Cap. 27

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Iset suspiró y miró la libreta que había guardado en su bolso y la abrió frente a ellos

- Yo no soy capaz de entender que pone – se la alargó a Akesh que negó con la cabeza. Azrrael le puso una mano delicadamente en la muñeca, Iset lo miró y con un nuevo suspiró accedió a dársela, giró una página y leyó la primera parte, la que podía leer:

Sólo la elegida tendrá el poder, Sólo la elegida leerá la profecía, Sólo el cuello de la elegida podrá lucir el collar de Mut, Sólo la elegida empuñara el átame de Kali, Sólo la elegida, la bruja ancestral decidirá la suerte. Madre, hija y abuela, presente pasado y futuro. La elegida nacida de la sangre de caos, hija de la noche, mezcla de sangres y credos, la elegida restara entre una familia poderosa. Sobre la elegida pesa la profecía. La elegida, la gata, la bruja de dorados cabellos bajara hasta los infiernos, atravesará la sietes puertas y caerá en el pozo, beberá de la sabiduría y se nutrirá de la tierra y la sangre. La elegida fuego y lujuria, pasión y amor desatará los nueve  ángeles. Caerá en la tentación y será seducida por su parte oscura. En ella recae el poder divino, en ella recaerá la muerte, en ella recaerá la vida. Ella tiene la llave de los mundos. No temerá, sus antepasados la protegen en su camino, no temerá ni la oscuridad ni la luz  y amará a ambas, sabe que el equilibrio debe mantenerse. El ayer me ha creado, hoy es el día de hoy y yo soy creador del mañana…”

 Acabo de leer y le entrego la libreta de nuevo a Iset.

- Por cierto papa, ¿Por qué esta él aquí? – pregunto David con los ojos clavados en Azrrael de modo poco amistoso.

- Ahora no David, os lo explicaré fuera.

Los días siguientes aún están borrosos en mi cabeza, nos trasladaron a todos a un lujoso hotel, allí acabé de recuperarme, había hombres armados apostados fuera, no podíamos ir a ningún lado, tampoco podíamos abandonar el país hasta que no lo autorizara el inspector, dormí más esos días que en todo mi vida entre almohadones y camas mullidas, aún así era un sueño entrecortado, pesado y tenía sueños extraños constantemente, hasta que un día me desperté, me levante de la cama, me sentía tan… extraña, me miré en el espejo, llevaba un escueto camisón, me lo saque y observe mi cuerpo, sonreí acariciándome sin dejar de mirarme al espejo, me sentía arder por dentro. Busque entre mi ropa y saque un bonito conjunto de ropa interior negro con sus trasparencias y encajes, me lo puse, me calce unos zapatos de tacón negros y un collar ancho atado al cuello, repase mis piernas con los dedos, suaves… largas, me levante y me di un poco de rímel,  remarqué mis ojos con lápiz negro, quería resaltar aún más el color de mis ojos, mire mis labios carnosos y me di un suave toque de brillo de labios, volvía a notar como no era yo quien estaba en ese cuerpo, lo veía todo pero no era consciente de mis actos, me peine y cuando acabe observe el resultado, imponente, me sentí poderosa, irresistible, sabía que estaba sola en esa habitación de hotel y que Naím, Rafa y David estaban en el salón, seguramente aburridos echando una partida con  la play, Rafa estaría recostado en el respaldo del sola con un brazo en el cabezal y la mano sobre la cabeza, tendría la camisa medio abierta y los cacahuetes en la mesita de al lado, David como siempre estaría echado hacía adelante dándole a los botones y despotricando cuando algo no le salía bien, llevaría aún la corbata roja y Naím, el dulce Naím estaría con una pierna sobre el reposabrazos y la otra en el suelo, le gustaba sentarse en los brazos de los sofás con la espalda apoyada a un lado y dándole al mando, echaría un trago a su bebida y la dejaría en el suelo, entre sus piernas, sobre la mesita habría más vasos con bebidas, algunas botellas de licor y patatas…

Salí en silenció de la habitación y los observe levantando la cara, no me equivocada sonreí maliciosa y subí el volumen del estéreo, sonaba una canción muy sugerente, me relamí con lascivia cuando se giraron, a Naím se le cayó el mando de las manos y David se atraganto, les estaba dando la espalda expresamente, apoyé una mano en el mueble y con el otro brazo me aparte el pelo hacía un lado moviéndome sinuosa al ritmo de la música, ese cantante tenía una voz tan sugerente, deje escapar una risita y me giré despacio con los ojos entornados, los abrí lentamente para dar más efecto, me lleve una mano a la cintura y avance hasta ellos moviendo sutilmente las caderas.

De vuelta a la Tierra - IntroducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora