XXVIII

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Al llegar al tan ansiado lugar, el corazón de Tony se encogió admirando lo que le esperaba, una calidez se instaló en su pecho sintiendo un sinfín de emociones; una dulce combinación de agradecimiento, cariño y ternura.

No estaba seguro de cuales eran los planes de Steve para esa noche, pero sin duda el sólo ver lo que había preparado le era suficiente para confirmar el gran aprecio que sentía hacia el joven monarca, que cada vez lograba ganarse una parte más de su corazón, si es que eso era posible, dado que estaba seguro de que ya era casi completamente suyo.

–¿Qué quieres decirme?–preguntó Tony en un murmullo con nerviosismo, aún estaba atónito por lo que sus ojos veían.

La caricia en su mano hizo que por instinto buscara la contraria para poder imitar la acción.

Él se sentía nervioso y Steve definitivamente lo estaba, era obvio debido a que nunca lo veía así, eran contadas las veces en las que se le había visto inquieto, al menos por algo que quisiera decir, y debido a que bajó su mirada, pensó qué tal vez esta era una de esas ocasiones, apenas tocó su mejilla, Tony colocó su mano sobre la de él llevándola lentamente hasta su muñeca, acariciándola sobre la tela de la camisa.

Cada palabra expresada por parte del más alto quedaba grabada, no sólo en su mente, si no también en su corazón, sabiendo que en cualquier momento él podría entregárselo consciente de que no le haría daño alguno.

El castaño siguió admirando los dos zafiros que Steve tenía por ojos, atesorando cada oración dicha, e intentando grabarlas en su mente a sabiendas que cada vez que las recordara sabría lo mucho que significaba esa relación para ambos.

Conforme las palabras iban cobrando sentido y comenzaban a acabarse, Tony sólo pudo sentir como una nueva sensación crecía dentro suyo, no estaba seguro de saber qué era, pero en definitiva había sido algo que no había tenido la fortuna de experimentar antes.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando la pregunta fue formulada.

–Ni si quiera necesitas preguntar–contestó con una dulce sonrisa.

La visión de los ángeles pintados a óleo fue lo primero que Steve notó de la catedral

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La visión de los ángeles pintados a óleo fue lo primero que Steve notó de la catedral. Pintados con caras de bebés regordetes con pequeñas alas blancas en la espalda, llenaban el techo del templo entre esponjosas nubes e imágenes de la Santísima Trinidad.

Conforme observó a su alrededor, pudo apreciar la belleza del recinto, con sus esquinas ribetadas en oro y las estatuas de los santos esculpidas en mármol.

Él se encontraba de pie delante del altar, de frente a cientos de bancos llenos de una audiencia que iba en sus mejores galas. A primera vista se veían felices y emocionados, como si estuvieran presenciando un gran acontecimiento, pero conforme iba recorriendo cada rostro con su mirada, encontró un mar de sonrisas fingidas y miradas juzgadoras. 

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⏰ Última actualización: Jan 07, 2021 ⏰

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El Rey                                                               [En pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora