Esa mañana la misma claridad de siempre la despertó, pero esta vez no se quejó, simplemente la recibió con los brazos abiertos mientras se quitaba las legañas de los ojos. Se incorporó poco a poco, extendió la mano hasta poder encender la lámpara de su mesa de noche, agarró su querida lectura pendiente, Maravilloso desastre, y no la soltó hasta terminársela.
Se sintió satisfecha. Al fin lo había acabado y, como ella esperaba, se había quedado con ganas de más. De más explicaciones para ser exactos.
Cogió el otro libro de la saga y empezó a ojearlo con mucho cuidado, tenía demasiadas ganas de empezar, pero no de esas ganas que simplemente consistían en eso. No. Tenía ganas de empezarlo y olvidarse del mundo hasta acabarlo pero, por fortuna o por desgracia, tenía planes esa misma tarde y no podía darse ese lujo, así que lo dejó en la estantería junto con su compañero.
Se metió en la ducha mientras olía la comida recién hecha. Si el olfato no le fallaba, cosa que no solía pasar, un plato de pollo en salsa con patatas la estaba esperando y, en efecto, así era. Comió hasta ponerse las botas, sin preocuparse en si iba a engordar, con el metabolismo tan acelerado que tenía eso no era ninguna preocupación.
Finalmente, después de echarse una pequeña siesta y de desconectar un poco mientras dibujaba esos mandalas que tanto la tranquilizaban, se hizo la hora de vestirse y salir. Al cruzar el umbral de su puerta echó un primer vistazo, pero todo libre, no había ningún rastro de su vecino, y así fue hasta llegar al mercadona, que parece ser que se convirtió en el punto de encuentro habitual.
—¡Esta vez llegué yo primera! —gritaba Laura de alegría al verla llegar.
—Te mereces un premio y todo —comentaba mientras la saludaba con una sonrisa.
—Lo sé, soy increíble.
—Pues, ¿a dónde vamos? Porque yo... ni idea de dónde hay una boutique o algo por el estilo.
—Tranquila, por la mañana, en lo que ayudaba a mi madre a hacer unos recados vi un par de tiendas que tenían muy buena pinta —afirmaba bastante emocionada.
—¿Y sabes llegar?
—No, pero tú te conoces esto, así que yo te explico lo que vi y tú guías, verás que equipo somos —le decía mientras le agarraba el brazo y empezaban a caminar.
Después de que le explicara todo lo que había visto por el camino y, más o menos, las calles por las que recordaba haberse metido, Raquel consiguió averiguar dónde era que había visto las tiendas y empezó a guiarla.
—Por cierto, ¿tienes Instagram? —preguntó Laura.
—Que va, para nada —negó —. Lo que tengo es Facebook, y aun así solo lo uso para seguir cuentas de esas literarias que suben citas y recomendaciones, y algunos grupos de Facebook de lectores.
—En Instagram hay cuentas parecidas, lectores van subiendo libros que se han leído y hacen reseñas, y también la típica que sube frases editadas con citas de libros —comentó tras analizar sus palabras.
—Puede ser, pero no me llama demasiado la atención.
—Bueno, pues yo soy de Instagram y tú de Facebook, tú eres de fantasía y yo de romance, yo soy una bola de energía y vitalidad y a ti parece que te la absorbieron toda... Parece que he encontrado a mi polo opuesto —le dijo mientras le dirigía una sonrisa al vez que Raquel no sabía cómo tomarse sus palabras —. ¡Hemos llegado!
Después de que Laura gritara de emoción y se enamorara de los vestidos de un escaparate, entraron a la primera tienda de una calle que parecía ser el único lugar donde podrías comparte algo de ropa.
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Tú eres mi princesa y yo tu caballero
Novela JuvenilRaquel es una joven adolescente tímida, callada y reservada. Durante las vacaciones de Navidad viaja al antiguo pueblo de sus abuelos, en donde los recuerdos la empiezan a inundar y esa armadura con la que se protege se empieza a desvanecer. ¿Será c...