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La vida le regresó de la mejor manera posible en aquellos momentos, la calidez que le embriagó fue tan anhelada que no le hizo falta esperar más para devolver el abrazo que el pequeño le había pedido, sus bracitos se enredaron en su cuello y sus piernas buscaron agarre en su cintura, mientras que el Omega sintió su corazón llenarse de ternura.

Con ganas de llorar de alegría se puso de pie y dando suaves caricias a la espalda del pequeño azabache empezó a andar a su habitación correspondiente. Estaba algo nervioso por los pensamientos que le perforaban la cabeza, tantas veces se tachó y le tacharon de mal padre por dejar a YeonJun que ahora no se creía que su bebé estuviera pidiendo sus brazos, escondiéndose en su cuello y ronroneando cuál gatito, esa parte de su alma había regresado.

Pasó el gran edredón por encima de ambos, TaeHyung no fue capaz de volver a decir algo, no cuando el pequeño suspiró cansadito y se quedó quieto en su pecho, de vez en cuando de sus labios se escapaban hipidos por el reciente llanto y su manita seguía apresando el pijama marrón del Omega para asegurarse de mantenerlo cerca.

No es que le tuviera confianza máxima y estuviera seguro en brazos de un extraño, pero eso se disipaba cuando se trataba de TaeHyung. El castaño no solo le transmitía calidez en su pecho, sino que también podía estar relajado sin necesidad de pensar que era un extraño, porque TaeHyung no era un extraño. El aroma era parte de lo esencial en aquella búsqueda, Kim desprendía el aroma a leche por su cachorro más pequeño y aquel lazo que suponía un contratiempo en realidad estaba intacto en el cachorro, YeonJun percibía el olor a leche materna como si fuera Beom, le atrapaba y él inocentemente se dejaba guiar por su pequeño lobo.

Por la parte de TaeHyung solo se podía ceñir a un abrazo rodeado de una burbuja de amor hacia su cachorro mayor, tantas veces lloró abrazando una mantita de bebé que le pertenecía al menor, tantas veces quiso pensar que aquel trozo inerte de tela era su bebé que ahora no se creía en lo más mínimo que era de verdad. Su mano derecha tocaba con sutileza y amor su mejilla, el roce de sus pieles en una suave caricia apenas perceptible por el menor.

La oscuridad no era un obstáculo, la luz tenue y sagrada que la luna les regalaba era suficiente para apreciar sus bonitas y tiernas facciones, los puntitos que decoraban su rostro eran como pequeños detalles que un pintor quiso dejar en su piel pálida eran idénticos a los de JungKook, la forma de sus ojos podía afirmar que venían de él.

Envuelto en la admiración que le tenía al cachorro no se percató de las abundantes lágrimas bajando por sus coloradas mejillas, humedeciendo todo a su paso y haciendo que su corazón se sacudiera de dolor.

No creía que sus acciones fueran catalogadas para un mal padre debido al largo historial que le llevó y obligó a hacerse responsable de muchas decisiones, entre ellas estaba el lazo que JungKook debía formar con BeomGyu al nacer, el cual por falta de tiempo no pudo llevarse a cabo.

Tal vez JungKook le haya odiado por ello, el privarle un derecho paterno de tales dimensiones probablemente le haya dejado huella al Alfa, sobretodo ahora que se han reencontrado y tiene la oportunidad de acercarse a su pequeño cachorro.

—Hyung... -El castaño bajó la mirada, algo nublada por las lágrimas que aún persistían, pero que con un par de pestañazos dejó de lado, el lobito azabache le veía desde abajo con una expresión melancólica y dudosa- ¿Pol qué hueles así? -Su pregunta le desconcertó, por breves segundos pensó que el cachorro se refería a su aroma a rosas pero le descartó al poner más lógica y acordarse del aroma a leche materna.

—¿A rosas? -Nada más por descartar aquella duda preguntó, tal vez si el cachorro le confirmaba el aroma restante podía tener esperanzas en reparar el lazo.

—Leche, leche, leche... -Respondió moviendo los deditos de sus pies bajo las mantas, TaeHyung entonces le apretó contra su pecho un poco más mientras suspiraba feliz.

feeling blue | KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora