•Capítulo III: Cambio de planes•

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—¿No sabes de tu padre? A él tuve que ayudarlo a fingir su muerte.

Si Vladímir hubiera podido mostrarse más desconcertado de lo que ya estaba lo habría hecho.

Tropezó con sus propios pies y tuvo que apoyarse contra una de las paredes para evitar caer al suelo.

Parpadeó varias veces, tratando de asegurarse de que lo que había oído era correcto y no un vil engaño de su mente.

—¿Q-qué? —fue lo único que su garganta seca pudo emitir, demasiada agobiada para gritar las otras preguntas que daban lugar al desastroso hilo de sus pensamientos.

Sintió cómo Paige pasaba un brazo por sus hombros en un gesto protector, pues si bien la niña no comprendía nada de lo que estaba sucediendo, sí podía entender que Vladímir estaba en malas condiciones y necesitaba apoyo.

Patrick negó con la cabeza y miró al niño con un sentimiento que él no pudo identificar, pero que si debía dar nombre diría que se asemejaba a la lástima o la pena.

—Es realmente triste ser yo el que te lo diga —dijo sin realmente lucir mal al respecto—, tu padre es un buen hombre que tuvo la desgracia de tenerte a ti como hijo.

—Ni siquiera lo conoce para decir eso —defendió Hayden, arrugando el entrecejo con suma molestia, y dando un paso al frente con sus ojos ardiendo en desafío.

—Demonios, y mi primo me dijo que usted era un tipo genial —murmuró Aaron, dibujando una mueca en sus labios.

—Creo que no entienden lo que está sucediendo aquí —gruñó Patrick con incredulidad—, ustedes no saben nada. El niño a quien están defendiendo ni siquiera debería estar vivo. —Dirigió su vista a Vladímir con gran intensidad—. Para futuras referencias, ¿cómo es posible que sobrevivieras al incendio?

—Jamás estuve en él —murmuró él, jugueteando con sus dedos con nerviosismo y sabiendo que no tenía caso ocultarlo.

—¿Cuál incendio? —preguntó Paige.

—¡No importa! No tienen que saber nada —se exaltó Patrick—, y lo único importante aquí es que ese pequeño monstruo debería estar muerto.

Aaron en ese momento se acercó y, con una fuerza que te sorprendería ver en un niño, le atizó al hombre una patada en la entrepierna.

—¡Corran! —gritó, tomó a Anna de la mano y salió del cuarto con gran velocidad. Hayden no tardó en responder e imitarlo, y Paige tuvo que jalar del brazo a Vladímir para que hiciera lo mismo, y Patrick, doblegado por el dolor, ni siquiera pudo levantarse y hacer el intento de seguirlos.

Los niños bajaron las escaleras y corrieron por la sala, tirando algunas cosas en su camino sin darles importancia.

Salieron de la cabaña empujando la puerta, y se apresuraron por salir del camino empedrado y adentrarse en el bosque.

—¿Qué camino tomamos para venir? —cuestionó Paige, mirando a su alrededor con inquietud.

—¡No importa! Pero debemos irnos antes que ese loco nos alcance —fue la respuesta de Aaron, para nada luciendo culpable por haber golpeado a un adulto.

—Solo corramos, seguro que nos topamos con el lago —aportó Hayden, y luego se volvió hacia Vladímir—, y no es que quiera presionarte  pero me gusta pensar que nos debes una explicación.

Vladímir sabía que era verdad, sin embargo, en ese momento decidió hacer caso omiso de sus palabras y comenzó a caminar cuando los demás lo hicieron. Bueno, más que caminar era algo parecido a trotar, y cada uno de los niños era consciente de que debían apurarse.

El Último Superhéroe © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora