Cap. 28

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- Aquí podrás estar tranquila – me dijo girándose para irse.

- ¡No te vayas! – lo miré angustiada.

- Urd…

- Quiero estar contigo, me siento bien cuando tú estás cerca… estoy tan cansada de esta locura – se me humedecieron los ojos de nuevo y me mordí el labio impotente.

- Me quedaré contigo – dejo las llaves sobre la mesita de la entrada con un repiqueteo – Pero entonces sé lo que ocurrirá – yo le mire esperando – Que ya no podre separarme de ti Urd, ahora tú eres todo mi mundo. Sólo tú haces que recuerdo todo lo bueno, tu haces que se por fin quien era… Ya no quiero contenerme más… - dijo.

Y arrodillándose frente a mí que estaba sentada en el borde de la cama, rodeé su rostro de ángel con mis manos y me perdí en la infinidad de esos ojos dorados que brillaban con un fuego intenso, cerré mis manos tras su nuca cuando se acerco y cerró sus jugosos labios sobre los míos, de nuevo ese fuego que me consumía ardió avivado por sus besos, sentí su lengua buscando la mía, le correspondí con la misma pasión, la misma entrega y el mismo deseo, mi cuerpo temblaba con su tacto, el corazón parecía que tenía que salírseme del pecho, me tumbo sobre la cama, extendí un brazo y el cogió mi mano, parecía que la cama se me tragase, me estremecí cuando otra mano alcanzó mi cadera, me arqueé al contacto de sus dedos en mi vientre deslizándose hasta mis inglés, la pelvis… sus labios ardientes en mi cuello y mordisqueándome la oreja como a mí me gustaba, gemí, no podía mantener los ojos abiertos con lo que me hacía sentir, tenía las mejillas encendidas, me senté besándole y deslizando mis manos por su cuerpo, le arranque el jersey y lo arroje por ahí. Cerré mis labios en su fuerte pecho, acaricie sus músculos, él estaba de rodillas delante de mí, me acariciaba el cabello y miraba como me dedicaba a él, le di una lametón en el cuello y jugueteé con el lóbulo de su oreja, con sus pezones, le besé y fui bajando hasta su cintura, mis manos rozaban la cara interna de sus muslos haciéndole vibrar. Azrrael me apartó un instante mirándome, dios que rostro tan bello tenía en ese momento… resplandecía. 

- ¿Estás segura Urd, seguro que quieres esto? – me cogió la cara para que lo mirase mientras yo intentaba besarle.

- Sí – susurre entre gemidos de placer – Te deseo Azrrael, siempre lo he hecho, desde el primer momento que te vi, me gustas… me haces sentir tan… viva – le bese exasperada él me lo devolvió pero volvió a apartarme mirándome con esos ojos inmensos… - Te quiero – fue apenas un hilo de voz pero esas palabras salieron de mis labios y él volvió a besarme tendiéndome con su peso de nuevo sobre la cama, rodeé sus caderas con una de mis piernas y apreté entre mis dedos su culo duro y firme, me perdía entre sus besos, sus manos me llevaban a otro mundo, conseguí rodar poniéndome sobre él, fui besándole lentamente mientras bajaba por su pecho hasta llegar a sus pantalones, me mordí el labio y alce la vista clavando mis ojos en los suyos, desabroche de un solo tirón los botones del jean y se los saque junto con los calzoncillo, me senté sobre las rodillas y lo miré de arriba abajo, eran tan irresistible, tan perfecto,  arqueé la espalda y seguí mi recorrido, lamí su miembro duro y grande, se estremeció, lo cogí entre mis manos y deslice mis labios lamiendo y comiendo con gula a ratos dulce y lento otros más rápidos y agresiva, se retorcía, me gustaba oírle gemir de placer haciéndome enloquecer, me excitaba, me atrajo hacía él y me quito la blusa, se sentó en el borde de la cama y cogiéndome con facilidad me deposito en el suelo donde me quito muy despacio la falda contemplándome. Por suerte no me había quitado la combinación.

- Eres preciosa – me susurro atrayéndome hacia él poniéndome entre sus piernas abiertas  y me besó el vientre, separo un poco mis piernas y desde los tobillos empezó a subir rozándome con las yemas de los  dedos, me cogí a su espalda, me mordí el dedo gimiendo cuando rozo mi sexo húmedo, cerré los ojos echando la cabeza atrás, sus dedos se movían con certeza, suaves, precisos… le miré, volvía a estar colorada lo sabía, me cogió y me tendió en la cama mientras aún me acariciaba, luego apartó sus dedos y me acabo de desnudar, se sentó detrás de mí haciéndome sentar apoyando mi espalda en su pecho, me separo las piernas y volvió a deslizar sus dedos entre mis piernas, me volvía loca, me rendía a él, mi cuerpo se entregaba pidiéndole más y más, jadeé y él se levantó se puso frente a mí de pie en el suelo delante de la cama, me cogió de los tobillos y me atrajo hasta el borde, se agacho y… uff, me aferré a las sabanas tirando de ellas, las mordí para no gritar de placer, se hecho sobre mí y con suavidad me penetro, creía que me moría, me arqueé y cerré mis uñas sobre su espalda mientras se movía dentro de mí, sentirle entrar fue tan delicioso… era como si conociese cada poro de mi piel, me enloquecía, me llenaba por completo, acabé sobre él, cabalgándole, sus labios saboreaban mis pechos y sus manos agarraban mi cintura, le gustaba mirarme, me echo la cabeza atrás tirando con cuidado del pelo y me lo besó. Me giré sobre él dándole la espalda y volví a montarme en él, éramos dos volcanes en plena erupción, me levanto y me puso a cuatro patas y volvió a la carga, me agarré al cabezal de la cama levantando un poco la espalda, me dio un cachete en el trasero y luego me giró de nuevo. Jamás había sentido algo similar en mi vida, eran tan intenso… tan placentero… me estremecía, vibraba, gemía y jadeaba, quedamos el uno sobre el otro abrazados tendidos en la cama, lejos de estar exhaustos, me tendió boca abajo y al poco sentí como volvía a introducirse en mí. No sé como acabamos de pie, me empotro contra la pared, mi espalda sentía el frío muro detrás. Él me sujetaba por el trasero, con una mano me agarraba a él y la otra la oprimía contra la pared, seguimos en la ducha, el agua tibia resbalaba por nuestros cuerpos, era imposible describir tantas sensaciones…

De vuelta a la Tierra - IntroducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora