Raina odia tener que volver a Chicago para ayudar al desastroso de su padre pero sobre todo odia a los Gallagher. ¿Empezará a llevarse bien con ellos cuando se entere de que su mejor amigo está saliendo con uno de ellos?
La Navidad llegó más rápido de lo esperado, y con ella mi cumpleaños.
No quería una gran fiesta, pero Ally me había organizado una porque decía que quería entretenerse, para así no pensar en lo que le dolía la espalda por culpa del bebé, así que mi tío había ofrecido su bar para la celebración.
Mientras mis amigos organizaban el lugar, papá y yo guardábamos mis cosas para llevarlas a casa de los Gallagher. Resulta que mi habitación tenía un zoológico en las paredes y demasiado moho, así que mientras la reformaban me quedaría con los Gallaghers. No quería quedarme en casa de los Milkovich, no ahora que Mickey se había ido.
—Hola.—dije sonriéndole a Fiona cuando abrió la puerta de la casa.
—Hola, pasad. Os ayudo.—dijo cogiendo una casa.
—Ya estás aquí.—dijo Lip sonriéndome, asentí.
—Hola.—dijo Ian incómodo.
—¿Hola?—dije molesta. Sí, había empezado a llevarme bastante mal con Ian porque el muy cabrón se había arrepentido y no se había ido con Mickey, y ahora mi mejor amigo estaba sólo ahí fuera.
—Raina, ya te lo expliqué, no puedo—
—Abandonar a tu familia—dije cortándolo—. Lo entiendo, pero podrías haberme avisado, me habría ido con él, Ian.—dije acercándome molesta.
—¿Y dejar sólo a tu padre?—preguntó serio.
—¿Sólo? Tiene a Kyle, y tiene un hijo pequeño, y montones de amigos, zanahorio.—dije seria. Ian suspiró, pero no replicó.
—Cariño—dijo mi padre haciendo que fuera hacia él—, tengo que irme, necesitan ayuda con tu fiesta no sorpresa.—dijo haciéndome reír.
—Ve, yo tengo que instalarme.—dije abrazándolo.
—Nos vemos.—dijo mi padre en forma de despedida.
—El sofá está bien para ti, ¿cierto?—dijo Fiona cuando Spitzer se fue.
—Estupendamente, siempre que Frank no lo ocupe.—dije haciéndole reír.
—¿Cómo está Faith?—preguntó Debbie.
—No lo tengo muy claro—dije en un suspiro—. Dice que bien, pero no creo que lo esté. Lleva rara todo este tiempo, apenas sonreía en las fiestas y adora la Navidad, sobre todo porque puede beber agua ardiente por un tubo, pero—
—No probó ni una gota.—dijo Philip cortándome.
—Exacto.—dije suspirando.
—Estará bien—dijo Carl—, ¿verdad?—
—Espero que sí, monstruito.—dije suspirando.
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