XIII

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Nadie había visto al joven rey, ni siquiera su primo, quién preocupado llegó a los establos en busca de un caballo.

No lo había visto, pero creía saber dónde se encontraba y ahí era a dónde planeaba dirigirse.

Thor tomó su casco y comenzó a colocárselo sobre la cabeza.

–Calma, calma–escuchó decir–, somos amigos, hemos hablado sobre esto, no te alteres–confundido, Odinson tomó las riendas del corcel y con el caballo detrás de él, siguió la voz que había escuchado momentos atrás.

No logró reprimir la sonrisa que se formó en sus labios, ese chico estaba perdido, en cualquier momento podría caerse del animal.

–¿Necesita ayuda?–preguntó el rubio sonriendo.

El castaño que estaba abrazando al corcel segundos antes, se paró rápidamente, tratando de lucir bien, confiado, pero no funcionó, el rápido movimiento que causó al pararse alteró al caballo, ocasionando que empezara a andar.

–¡Sí, por favor!–contestó Bruce con los ojos cerrados–. ¡Haga que pare!–el castaño iba alejándose más o menos rápido, lo cual permitió a Thor trotar detrás del animal y detenerlo.

–En mi humilde opinión–comenzó a hablar el rubio–. Si uno no sabe montar no debería hacerlo–dijo con un deje de gracia en sus palabras.

Bruce bufó.

–Yo creo que sí uno no sabe montar–Bruce se animó a mirarlo–, debería intentarlo y aprender–Thor frunció el ceño pero no dejó de sonreír.

–Thor Odinson–se presentó.

Bruce abrió los ojos, carajo, ¿ese es el primo de Steve?, pensó, ¿le acabo de hablar de esa forma al primo del rey?, quiso golpear su frente.

–Bruce Banner, alteza–sonrió a medias.

Tony había estado tratando de encontrar a Steve desde la mañana, cuando el rubio no se presentó a desayunar, el castaño salió al jardín, nada

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Tony había estado tratando de encontrar a Steve desde la mañana, cuando el rubio no se presentó a desayunar, el castaño salió al jardín, nada. Pasó varias veces por su oficina, nada. Fue a la biblioteca y nada.

Estaba angustiado, la noche anterior, después de que Hill se marchara había tratado de mantenerse despierto, por sí Steve quería conversar con él sobre lo sucedido, pero pasadas las dos de la mañana se rindió y cerró sus ojos.

El joven Stark llevaba horas vagando por los pasillos, con la esperanza de encontrarse al dueño de los ojos azules, más sin embargo, la suerte no estaba de su lado.

–¿Tony?–la voz de Strange hizo que la mirada del castaño se desviara de las pinturas en la pared.

–Stephen–Tony entreabrió sus labios.

El Rey                                                               [En pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora