•Capítulo XXII. Y pasó tan rápido que ni siquiera pudo verlo•

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Vladímir jamás imaginó que se aferraría con tanta vehemencia a un psicópata como Morten.

Sabía que hacerlo significaba rendirse a sus palabras, sabía que hacerlo implicaba darle a ver su gran debilidad.

¿A quién engañaba? Un superhéroe nunca se dejaría influenciar por un villano... Sin embargo, ¿de verdad Vladímir debía ser ese superhéroe? ¿Estaba escrito en su destino que su propósito era ése?

No lo malinterpreten, el que se lo cuestionara no significaba que compartiera el mismo pensamiento retorcido que hacia que Morten fuera tan poderoso. Para nada, sin embargo, Vladímir estaba cansado de llorar por lo mismo.

De llorar por su familia que ya no estaba, de llorar por todos los sucesos que le habían sucedido desde que podía recordar.

No quería estar cansado de ello... Pero tampoco podía negar que su corazón estaba exhausto.

Y él también lo estaba.

Morten lo rodeó con sus brazos en un estrecho abrazo. Vladímir solo era un niño que en toda su vida le había temido a la cercanía física, no obstante, esta ocasión no era como el resto.

Se sentía tan débil y patético que no pudo resistirse a ocultar su rostro en la ropa de Morten y a permitir que le abrazara.

Su mente pensaba en tantas cosas que apenas si conseguía procesar lo que estaba ocurriendo en ese mismo momento. Sin embargo, cuando finalmente lo hizo se mortificó y, abriendo sus ojos que había cerrado por inceria, se apartó de Morten, quien ni siquiera opuso resistencia y dio un paso atrás.

Vladímir lo miró, alterado. No se suponía que debía seguir esos impusos. Tal vez los recuerdos de aquel incendio le habían afectado severamente, pero no era ninguna excusa.

No podía permitirse ser vulnerable.

Enjugó los residuos de lágrimas en sus mejillas y apartó las pocas rebeldes que se seguían juntado en sus ojos.

—¿Qué ocurre? —preguntó Morten, entrecerrando ligeramente sus ojos, su tono estaba impostado de lo que parecía ser falsa preocupación.

Vladímir estaba incrédulo.

—¡No fingas que te importo! —exclamó, horrorizado por la sola idea.

Recordaba haber oído a Maxwell referirse a Morten como un joven con la capacidad de persuadir a cualquier persona que le oyera, ¿sería eso de lo que había hablado? ¿Morten al final de cuentas solo estaba jugando con su mente?

Su respiración comenzó a ir cada vez más rápido, al grado en el que sintió que el aire empezaba a faltarle.

Se estaba hiperventilando. Menuda suerte la suya.

Morten dio un paso hacia él y Vladímir se alejó al instante.

—¡No me... toques! —gritó él, un par de puntos negros aparecieron en su visión y sacudió la cabeza con fuerza. No podía desmayarse, no de nuevo. Arañó su propia garganta, sintiendo cómo la desesperación se apoderaba de todo su cuerpo.

Morten le miró con el entrecejo arrugado. De pronto alzó la mano e instantáneamente la respiración agitada de Vladímir se ralentizó de golpe, volviendo a su ritmo normal.

—Debes calmarte —dijo Morten—, no sirve de nada que tú mismo trates de herirte.

Vladímir tragó saliva con fuerza, notando como el aire fluía con más normalidad en sus pulmones, reacio a cederle ese crédito a Morten.

—Déjame solo —espetó, incrédulo acerca de la situación en la que se encontraba y retrocediendo un paso.

—Lamentablemente no puedo hacer eso —respondió Morten con calma.

El Último Superhéroe © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora