Septiembre. La vida universitaria está a punto de sorprenderla y ella no ve el momento de empezar otra etapa de su vida y esta vez con una actitud diferente.
Después de las navidades se centró en los estudios y en elegir una universidad. Sacó valor gracias a las amistades que había hecho, y gracias a ello decidió entrar en un club de lectura y empezó a asistir a clases nocturnas sobre escritura creativa. Ahí hizo algunos amigos y empezó también a disfrutar más de la vida. También le dijo adiós a las lentillas y aceptó su heterocromía, de hecho, le empezó a gustar.
Laura fue a visitarla en semana santa, se habían convertido en mejores amigas. A Marcos no lo pudo ver hasta verano, pero eso no les impidió seguir con su relación a distancia.
Ahora ella estaba instalándose en el piso de sus abuelos, y también en el de Marcos. Había elegido la misma universidad en la que estudiaba él, pero no para estar cerca suya, sino porque le convenció bastante el programa que seguía su carrera y le pareció el mejor en comparación con otras.
Y el dinero, sus padres no podían permitirse pagarle un piso de estudiantes, y si iba a esa Universidad podía quedarse en el antiguo piso de sus abuelos, aunque ella sabía que pasaría bastante tiempo en el piso de su novio, por eso es que estaba dividiendo sus cosas entre ambos.
—Sigo pensando que es muy pronto —remarcaba Laura por decimoquinta vez mientras la ayudaba a deshacer la maleta y colocar sus cosas.
—Pesada, olvídate de eso ya. Vamos a vivir juntos, ¿y qué? Es como compartir piso, pero con tu pareja.
—¿Cuándo la boda? Solo te falta quedarte embarazada.
—¿No te gustaban las historias románticas?
—Sí, pero es solo que eres muy joven para vivir con tu novio. Que sí, que es buena persona y todo lo que tú quieras, pero no sé... ¿dónde está tu vida compartiendo piso con universitarios, tu pareja no vale, y esas cosas?'
—Mis padres no se podían permitir pagarme un alquiler de todas formas, así que era o esto o quedarme en mi ciudad, y estoy cansada de ella.
—Pues a mí me encantaba ir a verte, ¡es un sitio con vida! ¡Esto está muerto!
—Me gusta la paz.
Terminaron de colocarlo todo, pusieron unas palomitas al microondas y empezaron a intentar elegir una película en Netflix.
—¿A qué hora volvía? —preguntaba Laura.
—Pues su turno acaba de terminar, así que lo que tarde en llegar según el tráfico, ¿vemos está?
—¿Baywatch? La vi el otro día, next.
—¿Esta?
—No.
—¿Esta?
—Tampoco.
—¿Te vas un poquito a la mierda?
—Eso tampoco... ¡Para! Vi una que sí.
—¡Al fin! Ponla, yo voy a por las palomitas.
Se pusieron a ver Central Intelligence hasta que en medio de la película llegó una llamada al móvil de Raquel. Nada más colgar, ambas salieron corriendo en el coche de Laura al hospital. Al llegar preguntaron por el paciente Marcos Gutiérrez Costa. Tuvieron que esperar unas horas en la sala de espera porque le estaban operando en el quirófano.
—Bebe algo anda —le dijo Laura mientras sacaba una botella de agua del bolso —. Te vas a acabar deshidratando —y la abrazó mientras se le escapaban también las lágrimas.
En ese momento se acercó un médico a la sala de espera preguntando por amigos o familiares de Marcos. Ellas se acercaron y fueron a hablar con él. El médico con el que hablaron era el cirujano que le había operado. Les comentó que no tenía muy claro lo que había pasado, pero que a él lo habían encontrado al final de un barranco. Sospechaban que tras colisionar salió de su coche, posiblemente desorientado y algún vehículo, que se dio a la fuga, lo atropelló haciendo que terminara cayendo por el barranco, pero que la policía ya lo estaba investigando.
A Raquel se le estaba partiendo el corazón escuchando sus palabras. Laura la estaba intentado ayudar, sujetándole la mano y dándole ánimos, pero ella también se estaba asustando con lo que estaba escuchando.
Al parecer Marcos había sufrido varios traumatismos en el cuerpo. Tenía una pierna completamente fracturada y habían tenido que ponerle clavos quirúrgicos, también se había roto dos costillas, un brazo, y en el otro se había hecho una herida profunda, nadie sabe con qué, y le tuvieron que dar varios puntos de sutura. Lo peor fue lo último. Tenía una lesión cerebral traumática. Se había fracturado el cráneo y se le había acumulado sangre.
—Hemos hecho lo que hemos podido —dijo el cirujano —, ahora solo queda esperar a que despierte.
—¿Cuándo se despertara? —preguntó Raquel con él corazón a punto de colapsar.
—No lo sabemos... Señorita, lo siento mucho, pero su pareja está en coma.
FIN
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Tú eres mi princesa y yo tu caballero
Roman pour AdolescentsRaquel es una joven adolescente tímida, callada y reservada. Durante las vacaciones de Navidad viaja al antiguo pueblo de sus abuelos, en donde los recuerdos la empiezan a inundar y esa armadura con la que se protege se empieza a desvanecer. ¿Será c...