser liberada, se aproxima el momento y su poder esta creciendo demasiado para que pueda soportarlo ahora tal y como esta, debemos liberarla y no será nada fácil. La esta devorando con ansia, los oscuros son fuertes en ella – el circulo se había estrechado y sentía que me asfixiaría. 

Todo se volvió aún más confuso luego, borroso, quería gritar pero de mi garganta no salía ningún sonido, luche contra ese dolor, miré a Azrrael en busca de ayuda, estiré la mano todo lo que podía arañando el suelo para intentar escapar de ahí, por fin pude gritar y grite como una posesa, Azrrael se mantenía firme donde estaba murmurando palabras que no comprendía pero apretaba el puño, volvía a oír con claridad la música, Bashy me cogió la mano y me ayudo a incorporarme y me guió hasta el centro del circulo que se había vuelto a expandir, ella empezó a danzar y mi cuerpo se unió a la danza, oía el crepitar del fuego, la hoguera era enorme y las llamas se alzaban imponentes al cielo crepitando.

- Baila conmigo hermana – me decía.

Bailaba alrededor de las llamas que parecían explosionar al compás brillando ahora rojo, ahora naranja, azul, violeta. Gold estaba sentado bien erguido sobre un cojín rojo presidiendo el ritual, su maullido gutural resonó en el lugar, yo giraba y danzaba cada vez más frenética hasta que el tambor tocó su último acorde y caí tendida boca arriba como un saco sobre las rodillas de Azrrael que amortizo la caída poniendo las manos y dejándome sobre él. Me hizo un corte en la muñeca. Una vela se encendió en cada punto cardinal, una estrella de siete puntas apareció trazada en la arena y sobre cada extremo se deposito un elemento, agua, tierra, aire, fuego, sangre (mi sangre), una extraña flor y una daga. Algo en mi interior pugnaba por salir al exterior como una ola violenta contenida por las rocas, la presión era demasiado fuerte para aguantarla grite, sentía que me resquebrajaba, la fuerza y el alma se escapaban por una puerta que empezaba a ceder, Azrrael puso una mano sobre mi frente y otra sobre mi estomago y empezó a recitar de nuevo, todo daba vueltas pero su calor me mantenía unida a la tierra, miles de voces espectrales retumbaban en mi cabeza de nuevo como un torbellino imparable, veía miles de símbolos desconocidos brillar sobre mis ojos y ese dolor irrefrenable me estaba matando, era un éxtasis extraño que me poseía sin fin penetrando en mí, un placer extremo y un dolor infinito, algo estallaba en mi, se liberaba de sus cadenas una conciencia una fuerza, intente moverme, las mujeres sujetaron mis piernas y las separaron conseguí arrojar a una al suelo y arañe la mejilla de uno de los hombres que querían sujetarme las muñecas, sentí que vertían algo sobre mi pelvis, el liquido resbaló hasta el pubis, me estremecí  y empecé a gritar zarandeándome, sentí como unos dedos se introducían en mí envueltos en algo, grite de nuevo pidiendo que por favor me dejasen, sentí como las lágrimas rodaban por mis mejillas, se dijeron algo y me soltaron las piernas, las voces seguían pero ya no podía ver nada, ni sentir ni oír, se que me enrosque sobre mi misma y una imagen empezó a hacerse nítida en la lejanía era un monte, un monte plagado de cadáveres, en lo alto de el había un tablado y encima había un guerrero, a causa de la cota de mallas y la ligera armadura no se podía definir nada en su talle, el casco ocultaba su cara, frente a este de rodillas y con las manos atadas tras la espalda había un hombre a quien no le veía la cara con claridad, el guerrero alzó la espada, y tras el yelmo podía adivinar una malvada sonrisa, el hombre suplico pero de un rápido movimiento el otro le atravesó el corazón con la espada y luego le cerceno el cuello, grite, intente impedirlo pero la espada paso entre mis manos como si fueran aire, el caballero de negro y con capa roja llevo su mano bajo del casco y se lo quito, el pelo largo y rubio ondeo al viento y los ojos verdes centellearon como faros, la sangre le había salpicado incluso con el casco y con la lengua lamía los restos que había sobre sus labios con morboso placer, sonrió satisfecha y creí morir cuando vi que era yo misma, grite a pleno pulmón y desperté violentamente, me convulsione, un gusto amargo vino a mi boca y sentí arcadas, no podía ser, no podía, me levante tambaleante y seguía viendo la sangre en mis manos y no podía parar de gritar y con mi grito sentía que subía emergiendo con mi voz una fuerza como un rayo que salió disparado y exploto en una deflagración devastadora, tras eso me desplome como una niña indefensa sobre el suelo mientras aquella fuerza se expandía en mis entrañas, lo último que recuerdo era que recobre la conciencia y estaba tendida como si me hubiera dormido ahí en el circulo con el resto de personas y que no recordaba nada concreto, era como un sueño velado, bajo la cabeza tenía un cojín y Gold estaba acurrucado conmigo y Bashy me acariciaba el pelo mientras cantaba una canción muy hermosa. Parpadeé y me incorporé confusa frotándome los ojos.

-Bienvenida Urd – sonrió Hat’Dor, no se si me lo pareció a mi o se veía más viejo y cansado.

-¿Me dormí?

-Tranquila, no pasa nada – respondió Bashy que jugueteaba con mi pelo y empezó a trenzarlo y a ponerme florecitas.

-Lo siento… yo…

-No debes disculparte por nada pequeña.

-Toma, te sentará bien – Abraham me tendió una taza humeante de lo que parecía té, lo olí y su olor me echo un poco atrás pero me lo bebí y sentí como me relajaba.

-Esta infusión la hacemos nosotros mismos con unas hierbas que cultivamos y que tiene propiedades muy buenas, tiene un sabor peculiar pero es bueno – explicó la mujer de Hat’Dor, Isis.

-Mañana nos acompañaras al lago, hemos de poner guapa a la novia y nosotras también claro – rió Bashy – Vamos, es tarde, tu dormirás con las jóvenes iniciadas – me tendió la mano que acepte y me deje llevar arropada por todas ellas mientras miraba por encima de los hombros a Azrrael y ellas rieron no se por que pues no me prestaban atención cuando mire disimuladamente, que yo supiera.

-Es un juego muy peligroso Azrrael, procura jugar bien tus cartas y no errar el bando – creí oír hablar a Hat’Dor, pero casi era un murmullo pues me estaba durmiendo con rapidez - Y tu hijo mío, no hace falta que te diga nada, ya sabes cuál es tu cometido, protégela con tu vida si hace falta. Ya ves Azrrael que hablo abiertamente y sabes lo que significan mis palabras, no hablaremos ahora del pasado que te persigue pues es el futuro el que importa ahora y que esta por escribirse en la gran rueda. Es muy bella, eso no puede negarse y eso lo hace más difícil pues todo hombre la deseará aún más. Es muy vital, ardiente y algo inocente. Alargad un día más la estancia, ha de fortalecerse bajo la luna de este enclave.

De vuelta a la Tierra - IntroducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora