•Capítulo XXIV. La calma antes de la tormenta•

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—¿Y bien? ¿No me hablarás acerca de tu gran estrategia? —preguntó Shelley, mirándole con curiosidad.

Vladímir sacudió la cabeza

—No, lo siento, honestamente todo lo que he pasado ha hecho que me dé miedo decir lo que planeo en voz alta —admitió, algo avergonzado—. No es tu culpa...

Shelley soltó una pequeña risa.

—Está bien —desestimó—, lo entiendo. Pero si no sé lo que tramas, no veo la forma en que te pueda ayudar.

—Quizá haya una —Vladímir viajó su mirada hasta la pared de la cafetería, donde se encontraba un reloj de manecillas que al acto le indicó la hora—. No tengo mucho tiempo, debo volver antes de la noche.

—¿Volver? ¿Hablas de volver al hotel?

—Sí... Shelley, hay algo más que no te dije... Sé que Morten va a dar el primer golpe mañana.

Shelley abrió sus ojos de par en par.

—Debes estar bromeando... ¿Mañana? Eso no nos da tiempo de nada.

—Lo sé, pero tener la certeza de ello es más ventaja de la que teníamos antes, ahora ya no corremos a ciegas buscando eliminar a la Asociación, sino que sabemos bien quién es el verdadero mal tras todo esto y sabemos también cuándo atacará.

Shelley suspiró y apoyó su barbilla en ambas manos.

—¿Sabes? A veces te miro y me pregunto si realmente eres niño, eres más maduro de lo que alguna vez yo llegué a ser... Eso es triste.

Vladímir se encogió de hombros.

—Ya después tendré el momento para ponerme a cuentas con mi infancia perdida o lo que sea —contestó sin darle importancia al asunto—. Shelley, necesito algunas cosas para concretar lo que tengo en mente... Hay algunos cabos sueltos que ya logré atar pero las dudas siguen siendo muy altas, lo mejor sería disminuirlas tanto como podamos, de otro modo la posibilidad de fallar será más alta.

—Eso lo entiendo. ¿Cómo puedo ayudar?

—Puede que esto sea algo difícil...

—¡No te preocupes! Yo puedo con ello.

—... Sin embargo, ayudaría mucho que hicieras que el estado evacuara de aquí. Si tengo razón y logro confirmar mis sospechas acerca de mi plan entonces es posible que el infierno se desate y tenga que ir contra Morten.

Shelley dudó.

—Pero... Eres un niño. No hay forma de que te deje pelear contra ese monstruo por ti mismo.

—No será una pelea en sí, al final de cuentas, tengo total desventaja físicamente, es parte de lo que planeo. ¿Podrías hacer que todos se vayan de New York sí o no?

Los labios de Shelley esbozaron una mueca.

—Sería más fácil si sólo me dijeras lo que tienes en mente.

—Shelley...

—Está bien, está bien. Daré mi mejor esfuerzo para ayudar. ¿Y tú qué harás, Vladímir? ¿Volverás y esperarás? Lo siento, no es que no confíe en ti, pero me duele saber por lo que tendrás que pasar —Su entrecejo se arrugó aún más—, quizá estoy siendo dramática y sé que apenas si me conoces, pero... Bueno, creo que no puedo evitarlo.

Vladímir sonrió levemente al oír la preocupación en el tono de Shelley

—Bueno, siento que no hay nada más que decir —murmuró, entrelazando sus propios dedos y mirándolos atentamente—, creo que eso es todo.

El Último Superhéroe © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora