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Steve caminaba de un lado a otro, sus palmas estaban sudadas, su corazón latía muy fuerte, tan fuerte, que empezaba a creer que este se le saldría del pecho.

Sólo había una persona que podía calmarlo estando en ese estado; su mamá.

–Te extraño–susurró para sí mientras miraba la cara de su madre–. Los extraño a ambos–dijo mientras dejaba la fotografía sobre su escritorio.

Su coronación finalmente sería en unas horas, más seguía sin sentirse correcto, extrañaba a sus padres y las dudas seguían dentro de su cabeza.

¿Y sí no era suficientemente bueno? ¿y sí el pueblo no le quería? ¿qué pasaría si tomara las decisiones incorrectas?

–¿Te estás torturando de nuevo primito?–el rubio levantó la mirada del suelo en cuanto escuchó su voz.

Sonrió, pues se dio cuenta de que aún había alguien más que podría ayudarlo.

Se levantó de la silla y con los brazos abiertos recibió al que era su primo, aunque lo consideraba más que eso, Thor era como un hermano.

–¡Thor!–exclamó eufórico–. Creí que no vendrías.

–Jamás me perdería tu coronación–contestó Thor–. Lamento no haber venido al funeral–Odinson lo abrazó un poco más fuerte–, jamás me perdonaré el no haber estado para ti–Steve trató de hablar, pero el nudo que se le había formado en la garganta lo impidió–. Lo lamento tanto Steve–el susodicho tragó duro.

–Estabas evitando una guerra Thor, lo entiendo–Steve se separó del otro–. Lo importante es que ahora estás aquí–Thor sonrió, su primo era fuerte, muy fuerte.

Ambos rubios se sentaron en el único sillón de la habitación.

–¿Cómo te va con tu selección personal?–Steve frunció el ceño, no entendía–. Me refiero a tu elección de esposa–Thor lo miró pícaramente–, o esposo–Steve rio, Thor nunca cambiaría.

–Es...–Steve buscó una palabra adecuada–, difícil–dijo al final.

–Puedo imaginarme–Thor bajó la mirada al suelo–. Nada más a ti y a Loki se les ocurriría hacer algo así–Steve frunció el ceño, nuevamente.

–¿A qué te refieres?–preguntó este.

–¿Quién en su sano juicio invita a todos los hijos de nobles al palacio? ¿por qué? ¿por qué no sólo a las chicas? O en dado caso ¿a todos los chicos?–Thor dijo frustrado mientras recordaba todas las complicaciones que surgieron cuando Loki hizo lo mismo–. A los dos les gusta complicarse la vida.

–No sé–contestó Steve a todas sus preguntas con eso–. Supongo que no quiero quedarme con esa duda el resto de mi vida–Thor incitó con la mirada a que se explicara–. Supongamos que nada más le pedí a las jóvenes que vinieran, las conocí a todas, pero me terminé enamorado sólo de una de ellas, me casé, tuve hijos y viví relativamente feliz a su lado pero, ¿qué tal que pude amar más a otra persona? A un hombre, por ejemplo, ¿qué tal que pude haber sido mucho más feliz con él que con ella?–Steve negó–. No puedo quedarme con esa duda por el resto de mi vida.

–Ya veo–murmuró Thor–. Tienes un punto–no dijo nada por unos segundos–. Supongo que todo el desastre que causó Loki valió la pena, ahora está con Sigyn, ella fue quién lo hizo más feliz, más que cualquier mujer y hombre que se presentó en el palacio.

–¿Qué hay de ti Thor? ¿Tienes planes de sentar cabeza pronto?–Thor negó.

–Pareces mis padres–contesto el susodicho a lo que Steve rio–. Seré un alma libre por el resto de mi vida–aseguró el hijo de Odín.

El Rey                                                               [En pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora