Cap. 19

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  • Dedicado a Luisa Fernanda
                                    

-¿Cómo te encuentras? Por lo que me han contado el accidente fue muy fuerte – me preguntó Iset pasándome otro plato para enjuagar.


-Estoy bien.

Entonces me pincho con un dedo en el costado por lo que me encogí y nos echamos a reír.

-¡Ay!, Vale, un poco magullada lo admito – sonreí – Pero ya esta.


-Te recuperas deprisa y eso me alegra porque así podremos practicar juntas si te parece.


-Si, me gustaría mucho.


-Y nosotras podemos enseñarte algo de nuestras artes – me miró la abuela de Iset – Vamos pequeña, ya sabes a que me refiero, no me mires con esa cara.


-Será un honor - asentí 


-¿Quieres que mi madre te lea el poso del te? Es muy buena.


-No creo que me de muy buenas noticias – sonreí con tristeza.


-Iset, Urd debería hablar antes con los suyos de muchas cosas y esto va por vosotras dos – las regaño la madre de Iset – Y ahora ve con ellos a sentarte, estas cansada y debes mantener reposo. Nosotras ahora llevaremos el te. Urd ¿recuerdas que paso antes de llegar a casa?

-Vagamente.


-Anda ve.

Obedecí y me dirigí al comedor deteniéndome junto a la puerta observándoles a todos que enmudecieron, me cruce de brazos y les miré desafiante ya estaba harta de tantos secretos y de que me dejaran a parte como si fuera una niña, aunque realmente en ese momento poco me importaba lo que me podían decir estaba algo pasota o quizás era mi propio método de bloquear todo aquello, la mente humana es un misterio.

-¿Puedo sentarme o queréis seguir solos?


-Ven – me invitó Azrrael a sentarme junto a él.


-Disculpa Omar por mi comportamiento.


-No tengo que disculpar nada me hago cargo, además como si estuvieras en casa – sonrió mirándome con sinceridad cosa que agradecí – Voy a por unos licores.


-¿Dónde esta Ezequiel? – pregunté


-Ha tenido que irse, luego volverá – respondió mi compañero de asiento, yo no dejaba de mirar a mí tío que seguía sin mediar palabra con el rostro ensombrecido.


-¿No quieres hablar verdad? – le acusé y no le deje tiempo a replicar – ¡No! No digas nada, déjalo, cuando lo veas conveniente ya me lo explicarás, sólo espero que sea antes de los treinta. 


-Urd…


-Que no, que da igual, no importa, vosotros sabréis, yo ya me las he apañado siempre desde la ignorancia. Siempre me sobreproteges, no soy tan frágil como crees, soy mayorcita. Antes eras diferente conmigo, fuiste cambiando poco a poco y no se que ocultáis ni que cosas raras hay pero a mi ya me da igual. Pienso seguir con mi vida y no me voy a amargar. ¿Por qué me excluisteis de la familia?

De vuelta a la Tierra - IntroducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora