Al final del curso

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-¿Excitada? -le preguntó su madre mientras la acompañaba a la entrada de la escuela.

-¿Por qué iba a estarlo?

-¡Pues porque hoy es tu último primer día de primaria! Deberías estarlo, el próximo curso será tu primer primerísimo día de instituto, y cuando menos te lo esperes en apenas un parpadeo estarás en tu primer día de universidad, qué rápido pasa el tiempo, ¿verdad?

-Aún tengo once años, no te precipites -le recordaba al ver que ya estaba hablando sobre ir a la universidad, cuando menos se le espere podría empezar a hablar de tener nietos.

-Lo sé -se pararon a la puerta y le dio un abrazo -. Intenta hacer amigos este año, ¿vale? -y se fue a trabajar.

El curso pasó y ella no hizo amigos, y tampoco le importaba, había aprendido a vivir así y si se tenía que desahogar hablaba con Piti o con su psicóloga. Y era una niña que, como no tenía nada más que hacer y no estaba en actividades extraescolares, pasaba bastante tiempo estudiando, lo que la convertía en la más adelantada de la clase y ningún profesor tenía quejas de ella.

Al final del curso, durante el último mes los profesores empezaron a dar clases con una dinámica diferente. Pusieron a los alumnos a hacer exposiciones porque decían que tenían que tenían que practicar ya que en el instituto harían bastantes. Por un lado Raquel lo entendía, por otro lado no entendía porque lo habían dejado para el último mes de clase.

A cada alumno le tocaba una exposición por asignatura, la última que hizo Raquel fue la de Lengua Castellana, que irónicamente era la que le tenía más ganas. La profesora había dejado que cada uno hiciera la exposición de su libro favorito, a diferencia de en las demás asignatura que cada profesor les dio un tema.

El libro que ella eligió fue el favorito de su abuela.

El día de la exposición fue en cierto sentido muy feliz a clase por poder hablar de algo que realmente le gustaba, y por otro lado asustada como todos los días que le había tocado exponer, por tener que hablar delante de tanta gente.

Antes de irse a casa, la profesora la retuvo después de que acabara la clase, que era la última del día, para hablar con ella sobre la exposición que había hecho. Quería felicitarla en privado, le dijo que le conmovió el motivo de que su libro favorito fuera ese porque cada vez que lo leía sentía que su abuela estaba con ella y que sentía mucho su perdida.

Cuando terminó de charlar con la profesora se dirigió a la salida donde se encontraba su madre esperándola dentro del coche. En el camino, mientras atravesaba el pasillo que llevaba al patio la esperaban al final unas chicas que ya le hicieron una vez la vida imposible.

-Mira a la piojosa y su libro mugriento, sí que le lavaste el coco a la profesora con tu estúpida historia.

Raquel intentó hacer oídos sordos, no era la primera que le decían cosas por el pasillo y ya estaba más que acostumbrada a sus "bromas", sus insultos e indirectas. En general solo ocurría en la salida, parecía que le habían cogido el gustito desde aquella vez.

Entonces una de las chicas la empujó e intentó quitarle el libro.

-Déjame ver ese libro que te has traído.

-¡No, suéltalo! ¡Lo vas a romper! -dijo Raquel realmente asustada por lo que le pudiera pasar al libro antes que a ella.

-Edurne, ¿pero qué haces? ¿Para qué quieres ese libro? -le preguntó una de las amigas que se quedó sorprendida al ver lo que hizo.

-Para fastidiarla.

En ese momento a Raquel se le resbalaron las manos y acabó sujetando el libro apenas por la portada, Edurne agarró entonces el lado de la contraportada y dieron ambas en ese momento un tirón tan fuerte que el libro se acabó abriendo y partiéndose por la mitad. Las hojas acabaron desperdigadas por el pasillo.

Tú eres mi princesa y yo tu caballeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora