Cap. 8

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  • Dedicado a Irene Comendador
                                    

Era Azrrael, me giré con una sonrisa y me acerque hasta su mesa.

__¿Puedo sentarme? – pregunte – Lo siento…

__No pasa nada, creí que no vendrías al tener la cena.

__¿Y Abraham?

__Se fue a dormir, estaba cansado, es tarde.

__Lo siento, discúlpame ante él por favor.

__Eh, tranquila, no pasa nada – sonrió – es normal, tú tenías trabajo.

__Si bueno…

__Te fuiste de fiesta- afirmó

__¿Cómo lo sabes?

__Bueno, yo también se lo que son las cenas de negocios – sonrió picaron

__Vale, si lo admito, luego me fui de fiesta.

__Bien echo. ¿Una copa?

__Uh no, creo que ya he tenido suficiente alcohol por hoy. ¿Me ves distinta de aspecto? – le pregunte recordando el comentario de tío Akesh

__No. ¿Por qué?

__Por nada…

Hablamos hasta casi bien entrado el amanecer luego nos retiramos a dormir, no conseguí descansar muy bien pero tampoco recuerdo si soñé alguna cosa. Cogí el móvil de la mesita y mire la pantalla, tenía un mensaje, por fin habían arreglado las comunicaciones, me levanté y me duche, me puse una blusa sin mangas de estilo japonés y la falda a juego con la americana y salí cogiendo el bolso, si me daba prisa llegaría a tiempo a la reunión, bajé las escaleras todo lo deprisa que puede con los zapatos de tacón y me recogí el pelo con la pinza, llegue al mostrador y pedí las llaves del otro coche que había pedido. Apuré el baso de zumo que le cogí de la bandeja a un camarero y me metí en el coche.

El motor rugió, puse la radio y conduje cantando como una posesa carretera a bajo mientras veía como el cielo iba encapotándose cada vez, tenía la sensación que de un momento a otro se vendría abajo, acelere, no tenía buena pinta y teniendo en cuenta lo sucedido últimamente no iba a quedarme en medio de esa carretera con una tormenta de vete a saber que. Un rayo estallo frente a la carretera, agarre con fuerza el volante y subí marcha, el estruendo del trueno cubrió todo el lugar, creí que había oído crujir la carretera bajo las ruedas, miré por el retrovisor y vi despeñarse unas rocas, otro trueno y el agua empezó a caer tímida sobre el parabrisas, apagué la radió pues ahora era todo interferencias y seguí bajando la serpenteante carretera, no recordaba que era tan estrecha, quizás debería haber cogido otro coche en ves del todo terrero, el viento soplaba con fuerza, oí ruido de tierra viniéndose abajo, mire de nuevo por el retrovisor y vi una avalancha de tierra y rocas que cubrían parte del carril de subida,  di un volantazo al volver la vista al frente, una enorme roca se precipitaba sobre el coche, di un trompo al perder el control pero conseguí esquivarla y volver al centro de la calzada, estaba tan oscuro que tuve que poner las luces, y juro que parecía que fuera de noche, las continuas descargas eléctricas de los rayos iluminaban la carretera que parecía querer tragarme, abajo, el valle apenas era visible salvo cuando otro rayo caía, más truenos y con el último  la tromba de agua fue implacable, casi me salí de la carretera pues no veía nada, los limpias no daban abasto y hacía un frío increíble, puse la calefacción y suspiré al llegar al cruce de la carretera  principal que me llevaría hasta donde me esperaban Omar y mi tío, Ablace estaba ya allí, la avioneta sufrió un percance al aterrizar para repostar pero pudieron solucionarlo a tiempo para estar ya hoy aquí, estaban bien me habían dicho, baje marcha y aceleré una riada de agua venía directa de la montaña hacía el coche, volví a subir la marcha y torcí por el primer desvió para salir del curso del agua, puse punto muerto y el freno de mano y me serené para conseguir orientarme y ver algo entre la lluvia, cuando lo conseguí volví a avanzar más lentamente, se estaba haciendo eterno el viaje, por fin llegue, el edificio se recortaba contra el cielo como un fantasma, baje del coche justo cuando el portero me tapaba con el paraguas que no servía de nada, nos apresuramos y justo cuando me disponía a darle las gracias y colocarme la ropa bien nos quedamos sin habla, el agua se había vuelto roja, una cascada carmesí se vertía por delante de nosotros y el suelo era una alfombra cubierta por ese líquido como una botella de vino vertida.

De vuelta a la Tierra - IntroducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora