Cap. 14

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  • Dedicado a Monica Pérez Arrabado
                                    

Me desperté tarde aquel día, me incorporé sobre el codo y aparte un poco la lona para ver el cielo, el sol aún parecía ascender perezoso sobre el cielo, era un bola enorme de fuego naranja que nos daba los buenos días, me giré al notar unos tirones en el brazo y vi que una niña intentaba que me levantase, me tape con la sabana y salí hacía fuera, estaba cansada, pero tenía la sensación de haber dormido más que en los últimos días, las demás ya estaban levantadas y todas estaban atareadas preparando cosas, unas lavando la ropa, otras preparando comida pero todas me dieron los buenos días con una sonrisa, Bashy me cogió de la mano y la seguí.

-¿Has dormido bien?

-Sí, ¿Por qué no me habéis despertado?

-Por que te convenía descansar y estabas tan a gusto que decidimos dejarte dormir, te estábamos esperando para ir al lago.

Cuando llegamos al oasis las demás chicas estaban ahí menos las que debían seguir con las tareas asignadas ese día, Hatsut me saludo desde dentro del lago con la mano, otra le estaba echando agua con un jarrón por encima de la cabeza, Hatsut llevaba aún puesto una especie de camisón blanco que era ya transparente por el agua y que se pegaba a su cuerpo, otras dos mujeres se acercaron a ella y esta levanto los brazos para que pudieran quitarle la tela mientras pétalos de rosas flotaban alrededor de la novia, una le peinaba el pelo y lo adornaba con florecitas de colores blancos y violetas mientras otra la perfumaba y la hacía sentarse en una roca más próxima a la orilla, Bashy me explicó que formaba parte del ritual de la contrayente, me comentó que se seguían tres ceremonias antes de que los novios contrajeran matrimonio y otro una vez casados pero esta vez juntos, no me los explicó pero tampoco se lo pedí pues entendía que eran cosas que sólo ellos debían conocer. A la luz del sol aquel oasis parecía un paraíso lleno de vida, la brisa mecía las hojas de las palmas suavemente y los pajarillos revoloteaban tranquilos, una gran variedad de flores daba notas de color aquí y allá y el agua invitaba a bañarse. Bashy me quitó la sabana pese a mis protestas y me condujo por la espalda hasta el agua hasta que esta me cubrió la cintura, hizo un gesto a unas mujeres y se acercaron cada una con diversos cuencos.

-Eres nuestra invitada y no puedes protestar – me indicó Bashy. 

Me encogí de hombros y deje que hicieran lo que tuvieran que hacer poniendo las palmas sobre el agua tal y como me indicaron, pero de todas maneras me daba la sensación de estar siendo sometida a una especie de ritual. Hastsut estaba ahora a mi lado y las demás nos rodeaban, nos miramos y las dos sonreímos hasta echarnos a reír al comprender que ambas nos sentíamos igual de incomodas, en la orilla la mujer mas mayor entonaba una alegre canción a la que se iban uniendo distintas voces a modo de coro, Hatsut y yo nos cogimos la mano y dejamos que las mujeres fueran tirando pétalos de flores sobre nosotras a la vez que iban pasando las manos en rápidos movimientos por delante de nuestros rostros y cuerpos, la mujer de Hat’Dor puso la palma abierta con el brazo extendido frente a la cara de Hatsut y a un movimiento de la mano de esta Hatsut se echo hacía atrás como si realmente la otra la hubiese empujado con suavidad, el cabello de Hatsut floto por el agua, Isis prosiguió como si estuviese recorriendo desde la cabeza hasta el torso el cuerpo de la joven flotando sobre el aire, trazo un símbolo y todas corearon, Hatsut se enderezo de nuevo y juntando las palmas a la altura de la nariz se inclino frente a Isis, dijeron una palabras y se besaron, las mujeres cerraron el circulo ocupando el hueco que Isis había dejado al colocarse frente a mi, en la orilla las demás seguían cantando acompañándose de panderetas, la miré fijamente, los labios de ella se movían como si estuviese recitando algo para ella misma, me sentí mareada cuando sus labios dejaron de moverse y note como todo el peso de mi cuerpo se desplazaba de golpe hasta los pies para sentirme luego tan ligera como una pluma, puso entonces una mano en mi frente musitando de nuevo con los ojos cerrado y como si ella controlase mi voluntad hizo que mi cuerpo se contornease como trazando un circulo. Extendió las manos a ambos lados de mi cuerpo por encima de mi cabeza y empezó a trazar mi silueta sin tocarme, el calor que desprendían sus manos me producían un suave hormigueo, cruzo luego sus brazos frente a mi rostro en forma de x y luego puso sus manos sobre la parte superior de mis orejas y como una madre  me acarició hasta dejar sus manos en mis mejillas.

De vuelta a la Tierra - IntroducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora