•Capítulo XVIII. Las emociones nublan el jucio•

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Vladímir no podía confesar todas las dudas que tenía respecto a Morten.

Cualquier paso en falso que diera podía implicar muchos problemas. Y no era eso lo que Vladímir necesitaba en ese momento, por lo que se mordió la lengua y fijó su mirada al pie de su cama.

—Me gustaría aprender a controlar mis sueños —admitió, dudoso.

—De acuerdo, Vladímir —respondió Morten—, sígueme.

Morten dio media vuelta y abandonó el cuarto donde se encontraban sin pensarlo. Vladímir apretó los labios y se levantó de la cama con indecisión. Llevaba su misma ropa, sin embargo, ya no tenía sus zapatos, por lo que le fue más difícil ir detrás de Morten.

—¿Seguimos en el hotel Corpus? —cuestionó Vladímir cuando cayó en la cuenta de que el pasillo al que salieron era igual de blanco a los que había recorrido hacia penas poco tiempo atrás.

—Así es. Luego de que te dejara inconsciente, te traje a uno de los cuartos y no mucho después te trasladé al que despertaste.

—¿Y qué hay de... de las personas que estaban conmigo? —Vladímir contuvo el impulso de llamarlos "amigos".

—¿Por qué te importan ellos? —inquirió Morten, arrugando ligeramente el entrecejo.

—Es solo curiosidad. Estuve con ellos al final de cuentas, no puedes pedirme que no sienta interés acerca de cómo están ellos.

Morten asintió con la cabeza, dándole la razón.

—Los tres niños que te acompañaban han vuelto a sus hogares, ninguno de ellos recuerda lo que sucedió.

—¿Borraste sus memorias?

—Solo manipulé sus recuerdos, e hice lo mismo con Oliver y Tracey.

—¿Qué sucedió con Amanda y Jack?

—Lo siento, eso sí es confidencial.

Vladímir sintió un escalofrío recorrer su espalda y controló su mirada ansiosa que lo único que deseaba era buscar frenéticamente algún indicio del paradero de Jack y Amanda.

Siguieron cruzando los pasillos y Vladímir reparó en que por una vez estaban vacíos.

—¿Dónde está el resto de las personas? Recuerdo que habían demasiadas cuando llegué —dijo con cierta confusión en su tono.

—Hice que se fueran. Solo estorbaban, además, no los necesito para lo que busco hacer.

—¿Específicamente qué es lo que buscas?

Morten sonrió.

—Dominar a cada persona de este asqueroso mundo, someter a cada una de ellas a mi poder y hacer que nadie pueda volver a intentar rebelarse.

Vladímir apretó los puños sin que Morten lo notara y calmó su respiración que había comenzado a acelerarse.

—¿Qué sucederá cuando lo consigas? —cuestionó.

—¿Qué quieres decir?

—Digo que, una vez que tengas a todo el mundo a tus pies, ¿qué sucederá? No quiero sonar impertinente pero me parece un plan un poco aburrido, serás un dictador por muchos años e incluso por siglos, ¿qué harás una vez que te des cuenta que no era como lo esperabas?

Morten dudó y sus pasos disminuyeron un tanto.

—Vladímir, no puedes ser tan ingenuo para creer que eso será todo lo que ocurra —contestó una vez que consiguió recomponerse—, he tenido suficiente tiempo para pensarlo y sé lo que quiero. Habrán escuelas para nuevos niños con habilidades, a los que dejaré crecer siempre y cuando reconozcan mi autoridad. El mundo será uno nuevo, ¿realmente crees que destruiría todo solo para probar mi poder? No, el objetivo de esto se dominar un mundo perfecto, seré el más poderoso, el resto de las personas nacerán con habilidades nuevas y se regirán bajo mis leyes... Todo será como siempre lo he planeado.

El Último Superhéroe © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora