Es tan curioso

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Ya han pasado treinta minutos de la hora acordada y Laura sigue sin aparecer, era de esperar que el hecho de haber sido puntual una vez en su vida no iba a significar que lo fuera a ser de ahora en adelante. La música sigue cambiando canción tras canción mientras las agujas del reloj van avanzando.

Empieza a sonar Perfect, de EdSheeran, y no puede evitar pensar que esa es una de esas canciones que desearía que alguien le dedicara aunque sabe que nunca será así. Inconscientemente empieza a cantar la canción por lo bajo con los ojos cerrados mientras está sentada en uno de los bancos que están cerca del supermercado. Inclina la cabeza hacia atrás, abre los ojos y alza la mirada al cielo mientras suelta un resoplido.

El aire que sale está tan caliente en comparación con el frío que hace en la calle que se acaba convirtiendo en vaho que sube y se desvanece en un segundo. Como una niña pequeña se ríe e intenta crear más, pero el efecto no se vuelve a repetir.

Hace bastante frío a pesar de que a esa hora es cuando se pone mejor, pero hoy no parece ser así. Con la mirada fijada aún en lo alto no puede evitar observar esas nubes que no dejan que se filtre ni un rayo de sol, y tampoco puede evitar observar en como el aroma que desprende el viento le recuerda a la lluvia.

-Va a llover... -susurra para sí misma.

Nunca le han gustado esas épocas del año tan lluviosas, es más de verano, de los días soleados para ser exactos. Esos días en los que puedes ir a pasear, sentarte bajo un árbol con un libro y leer tranquilamente hasta que se ponga el sol, nadie te tacharía de raro. Esos días en los que puedes salir con tu lista de reproducción favorita a perderte por donde te apetezca, esos días en los que puedes ir a la playa o a la piscina y nadar hasta donde quieras, hasta donde tu cuerpo te permita y, después, flotar.

Los días de lluvia le parecen todo lo contrario. Son días tristes. ¿Qué haces cuando llueve? Puedes salir a dar un paseo, es cierto, pero te acabaras mojando y seguramente haga frío fuera. Tampoco le gusta el frío. Ese frío que te congela los labios como le está pasando ahora, hasta que se le secan y se le quedan agrietados.

Y ya sin contar los recuerdos que le traen estas fechas, de cómo pasaron a ser sus favoritas a la que menos gracia le hace. Son increíbles las vueltas que da la vida y cómo cambian las cosas.

-Llegas 45 minutos tarde -se limita a decir mientras escucha a Laura llegar.

-¡Tía, es que con esta humedad es imposible controlar este pelo! Tú porque lo tienes liso baboso y mírate, nada, yo con estos pelos de leonas súper rizados tengo que hacer maravillas para no parecer una loca desquiciada -argumenta a su favor.

-Lo que tú digas -responde mientras sigue mirando al cielo.

-¿Qué haces? -dice mientras se sienta a su lado y mira al cielo para intentar averiguar qué la tiene tan sumida.

-Pensar.

-Esas nubes no me gustan, como llueva ahí sí que la vamos a armar con mi pelo -decía ella todavía pensando en los problemas que le daba su cabello.

-Seguramente lo haga, huele a que va a llover.

-¿Cómo? ¿Qué? ¿Desde cuándo se puede oler eso? -respondió confundida.

-No sé, para mí desde siempre... Se nota en la humedad y en la densidad del viento, juntos traen un aroma peculiar.

-Tía, como tengas razón llamo a los del tiempo para que te contraten -dijo mientras se reía.

Raquel volvió a la realidad, se levantó de su sitio y miró a Laura para que dejara de reírse. Se puso en marcha a esa cafetería en la que se hartaron a dulces hará un par de días. Por el camino, Laura le estuvo contando a Raquel las pocas ganas que tenía de que acabaran las vacaciones y tener que empezar las clases, ir a un nuevo centro, hacer nuevos amigos. Decía que todo sería más fácil si ella también se quedara a vivir en el pueblo, así tendría a alguien en quien apoyarse y no se sentiría tan sola.

Tú eres mi princesa y yo tu caballeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora