•Capítulo IX. La gota que derramó el vaso•

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Cuando Vladímir comenzó a soñar se sintió asustado al mirar que de nuevo se encontraba en la misma habitación que había visitado en su sueño pasado.

La probabilidad de que eso sucedieran era sumamente baja e incluso había abrigado esperanzas de que soñara con una cosa distinta.

Y sin embargo; ahí estaba.

La habitación ahora estaba completamente vacía, no había guardias, tampoco estaba Jack. La silla gris seguía plantada en el centro, pero eso era lo único que había. Una débil luz la iluminaba desde arriba y Vladímir por poco y no conseguía percibir su alrededor.

Vamos, Vladímir, si ya estás en esa habitación trata de salir —Oyó que decía una voz, no le sorprendió identificarla como la de Paige.

Salir... Vladímir hizo un esfuerzo y trató de moverse, nunca antes lo había intentado a falta de motivos, pero por una vez había una razón, una razón que era lo suficientemente inspiradora.

Aun estando en un sueño pudo sentir el esfuerzo que su cuerpo hacía, tratar de moverse. De haber podido habría soltado un grito de euforia cuando cayó en la cuenta de que las paredes a su alrededor parecían moverse.

.

Paige miraba fijamente el rostro de Vladímir casi sin parpadear, se había acomodado a su lado y le frustraba ver que no podía hacer más que hablarle al oído y verlo esbozar muecas de dolor.

Se sentía impotente por no poder hacer más.

Cuando vio a Vladímir por primera vez el primer pensamiento que había cruzado por su mente era lo triste y deprimente que lucía, con sus hombros decaídos y su postura cabizbaja. En realidad eso fue lo que llamó su atención hacia él.

Y ahora que sabía el motivo de esa apariencia Paige se sentía aún peor, no podía imaginar un mundo sin que sus padres estuvieran en él, un mundo donde estuviera sola.

No quería que Vladímir se sintiera así.

Desde que tenía memoria su madre solía decir que había que ayudar a los menos afortunados, a aquellos con quienes la vida decidió ser injusta.

Paige soltó un suspiro y siguió hablándole al oído de Vladímir, no podía saber con lo que estaba soñando en ese momento pero a juzgar por el sufrimiento en su semblante no debía ser nada bueno.

No le gustaba la idea de tener que obligarlo a tener que enfrentar sus propios sueños, incluso se le hacía totalmente irreal y fantasioso el que Vladímir realmente pudiera soñar con cosas que sucedían. Sin embargo, Paige sabía que las cosas que uno quería que pasaran debía hacerlas pasar por uno mismo.

Sabía que si iban ayudar a Jack necesitaban de los sueños de Vladímir.

Esa situación era muy inusual, pero Paige estaba tan determinada en ser de ayuda que ni siquiera se paró a pensar con detenimiento el riesgo que esa descabellada aventura conllevaba.

Quizá porque por una vez tenía la oportunidad de ser alguien diferente a lo que estaba acostumbrada, quizá porque le emocionaba la idea de lidiar con genuinos superhéroes o quizá porque quería ser ella la heroína de una historia.

—¿Ya está dormido? —preguntó alguien, y Paige se volvió observando que eran Aaron y Hayden los que se hallaban bajo el marco de la puerta mirándola con curiosidad.

Paige asintió lentamente.

—Sí, no sé que está soñando, así que solo queda esperar por que esté en esa habitación de la que nos habló.

Hayden cruzó los brazos sobre su pecho.

—De acuerdo... ¿En lo qué despierta podemos ver la televisión?

El Último Superhéroe © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora