•Capítulo XXIX. El último viaje•

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Lo último que oyó Vladímir antes de que todo se volviera negro fue el sonido del disparo que había emanado de su propia arma.

¿Dónde estaba? Se preguntó cuando cayó en la cuenta que no reconocía el sitio donde se encontraba.

Todo su entorno se había convertido en una densa oscuridad que le impedía distinguir las cosas que le rodeaban.

¿Estaba muerto? Ésa era una probabilidad que no podía descartar.

Pero, ¿qué era la muerte? ¿A dónde iban las personas cuando sus latidos se detenían y sus respiraciones cesaban? ¿Significaba que su conciencia se perdería para siempre? Jamás había considerado algo como la vida después de morir.

Quizá porque no había tenido el tiempo para ponerse a pensar en ello.

Por algún motivo, se sintió en calma. En su interior ahondaba una paz que tal vez nada podría imitar.

No podía moverse, pero decidió que le daba igual.

Si estaba muerto entonces sentía que las personas le habían dado demasiada importancia a algo como eso, para él sólo era tranquilidad.

Lo único que le preocupaba era la idea de que ya no volvería a ver a Paige, Nathan o Jack, e incluso a Amanda, Aaron y Hayden.

Si tuviera que decir sus arrepentimientos en voz alta diría que ese sería uno.

Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no reparó en la pequeña luz que se encontraba a su izquierda hasta que se hizo lo suficientemente grande como para pasarla por alto.

Vladímir la miró con cautela, observando como se acercaba a él, ocupando cada vez más espacio en su campo de visión.

Todo pronto lo único que pudo ver fue esa luz que no tardó en cegarlo.

En cuestión de segundos su alrededor dejó de ser oscuridad, ahora se había convertido cándido color que le brindaba cierto alivio y calidez.

Sin embargo, le sorprendió saber que ahora era capaz de reconocer el lugar en donde se hallaba de pie.

Era el Reino de los Sueños.

Giró sobre su propio eje, admirando el paisaje que conformaba su entorno, a pesar de que no era muy distinto entre sí, tenía la certeza de que ese era el mismo sitio que había llegado a visitar días atrás.

No le desconcertó llegar a esta conclusión.

Pues eso implicaba que las cosas habían resultado tal y como lo había esperado.

Pero si eso era verdad... Entonces...

—¿Qué es esto? —preguntó una voz a su lado, una diferente a la que pertenecía al guardián de los Sueños.

Vladímir se volvió en esta dirección. No se inmutó al ver que se trataba de Morten.

—Es el Reino de los Sueños —respondió con calma, la cual no se había desvanecido de su cuerpo—. Aquí tus poderes no funcionan.

Morten, quien lucía exactamente igual a la última vez que le había visto, por una vez pareció incapaz de mantener sus emociones bajo control y sus ojos denotaron completa perplejidad.

—¿De qué estás...? —comenzó a decir, pero dejó la pregunta al aire y parpadeó varias veces, como recordando un mal momento—. Tú... me disparaste.

Vladímir bajó la cabeza, asintiendo y mordiendo el interior de su mejilla, tenía que admitir que no se había sentido nada bien haber tenido que jalar de ese gatillo.

El Último Superhéroe © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora