XIX

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–¿Ves algún interruptor?–preguntó Steve en cuanto terminaron de subir las escaleras.

–Creo que veo una linterna–dijo Tony entrecerrando los ojos.

–Genial, préndela, no veo nada–le contestó Steve.

Tony caminó con cuidado hacia donde estaba el artefacto, tampoco veía.

–Sí...–Tony miró en la dirección del más alto–, sobre eso, ¿tienes cerillos?–preguntó.

–¿Cerillos? Creí que habías dicho que había una linterna–Tony no vio, pero Steve frunció el ceño.

–Es una linterna, pero una linterna con una vela–dijo caminando hacia él–. ¿Ves?–se la mostró.

—Tal vez hayan cerillos en algún lado, déjame buscar–Steve se alejó de él.

–¿Qué crees que haya aquí?–Tony trató de ver en la obscuridad.

–No lo sé, pero lo averiguaremos pronto– el rubio estaba tanteando todo el lugar–. ¡Ajá!– exclamó con victoria–. Encontré los cerillos–sacó uno de la caja y lo prendió–. Acércate, por favor–el castaño le hizo caso y Steve prendió la vela–. Tus ojos se ven bonitos–le alagó Steve una vez prendió la vela.

Tony rio nervioso por su cercanía, y por el cumplido.

–Ven, vamos a ver qué hay–dijo Steve ocultando su sonrisa por cómo reaccionó el menor.

Tony asintió.

–Entonces...¿no sabías de este lugar?–preguntó el castaño mientras le echaba un vistazo a la mesa.

–No–Steve, nuevamente, recordó a sus padres, no creía que tuvieran secretos, hasta ahora.

–Mira, son ¿planos?–Tony le tendió el largo papel.

Steve lo tomó con el ceño fruncido y lo acercó más a la luz.

–Son del palacio–el rubio dijo en voz alta–. Estos planos muestran todos los escondites en caso de ataque, entradas y salidas secretas qué hay aquí–murmuró–. ¿Te imaginas el poder que tendría el enemigo si alguna vez llegaran a tener esto?–se dirigió a Tony.

–Los tenemos nosotros, los tienes tú , están a salvo–Stark trató de tranquilizarlo.

–Hay algo raro aquí–murmuró nuevamente Steve sin despegar su vista del papel.

–¿De qué hablas?–el castaño dirigió su mirada a los planos.

–En primer lugar, no tienen el sello real en ninguna parte, tienen el sello de un pájaro, tal vez un águila, no lo sé, mira–Steve le tendió uno de los planos–. Y en los otros–Steve miró otro plano–, en vez del pájaro, dice "S.H.I.E.L.D."–el rubio miró al castaño–. ¿Qué es "S.H.I.E.L.D."?–Tony entreabrió los labios.

–No tengo idea– y no mentía, sabía de su existencia, sí, pero no estaba seguro de lo que hacían o eran–. ¿Es lo único raro?–preguntó con curiosidad.

–No, hay otra cosa, no sabía de la existencia de este lugar–el dedo del rubio apuntó a uno de los tantos lugares ocultos que el palacio tenía.

–¿Quieres ir a ver?–le preguntó el menor.

Steve miró su reloj.

–Lo haremos, más tarde, en diez minutos tengo una junta con el reino ruso.

–¿Vendrán? ¿ya llegaron?–preguntó con confusión.

–No, aún no, estamos arreglando lo de su futura estadía, necesito ganarme su apoyo, Camham necesita esos tratados–Steve dejó la lámpara sobre la mesa y sopló la vela, después, juntó todos los planos y los puso bajo su brazo, por último, tomó la mano de Tony y lo jalo suavemente hacia las escaleras.

El Rey                                                               [En pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora