•Capítulo XIII. En busca de una solución•

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Resultó que Tracey era la más exasperante del grupo de sus hermanos.

Tras estudiarlos por unos minutos más, Vladímir cayó en la cuenta de que Oliver y Gilbert eran más bien sumisos y seguían lo que Tracey dictaba, lo que le parecía una situación peculiar, aunque no una que no hubiese visto antes.

Amanda regresó a dormir a su habitación, dejándole en claro que ella estaría alerta y que él podía acudir a su cuarto en cualquier instante en que los trillizos despertaran cualquier rastro de dudas en su ser.

Vladímir había vuelto a tomar asiento en el sofá, observando como los hermanos se acomodaban sin problemas en el suelo, Gilbert había dicho (poco antes de que Amanda decidiera dejarlos) que no buscaban un sitio para dormir sino para esconderse, por lo que estaban bien prescindiendo de comodidades.

Al escudriñarlos con detenimiento, podía darse cuenta de que no era la primera vez que esos trillizos se acomodaban en esas circunstancias.

—Así que —comenzó diciendo Vladímir, algo ansioso por que ninguno de los chicos se hubiese ido dormido aún—, ¿qué sucedió con sus padres?

Sabía que no era una pregunta que alguien definiría como "prudente" O "agradable", sin embargo no le tomó importancia a si podía o no malinterpretarse.

Tracey arrugó la nariz.

—¿Dónde están los tuyos? No creo que esa tal Amanda sea tu madre, no se parecen en nada —contestó con un ligero tono despectivo.

Vladímir fingió pensarlo y luego se encogió de hombros.

—Están muertos.

El rostro de Tracey se mostró sorprendido ante repentina revelación y su entrecejo se suavizó mientras su postura denotaba vacilación y duda.

—Oh —fue lo único que dijo.

—Nuestros padres nos abandonaron tan pronto como nacimos —respondió Oliver tras un efímero pero incómodo silencio—, nos crió un tío, pero después enfermó y murió. El sistema de protección a menores no sabe de nosotros, si lo supiera nos separarían, por lo que es de ellos de quienes nos escondemos.

Vladímir tampoco había esperado que ellos fueran tan abiertos en sus respuestas.

—Ya veo —murmuró, preguntándose cómo habría afectado su vida el haber tenido un hermano a su lado... El haber tenido a Mary. ¿Habría sido un consuelo o una preocupación más por la cual temer? Supuso que lo más cerca que estaba de averiguarlo era pasar los siguientes años de su vida viendo crecer a su medio hermano Nathan, si es que tenía esa oportunidad.

Sopesó la idea de hacer otro par de preguntas, no obstante, se quedó en silencio al ver que Oliver soltaba un largo bostezo y acto segundo cerraba sus ojos, su mejilla se apoyaba contra el hombro de Tracey y la cabeza de ella se apoyaba en la de él, creando una dulce y tierna imagen, seguro podían convencer a cualquier espectador de que jamás habían irrumpido en una casa con las peores intenciones.

Tracey también cayó dormida. El único restante era Gilbert, pero el semblante de él no parecía en lo más mínimo cansado, es más, incluso lucía lo opuesto, estaba un poco más alejado de sus hermanos y sus ojos estaban bien abiertos mirando fijamente a Vladímir.

Vladímir no se sentía cómodo bajo esa mirada, lo que empeoraba el asunto era que él también era incapaz de dormirse, por lo que sólo le quedaban dos alternativas: Quedarse callado hasta que Gilbert se rindiera y cerrara sus ojos, o comenzar una charla con el propósito de que apartara su inquietante mirada.

—Y... ¿Qué se siente tener hermanos trillizos? —inquirió Vladímir, carraspeando con su garganta, siendo que no se le había ocurrido una mejor pregunta.

El Último Superhéroe © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora