Capítulo 34: Enemigos y aliados

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—¿Estás segura de esto?—dijo con la respiración acelerada.

—Yo sí, ¿y tú?—pregunté mientras lo veía. Tenerlo ahí para mi, en cuatro, con su torso inclinado y su trasero hacia atrás, todo a mi disposición, era lo más sensual que había visto en mi vida.

—Sí, pero estoy nervioso.—dijo mirándome sobre su hombro. Esos preciosos ojos azules junto a su cabello revuelto, Dios.

—Como nosotras la primera vez—dije sonriéndole—. Tienes que relajarte, Ares—asintió—. Ya te he dilato, estás listo.—aseguré. Asintió con una pequeña sonrisa así que me coloqué detrás de él. Guie el pene hacia su orificio, se quejó un poco cuando comencé a entrar en el. Mis manos se apoyaron en sus caderas, acariciándolas para transmitirle tranquilidad.

—No sabes con cuanto poder me siento ahora mismo.—dije divertida.

—Me alegro, cariño.—dijo con un quejido.

Cuando terminé de entrar le di tiempo para adaptarse y cuando movió su cadera comencé a moverme. Ares comenzó a gemir al poco tiempo, moví mi cadera y me sentí desfallecer cuando gritó en un gemido, había encontrado su próstata. Saqué con lentitud el pene y volví a introducirlo de golpe, dando justo en su punto. Su trasero se levantó aún más, quedado su torso pegado al colchón.

—Dios, sigue—ordenó, cumplí su orden y gimió de nuevo—. Más rápido.—saqué y metí el aparato una y otra vez, sus gemidos se habían vuelto descontrolados. Intenté enfocarme en él pero mi entrada me pedía ayuda a gritos. Saqué el aparato y me miró casi indignado, reí y lo volví a meter—. M-me siento lleno.—dijo sin voz. 

—Mierda—susurré antes de salir y volver a entrar contra su punto haciéndole chillar, continué así un rato, disfrutando de sus gemidos. Sin dejar de moverme cogí el juguete que había al lado mía y lo encendí para introducirlo lentamente en mi vagina. Ares se giró a verme cuando gemí y sus ojos me miraron con deseo.

—Ese debería ser yo, puto cabrón con suerte.—dijo viendo como terminaba de introducir el aparato.

—Vas a decirme—gemí al sentir la vibración en mi interior—, que no lo estas disfrutando.—dije antes de arremeter de golpe contra él haciéndole chillar y retorcerse.

Lo giré, dejándolo de espaldas al colchón, sus piernas se abrieron dándome paso entre ellas y gimió alzando sus caderas cuando lo volví a penetrar, estaba aún más adentro. Acaricié su estómago al ver como el aparato chocaba en su estómago. Atrapé sus manos a cada lado de su cabeza y le besé mientras me movía. Al separarnos, un rastro de saliva bajó por sus labios. Miró hacia mi vagina y tragó saliva al ver como mi valle de Venus se movía por la vibración del aparato, así que le di al botón aumentando el ritmo mientras mis embestidas iban en aumento.

—Voy a correrme.—susurró entre gemidos.

—Hazlo, amor.—esa palabra fue lo que le faltó para hacerlo venirse. Su semen salpicando contra nuestros estómagos. Tras recuperarse salí de él, tiró de mi sorprendiéndome y gemí cuando sacó el vibrador de golpe tirándolo al suelo. Rodeó mis rodillas con sus brazos y tiró de ellas para atraerme hacia él, penetrándome con su miembro. Ambos gemimos, sólo bastó unos cuantos movimientos más para que me viniera chillando su nombre, segundos después cuando apreté mis paredes a su alrededor torturándolo, se vino en mi interior. 

—Joder.—dijo cayendo a mi lado en la cama. Lo miré y vi que ambos estábamos llenos de fluido por todos lados. Habíamos tenido sexo toda la noche, literalmente, había perdido la cuenta de los orgasmos.

—¿Nos duchamos?—pregunté.

—Dame un segundo, cariño.—dijo haciéndome reír al ver que sus piernas temblaban.

Fuck the Gallaghers (Shameless)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora