Capítulo 1: Raina Ball

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Puto Spitzer. Era su maldita culpa que estuviese en un maldito tren camino a Chicago. Tendría que volver a ese puto infierno porque había decidido que de repente llevaba mucho tiempo sin ver a su niñita. Ya claro, como si el hecho de que Kyle lo hubiese echado de casa no tuviese nada que ver. Sinceramente no entendía como no le había echado antes, es decir, mi padre es realmente un puto desastre con patas. Lo peor de todo esto es que tendría que volver a esa casa cerca de la puta playa en la que mi padre lijaba tablas en el negocio que pretendía obligarme a heredar. Lo único bueno de esto es que podría volver a surfear como antes.

Cuando bajé del tren miré hacia todas partes en busca de algún rostro conocido y no fue ninguna sorpresa para mi encontrarme solamente con uno. 

—Hola, Kyle.—dije sonriendo levemente cuando llegué a él.

—Hola, preciosa.—dijo sonriente mientras me envolvía en sus brazos. Dios, como echaba de menos su aroma.

—Has aguantado demasiado a mi padre.—dije riendo mientras me separaba para comenzar a andar hacia el estacionamiento.

—Tu padre es un testarudo. Créeme, lo sigo amando pero odio que no acepte la realidad. Ese negocio no le ayuda en nada, diría que más bien le empobrece más, si no fuese por lo mucho que lo ama ya se lo habría quemado—confesó haciéndome reír—. ¿Te ha contado que ha contratado a un chico?—me preguntó incrédulo.

—Spitzer y yo no hablamos mucho sobre el negocio.—dije mientras soltaba las maletas en el maletero.

—Pues sí, tiene allí a un chico trabajando para él. Se llama Ares y aceptó el trabajo con el poco dinero que le da tu padre porque dice que quiere cambiar.—dijo riendo.

—¿Talego?—pregunté sonriente.

—Más que Milkovich.—dijo mirándome por un segundo.

—Uh, Mickey debe odiarle.—dije riendo junto a él.

—Se han golpeado tantas veces que ya he perdido la cuenta. Ahora se llevan un poco mejor.—dijo sonriente.

—Oh, eso significa que Mickey le ha dado algún cigarrillo, ¿cierto?—pregunté burlona.

—Conoces demasiado bien a ese granuja.—dijo riendo.

—¿Qué puedo decir? Los Milkovich son lo mío.—

—Sí porque los Gallagher definitivamente no lo son.—dijo burlón.

—Dios, ni me nombres a esa familia.—dije frunciendo el ceño y echando la cabeza hacia atrás.

—Vale, vale, lo siento. Es sólo que me resulta irónico que te lleves mejor con los Milkovich que con los Gallagher.—

—No me llevo bien con todos los Milkovich y tampoco me llevo mal con todos los Gallagher.—dije.

—Carl no cuenta.—dijo riendo.

—¿Por qué no? Es el mejor de esa familia.—

—Creo que deberías empezar a llevarte bien con ellos, sobre todo con Ian.—dijo con un tono serio poco característico de Kyle.

—¿Con el zanahorio?, ¿por qué?—pregunté confundida.

—Por nada en concreto, sólo digo.—dijo encogiéndose de hombros.

—Como digas, papá.—dije riendo.

—¡No me llames así, mocosa!—dijo molesto arrugando la nariz.

—Vale, vale, lo siento. ¿Ponemos música o qué?—pregunté tras reír, él asintió.

Encendí la radio y nos limitamos a cantar las canciones que sonaban hasta que llegamos al barrio. Kyle paró el coche y nos bajamos para sacar las maletas.

Fuck the Gallaghers (Shameless)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora