Cap. 22

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  • Dedicado a Vanesa Vázquez
                                    

Iset se quedó pensativa un rato pero luego se acerco a mi cara con una sonrisita traviesa y dijo – Ahora te toca pagar – me atrajo hacía ella y me beso – Bueno como no has contestado me vuelve a tocar – guiño el ojo – Azrrael está muy bueno y tiene un pasado oscuro… te desea, pero ¿Qué te hace sentir?- me ruboricé lo sabía y con un suspiro le dije – Creo que volveré a pagar.

Se acerco a mí enseñándome la carta y volvió a besarme mientras acariciaba mi cuerpo.

- ¿Ha sucedido algo esta noche con Ezequiel?

- Vuelo a pagar – Iset me tendió en la cama, sus dedos suaves y largos se deslizaron por dentro de mi ropa interior y sólo se detuvo cuando me tuvo bien excitada, me mordí el labio y me incorpore aún jadeando y apretando las piernas cogí una nueva carta.

- ¿Te atrae, le deseas?

- Sí – respondí recordando las manos de él y estremeciéndome.

Iset decepcionada por haber elegido esa pregunta que sabía respondería cogió carta.

- A ver… ¿Tú sabes que tienen que decirme?

- Si. ¿Te atrae Azrrael?¿Te excita?

- Sí – dije notando el calor de mis mejillas.

- Cuéntame que es lo que pasa.

- No te puedes resistir a un hombre guapo… hazlos sufrir y será más divertido – rió evitando la pregunta.

- Tampoco soy una chica fácil, no me voy acostando con todo lo que lleva pantalones – me defendí y volví a repetir mi petición.

- Pago.

Me acerque a ella y suavemente deslice mi lengua por su pecho acariciando su sexo por encima de las braguitas, Iset esta tan húmeda como yo…

- ¿Seguro que no quieres decirme nada? – insistí aprovechando el momento de su abandono a mis caricias.

- No.

Me detuve y resignada cogí carta.

- ¿Tienes fantasías eróticas? No eso es muy obvio déjame pensar…

- Últimamente demasiadas – respondí igualmente acalorada.

- Necesitas descansar en condiciones, le diré a Ma que te preparé una infusión.

Acabamos riendo y armamos tanto jaleo que la madre de Iset nos llamó la atención desde detrás de la puerta, nosotras volvimos a romper a reír como dos colegialas, hacía tanto que no me lo pasaba tan bien.

- Tú te vienes mañana de fiesta conmigo, Ezequiel conoce los mejores sitios de la ciudad.

- Pero no nos dejaran salir, tú misma lo dijiste.

-  Eso déjamelo a mí – sonreí y viendo su cara añadí - No puedes acatar órdenes y reglas siempre Iset, ya eres mayorcita y has de vivir tu vida.

- No quiero mancillar el honor de mi padre.

- No lo harás por salir a divertirte un rato, además yo estarme contigo no pasara nada malo.

- Eres una lianta Urd… me tientas.

- Ahí fuera te espera todo un mundo ¿no quieres descubrirlo? – insistí sonriendo traviesa. Lo que no sabía en ese momento es que quizás si la pondría en un apuro y que mis tonterías podían resultar nefastas, pero no podía negarse a mi invitación, la tentación era grande… ¿y si con el demonio se referían a mi misma? De repente me imagine con la melena pelirroja y todo.

- Eres un caso, siempre haces lo que te apetece – me riño pero me abrazo contenta ocultando las ganas de que llegase la noche siguiente.

- Tú has visto como te miran los dos… yo no podría aguantar esas miradas, que vergüenza.

De vuelta a la Tierra - IntroducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora