Se despertó

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La policía ha llamado para ponerse en contacto con la familia del joven que han encontrado sufriendo una hipotermia en una cala escondida de la playa. ¿Tan lejos había llegado? ¿Nadie lo había visto? ¿A nadie le sorprendió un niño solo, sin abrigo, en medio de una noche de invierno en la que no paraba de nevar?

Han ido corriendo al hospital, Raquel se ha ido con ellos porque su familia también estaba preocupada y no tenían a nadie con quien dejarla a cargo a esas altas horas de la noche.

Los médicos les han dicho que está estable, que ya ha pasado el peligro, han conseguido que entre en calor pero lo van a dejar en observación durante las próximas horas para asegurarse. Está dormido, por lo que solo pueden entrar familiares cercanos a verlo.

Raquel se pregunta si sus padres estarán de camino, puede que su madre esté enferma y el padre tenga que cuidarla, pero por su hijo si podrán hacer un esfuerzo, ¿no?

Pasan las horas y Marcos sigue sin despertarse. Ella en el fondo tiene sueño y también quiere dormir un poco, pero tiene miedo de que Marcos se levante y no la avisen. Quiere saber cómo está su amigo, qué fue lo que le pasó, por qué no fue a hablar con ella en vez de irse por ahí solo.

Pero no se despierta y se pone a deambular sola por los pasillos del hospital mientras va devorando el sándwich que le han comprado. En esto llega a la sala de fumadores, los abuelos de Marcos están ahí, ya que su abuelo es fumador, su abuela solo le hace compañía.

Están hablando, bastante preocupados, teniendo una conversación que seguramente ella no debería estar escuchando. ¿Qué debería hacer ahora?

Tiene claro que los padres de Marco no van a poder venir a verlo, pero no esperaba que si no viniesen ese fuera el motivo. ¿Sería esa la razón por la que Marcos salió corriendo? ¿Le dieron la noticia y entró en estado de shock? ¿Cuánto será lo que él conoce? ¿Cómo hablará con él sin meter la pata?

Se va corriendo a un baño a esconderse para que nadie la vea llorar. Pobre Marcos, no se lo merece.

Vuelve a salir al pasillo de regreso a la sala de espera para ir con sus padres después de haberse lavado la cara y disimular cualquier rastro de que por ahí se han estado deslizando lágrimas.

Cuando llega los ve bastante contentos.

—Marcos se despertó ya, si quieres puedes ir a verlo.

Raquel siente que se le va a salir el corazón de la emoción por toda la fuerza con la que está palpitando, pero por otro lado tiene miedo de irse de la lengua.

La enfermera la lleva hacia la habitación de Marcos. Cuando entra lo ve sentado tomándose un plato de sopa bien caliente.

—¡Hola! —saludó emocionada al verlo —. ¿Qué te ha pasado? —preguntó mientras se hacía la loca.

Él se dedica a mirarla mientras se toma su sopa como si no hubiese comido en semanas. Ella deja que se la acabe, principalmente porque no quiere hablar de más, no quiere que se vuelva a escapar y que desaparezca. Quiere que él sea el que guíe la conversación.

—Cosas —se limitó a responder después de acabar.

—¿Qué cosas?

Él le dedica una mirada de pocos amigos, después la desvía a la ventana y le pide que se vaya.

—¿Pero por qué?

—¡Qué te vayas!

La enfermera la saca y la lleva de vuelta con sus padres mientras los abuelos entran a ver su nieto.

—¿Y cómo está? —pregunta Antonio con esperanza de escuchar buenas noticias.

—Creo que sigue enfadado conmigo, me ha echado de la habitación...

—Bueno, no pasa nada, ya verás que en nada se le quita, le dan el alta y pueden volver a jugar juntos.

Raquel asentía con la cabeza a las palabras de su madre mientras no paraba de darle vueltas una y otra vez a la conversación que había escuchado a escondidas, pero eso sí, sin querer. ¿Qué sería ahora de Marcos?

Conchi vuelve a dar las buenas noticias, explicando que no parece que esté muy mal y que con suerte le den el alta antes de lo previsto. Por lo visto Marcos le ha pedido disculpa por haberse ido así, sin avisar, y por hacer que todos lo buscaran como locos, pero no ha explicado porqué lo ha hecho, ni porqué se escondió.

Pero no han insistido, al fin y al cabo lo importante es que lo han encontrado y está a salvo, mejor no meter el dedo en la llaga.

Los padres de Raquel deciden que es hora de irse y que tiene que dormir, así que a pesar de la negativa a su idea la arrastran de vuelta a casa, le ponen el pijama y la mandan a la cama.

Al principio le cuesta, demasiadas cosas en su cabeza, demasiadas palabras, pero al final, cuando menos se lo espera, se queda profundamente dormida.

Tú eres mi princesa y yo tu caballeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora