I

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Tony siempre se había considerado a sí mismo como un dormilón, ya que siempre se despertaba después de las once.

Pero esa mañana, cuando el sol estaba a penas poniéndose en el horizonte, el castaño ya tenía los ojos abiertos; estaban rojos pues no había podido dormir nada.

Mientras yacía tendido en su cama suspirando fuertemente por la frustración, enredaba sus dedos en su cabello, el cuál parecía ya un nido de pájaros.

Ese era el día.

Hace semanas el reportero real había entrevistado a la familia más poderosa y rica de la actualidad, los Rogers, familia que reinaba, el relativamente nuevo, reino de Camham.

Y en tal entrevista el joven heredero había expresado con mucha calma y seriedad que estaba listo para una unión en matrimonio, no hubo gran conmoción ante tal declaración, pero cuando dijo que las hijas e hijos de las diecisiete casas de nobles eran más que bienvenidos, fue cuando todo cambió.

Los padres de Tony, Howard más que nada, había saltado del asiento, gritando a los cuatro vientos como su muchacho se convertiría en consorte.

Seguido de tal acto su padre había tomado su teléfono y llamado a la familia Potts, cancelando así el compromiso previo con su hija, Pepper Potts.

Cuando Tony, quien aún seguía en el suelo viendo a la pantalla, escuchó eso, empezó a saltar por la sala lleno de felicidad, le gustaba Pepper, pero le gustaba como amiga, no como esposa.

Dejó de saltar cuando sus piernas no podían más, tenía una gran sonrisa en el rostro, la cual se fue desvaneciendo cuando entendió el plan de su padre.

–No me quiero casar con el príncipe–exclamó mirando con el ceño fruncido a sus padres–. Ni siquiera me gustan los chicos.

Su padre caminó hacia él, mientras su madre le sonreía comprensivamente.

–Escucha hijo–colocó su mano sobre su hombro–. Tal vez no te guste el príncipe y lo más probable es que no te vayas a casar con él, pero ve esto como una oportunidad; podrás comer todo lo que quieras allá, serás tratado como si fueras a ser el futuro rey.

–Además es una tradición Tony–su madre se unió a la conversación–. Y no sabes lo que está pasando por la cabeza del príncipe, tal vez sólo quiere llegar a conocer mejor a la gente con la que se rodeará cuando sea rey de una forma menos...–su madre guardo silencio por unos segundos–, política, por decirlo así. Eres de la nobleza Tony, quieras o no tendrás que conocer al príncipe de una forma u otra y creo que esta será una forma muy divertida–María tomó a Tony del brazo y lo condujo hacia la librería dejando a Howard un poco más atrás que ellos–. Además, no creo que sería tan malo si llegara a escogerte como su consorte ¿no lo crees? Es un gran chico.

¿Qué quiso decir con eso? Claro que sería malo, sería horrible, pensó Tony.

Y él nunca se equivocaba, el levantarse de la cama para arreglarse y luego ir al aeropuerto para viajar directamente hacia su futura tortura, le estaba costando más trabajo del normal. Era horrible.

–Tony, despierta.

–Estoy despierto mamá– no pude dormir nada, quiso decir pero se lo guardó para sí mismo. Era un gran día para sus padres y se suponía que también para él–. Estoy nervioso–suspiró mientras se colocaba su camisa blanca.

El Rey                                                               [En pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora